El valor de hacerse presente
Mara Hodler
[The Value of Showing Up]
Últimamente he estado pensando mucho acerca de la amistad. Las amistades son especiales. Se diferencian de los familiares en que uno escoge a sus amigos. En una cuenta de Facebook uno puede elegir aceptar o rechazar la solicitud de alguien, y algo similar ocurre en la vida real. El hecho de que la amistad sea una elección es una de las razones que la hacen tan especial. Sabes que tus amigos te han elegido y tú a ellos.
Las buenas amistades son una ventaja en la vida. Charles Spurgeon, popular pastor y autor de fines del siglo XIX, dijo en una ocasión: «La amistad es una de las más agradables alegrías de la vida. Muchos habrían caído bajo el peso amargo de la prueba, de no haber sido por un amigo.»
Cuando se quiere ser la clase de amigo que ayuda a que alguien no «caiga bajo el peso amargo de la prueba», se tiende a pensar que habría que hacer algo asombroso o decir o dar algo grandioso. Sin embargo, he descubierto que lo que realmente cuenta en una amistad es el hecho de presentarse, estar ahí en el momento en que nuestra amistad hace más falta. No son los regalos caros, las grandes palabras de sabiduría ni la máxima diversión lo que te hace más valioso. Si bien todo eso puede resultar fantástico, lo más importante es que si alguien cuenta con tu presencia en su vida, habrá encontrado una amistad de verdad.
Leí un relato acerca de un hombre llamado Sam Rayburn. Esta persona tenía un trabajo muy importante; fue Presidente de la Cámara de Representantes de los EE.UU. durante diecisiete años, la permanencia en el cargo más larga de la historia de los EE.UU. Una noche la hija adolescente de un amigo cercano del señor Rayburn falleció inesperada y repentinamente. A primera hora del día siguiente el padre de la joven escuchó una llamada a la puerta. Allí estaba Sam Rayburn.
—Quise venir y ver en qué podía ayudar —le dijo.
El padre, sumido en el dolor y conmovido, le contestó:
—Ya hemos hecho todos los arreglos. En realidad no hay mucho que puedas hacer.
El señor Rayburn puso la mano en el hombro de su amigo y le preguntó amablemente:
—¿Ya tomaste el café de la mañana?
Entonces su amigo le dijo que todavía no había tomado nada, así que el señor Rayburn le dijo que lo menos que podía hacer era prepararles el desayuno.
Mientras trabajaba en la cocina su amigo le preguntó:
—¿No se suponía que esta mañana tenías un desayuno en la Casa Blanca?
—Así es —respondió Rayburn—, pero llamé al presidente y le dije que un amigo me necesitaba, y que por eso no podía ir.
Al reflexionar sobre lo que significa «hacernos presentes» como amigos, me acordé de cuando tenía 16 años. Había un chico en mi clase a quien llamaré Marcus. Era del tipo callado, nunca decía mucho y yo tampoco sabía qué decirle. Trabajamos juntos en algunos proyectos del colegio, pero nunca hablamos de nada más que no fuera de eso.
A mitad del año escolar, algo ocurrió en la vida de Marcus. No recuerdo qué fue, salvo que algo lo incomodaba evidentemente. Yo sabía que le hacía falta un amigo, pero no sabía cómo ser ese amigo para él. Un día, al salir del colegio me armé de valor y fui a su casa. Lo encontré trasteando en el garaje. Lo saludé y luego me senté a verlo juguetear como por una hora con un viejo reloj. Debo admitir que me sentí un poco raro allí sentado. No sabía si estaba siendo de ayuda.
Tras aquella visita tuvimos unas cortas vacaciones en el colegio, y durante ese tiempo no vi a Marcus. La siguiente vez que lo vi, me sorprendió. Se me acercó y se puso a hablar conmigo. Hablamos durante mucho rato y desde entonces hemos sido amigos. Aquel gesto incómodo de presentarme en su casa fue suficiente para que él confiara en mí. Yo no sabía que aquello constituiría un acto clave en nuestra amistad, pero me siento feliz de haber ido a su casa aquel día.
Hay dos versículos bíblicos en torno a la amistad que me gustan mucho. Ambos están en el libro de los Proverbios: «En todo tiempo ama el amigo» (Proverbios 17:17). «Hay amigo más unido que un hermano» (Proverbios 18:24).
Creo que el primero, en sus breves palabras, sugiere que la amistad puede pasar por toda clase de circunstancias: momentos en que no se está de acuerdo, momentos en que están enojados el uno con el otro, momentos de estrés, dolor o pruebas que hacen que el uno o el otro se alejen por un tiempo. La vida también se puede poner muy ajetreada. Se experimenta el éxito y el fracaso. A través de todo ello, sabes que tu amigo te quiere. Sabes que te aprecia, que te considera importante, cree en ti y te apoya.
El segundo versículo dice que un buen amigo se hace presente. No puedes deshacerte de un buen amigo solo porque tengas un mal día, o semana o incluso un año. «Hacerse presente» podría significar escribirle algo en su muro de Facebook, llamarlo, enviarle un mensaje de texto o comunicarse de cualquier otra forma aun sin estar físicamente presente. También significa orar por tu amigo o amiga.
Albert Schweitzer dijo: «En la vida de toda persona, en algún momento, se nos apaga el fuego interior. Luego estalla en llamas por un encuentro con otro ser humano. Deberíamos sentirnos agradecidos por esas personas que reavivan nuestro espíritu. En el curso de la vida llegamos a estar en ambos extremos: en el de dar y en el de recibir. En ocasiones serás tú el que reavive la esperanza y el gozo de alguien y en otras serás tú el que necesite que le levanten la moral.»
Cuando te hace falta un amigo y alguien se aparece en tu puerta (o en tu página de Facebook), ¡te alegra el día! El hecho de que Sam Rayburn fuera al hogar de aquel amigo sumido en el dolor fue probablemente el primer rayo de luz que aquella familia había experimentado desde la partida de su hija. Puede que haya sido justamente lo que necesitaban para seguir luchando cuando sentían ganas de darse por vencidos. Me gusta pensar que fue así.
*
Mi mejor amigo es el que saca a relucir lo mejor de mí. Henry Ford
Recuerda que las antigüedades más valiosas de la vida son nuestros queridos viejos amigos. H. Jackson Brown Jr.
La amistad aumenta la felicidad y reduce la miseria, al duplicar nuestra alegría y dividir nuestro dolor. Marco Tulio Cicerón
Prefiero caminar con un amigo en la oscuridad que andar sola en la luz. Helen Keller
Siempre digo que Lorelei Lee se equivocó en Gentlemen Prefer Blondes. No es que los diamantes sean los mejores amigos de una chica, más bien tus mejores amigos son tus diamantes. Son tus mejores amigos quienes son sumamente resistentes, hechos bajo presión y de un valor sorprendente. Gina Barreca
Los amigos son los hilos que tejen un hermoso tapiz de recuerdos. Autor anónimo
Un verdadero amigo conoce tus defectos pero te muestra tus virtudes; siente tus miedos pero fortalece tu fe; sabe de tus ansiedades pero libera tu espíritu; reconoce tus discapacidades pero destaca tus posibilidades. William Arthur Ward
Un amigo fiel ama hasta el final. Autor anónimo
Este artículo fue adaptado de un podcast de Solo1cosa, textos cristianos para la formación del carácter de los jóvenes.
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