Imagen corporal: encontrar la verdadera belleza
Recopilación
La imagen corporal puede definirse como una imagen subjetiva que tiene una persona acerca de su apariencia física, o la manera en que se ve y se imagina a sí misma. Wikipedia define la imagen corporal como «el conocimiento y representación simbólica global del propio cuerpo»[1]. Psychology Today dice: «La imagen corporal es la representación mental que creamos de la forma en que pensamos que nos vemos; puede parecerse poco o mucho a la forma en que nos ven los demás. Es decir, que depende de toda clase de distorsiones por parte de elementos internos como lo son nuestras emociones, estados de ánimo, experiencias tempranas, actitudes de nuestros padres y mucho más. No obstante, influye decisivamente en la conducta.»[2]
En un conmovedor discurso registrado en el libro de Isaías, Dios explica la manera tan perfecta en que conoce a Su creación, y de la impecabilidad con que hace todas las cosas. Proclama: «Yo hice la tierra, y sobre ella formé a la humanidad. Mis propias manos extendieron los cielos, y di órdenes a sus constelaciones»[3].
Nosotros, los humanos, tenemos piernas que nos permiten caminar, pies que nos trasladan de un lugar a otro, manos que nos sirven como medios de vida, y una mente y un alma que nos ayudan a tomar las múltiples decisiones que se nos presentan en la vida. Todo ello nos fue concedido por un Dios omnisciente.
Creo que me sentiría más a gusto conmigo misma si lograra cambiar mi concepto corporal sencillamente al estar agradecida por el regalo que es este cuerpo, el vehículo que me permite transitar esta vida. Para lograrlo, tengo que dejar de concentrarme tanto en la creación —mi cuerpo— y en lugar de eso concentrarme en el creador, Dios. Requiere un cambio de perspectiva, darle más importancia a la manera en que Dios concibe Su propia creación, en lugar de la opinión que podamos tener yo o los demás sobre mi físico.
En un relato de la Biblia, Dios le encarga al profeta Samuel que halle al próximo rey de Israel, tras el fiasco que resulta ser el rey Saúl. Dios le dice a Samuel que eche un vistazo a los hijos de Isaí, y el primero que le presentan es Eliab, ¡un hombre de lo más apuesto! A Samuel le basta con verlo para convencerse de que Eliab podría ser el próximo rey de Israel. No obstante, Dios le dice: «No te dejes impresionar por su apariencia ni por su estatura, pues yo lo he rechazado. La gente se fija en las apariencias, pero Yo me fijo en el corazón»[4].
A juzgar por este relato, parece que incluso en tiempos bíblicos la gente se guiaba mucho por las apariencias; y este relato nos recuerda a los humanos que Dios mira las cosas de manera completamente distinta.
En una sociedad obsesionada con la imagen corporal, puede darse una importancia excesiva a la apariencia exterior en comparación a lo que ocurre en nuestro interior. Puede ser muy fácil permitir que nos importe más el aspecto exterior de los demás o incluso el propio, y menos el que seamos personas íntegras y de carácter.
A continuación tengo tres preguntas que utilizo con cierta frecuencia para ayudarme a mantener las cosas en perspectiva, y para evitar caer en una fase negativa con relación a mi imagen corporal.
Primero y principal: ¿Con qué patrón de belleza me estoy midiendo? Si fue Dios quien me formó, y toda la creación lo alaba[5], entonces a Sus ojos yo soy hermosa.
En segundo lugar: ¿Cómo quiero que me recuerden los demás? En términos generales, podría afirmar que quisiera que las personas me recuerden más por cualidades como bondad, respeto, empatía y consideración que por el atractivo de mi físico. Es agradable recordar que las amistades que perduran, raramente se basan en la apariencia física de quienes la componen y, por el contrario, tienen más que ver con sus personalidades y con quiénes son en realidad.
Y, en tercer lugar: ¿en qué repara Dios cuando mira mi corazón?
Claro, es importante cuidar el cuerpo que Dios nos ha dado y es posible que algunas personas tengan una relación malsana con su imagen corporal por no haber dado a su cuerpo el debido cuidado. También hay ciertas cosas físicas que uno puede hacer, así como patrones mentales que puede adoptar o rechazar para ayudarse a tener una perspectiva positiva frente a la forma de su cuerpo. No obstante, desarrollar una autoimagen positiva más que nada supone aceptar que el propio cuerpo es una creación del Creador, y luego esforzarse al máximo por cuidar debidamente el vehículo que se nos da para transitar la experiencia humana. T.M.[6]
Creados a imagen de Dios
¿Por qué siempre somos nuestros peores críticos? Todos hemos tenido momentos en que dudamos de nosotros mismos, nuestras inseguridades se alzan y apuntan hacia nosotros con precisión desgarradora mientras atraviesan nuestra armadura —que nos hemos puesto con cuidado— justo por donde hace que nos derrumbemos. Todos luchamos con constantes sensaciones de insignificancia, inferioridad y las debilidades que notamos en nosotros mismos.
¿Pero qué piensa Dios de las críticas que nos hacemos a nosotros mismos? ¿Dios estaría de acuerdo con todo lo que dices de tus defectos intelectuales o espirituales, y de tu cuerpo lleno de imperfecciones?
Puedes tener la certeza de que Él no estaría de acuerdo.
Dios te diría que no hay nada malo en tu intelecto ni en tu cuerpo. Ves las incapacidades y los muslos grandes; Dios ve Su creación perfecta. Dios te hizo tal como eres y Él no comete errores.
En lo que respecta a este versículo[7]: «¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él, y el hijo del hombre para que lo cuides? ¡Sin embargo, lo has hecho un poco menor que los ángeles, y lo coronas de gloria y majestad!», tal vez el salmista no entendía cómo Dios, que hizo las estrellas, pudiera interesarse en un simple ser humano.
Esa es una humildad sana. Entonces, el salmista tuvo una vislumbre de la perspectiva de Dios: El hombre fue creado un poco menor que los ángeles. Cuando reconocemos que Dios nos ha dado esa clase de honor y gloria, empezamos a entender nuestro valor. La imagen más sana que podemos tener de nosotros mismos proviene de la combinación de la humildad y el honor dado por Dios. […]
Dios nos hizo a Su imagen o semejanza. Esa es la primera señal del valor que ha puesto en nosotros. Ninguna otra criatura de la Tierra se ha hecho a la imagen de Dios.
Dios no quiere que envuelvas tu identidad en nociones falsas de inferioridad. Tus ideas negativas acerca de tu cuerpo o tus capacidades pueden ser consideradas como una ofensa al diseño de Dios. Se te ha creado a la imagen de Dios y Él te hizo de esa manera por una buena razón. Acéptala y empieza a pensar cuáles podrían ser los motivos de Su diseño.
¿Te dio una particularidad que podrías utilizar para comunicarte con otros y llevarlos a Jesús? ¿Puedes ofrecer apoyo y asesoramiento a otros como tú, que podrían hacer brillar en su vida la luz del amor de Jesús?
Hay muchísimas posibilidades cuando empiezas a reconocer y aceptar el amor infinito que Dios tiene por ti y la forma precisa en que te creó. Unfolding Faith Blog[8]
Belleza bíblica
Por mucho tiempo me costaba entender el significado bíblico de la belleza. Miré la sociedad para afirmar mi valor, pero eso falló. Luego, puse la mirada en Dios para afirmarme en mi aspecto físico, y también falló porque resulta que la belleza física y la apariencia externa es lo que menos le preocupa a Dios.
Un tema común en las Escrituras es que el corazón es más importante que la apariencia externa. En Génesis, cuando Dios nos hizo a Su semejanza, no tenía nada que ver con nuestra apariencia física porque… no nos parecemos forzosamente a Dios en el aspecto físico. En cambio, nuestra alma y corazón constantemente son santificados en esta vida, de modo que algún día nos pareceremos complemente a Jesús: que es puro y sin pecado.
El salmo 139 nos dice que el Señor formó nuestras partes internas, que nos tejió en el vientre de nuestra madre y vio nuestro cuerpo en gestación. Allí, en lo secreto, nos amó, nos llamó Suyos, y escribió la historia de nuestra vida antes de que naciéramos y de que nuestro cuerpo estuviera completamente desarrollado. ¿Esto tenía algo que ver con nuestra apariencia física? ¡No!
De hecho, ese mismo versículo dice que fuimos creados «asombrosa y maravillosamente». A muchos les gusta aplicar eso a la belleza física, pero si se considera en el contexto hebreo, «asombrosa» significa con interés y reverencia y «maravillosamente» significa ser apartados. Por lo tanto, lo que en realidad ese versículo quiere decir es que Dios nos creó con profundo interés y para estar apartados. […]
Cuando Dios hizo nuestro cuerpo físico, Su obra fue detallada y bien concebida. Lo señala la ciencia, la anatomía y la fisiología. Cuando Él terminó, dijo que era bueno. […]
Jesús fue Dios en carne humana, y la obra de salvación no podría haber sido terminada de ninguna otra forma. A fin de funcionar con un propósito eterno, una medida muy práctica es cuidar y ser buenos administradores del cuerpo que hemos recibido. Por lo tanto, aquí la gran lección es que la belleza bíblica es un asunto del corazón. Hanha Hobson[9]
Publicado en Áncora en noviembre de 2021.
[1] https://es.wikipedia.org/wiki/Imagen_corporal
[2] http://www.psychologytoday.com/basics/body-image
[3] Isaías 45:12 (NVI).
[4] 1 Samuel 16:7 (NVI).
[5] Salmo 145:10.
[6] Just1Thing.
[7] Salmo 8:4,5 (NBLA).
[8] https://www.tyndale.com/sites/unfoldingfaithblog/2019/01/17/made-in-the-image-of-god-facing-our-body-image-issues-and-insecurities.
[9] http://www.hanhahobson.com/reflection/biblical-perspective-on-body-image-and-beauty/.
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