Endurecer mi rostro como el pedernal
Steve Hearts
[Setting My Face Like a Flint]
¿Estás enfrentando un futuro incierto porque muchas cosas están en el aire? Quizás hay vaivenes y cambios en el trabajo, tu ministerio, tu familia o en otros aspectos de tu vida. Quizás hay personas en tu entorno que están tomando, o van a tomar, decisiones cuyas consecuencias te afectarán directamente y no estás seguro de cómo gestionar dichas consecuencias.
He enfrentado este tipo de incertidumbre, y cuando me encuentro ante situaciones así, me resulta difícil controlar los pensamientos, evitar que se descontrolen como caballos salvajes, imaginando todas las hipótesis o lo que podría ocurrir, y demás. Un pasaje de las Escrituras que me ha ayudado mucho a controlar mis pensamientos en momentos así es Isaías 50:7: «Por eso endurecí mi rostro como el pedernal y sé que no seré avergonzado».
Mientras meditaba en ese versículo, el Espíritu Santo me mostró que endurecer mi rostro como el pedernal significa poner mis ojos fijos en Él y en Sus maravillosas promesas, en lugar de centrarme en la incertidumbre que me rodea y todos los pensamientos tumultuosos que la acompañan. Una definición de comentarios de la Biblia explica: «Pedernal es una roca dura. “Endurecer el rostro como el pedernal” es una figura retórica que sugiere firme determinación.»1
Hace unos días salí a caminar con mi hermano por un sendero cercano a nuestra casa. Había pasado bastante tiempo desde la última vez que salimos a caminar por ese sitio y estaba contento de tener la oportunidad de estar al aire libre, ya que paso la mayor parte del tiempo en la casa, incluso cuando hago ejercicio. Durante la caminata, el Señor me dejó extremadamente clara esta enseñanza de endurecer el rostro como el pedernal. Para dar un poco de contexto, esta es una pequeña descripción de cómo son estos paseos para mí teniendo en cuenta que soy ciego.
A lo largo de ese sendero que recorremos, hay varios puntos de referencia con los que puedo guiarme usando el bastón. En algunos puntos hay pasto a ambos lados del camino que toco con el bastón mientras ando por el medio del sendero. En otros puntos hay postes, entradas de autos, etc. Lo más importante es que mi hermano camina varios metros delante de mí y tengo que escuchar muy bien el sonido de sus pasos, que no son muy fuertes pero se escuchan bastante bien si me concentro. Me dirige verbalmente cuando es necesario, pero sobre todo me guío escuchando sus pasos.
Muchas veces durante esas caminatas cruzo con personas que hablan muy alto o tienen perros que ladran. También hay lugares más cercanos a la calle en los que se oyen los ruidos fuertes de distintos tipos de vehículos. Las primeras veces que caminé por ese sendero, esos ruidos me confundían por completo, me despistaban y me hacían dudar de mi sentido de la orientación. Pero cuanto más caminábamos por allí, más me acostumbré a concentrarme en los puntos de referencia que identificaba con mi bastón, y a escuchar el sonido de los pasos de mi hermano delante de mí. Descubrí que aun cuando el ambiente es bullicioso, si presto suficiente atención, y elijo ignorar los ruidos que me rodean, escucho todo el tiempo el sonido de los pasos de mi hermano.
El Señor me indicó que es así como debo lidiar con las situaciones que me rodean y los pensamientos que estas generan. Mientras hago lo que puedo y debo hacer en la práctica para hacer frente a lo que me ocurre, debo prestar atención principalmente al Señor y a Su Palabra.
Debo endurecer mi rostro o mi mente como el pedernal, concentrarme en ello y negarme a considerar nada contrario. Esto puede significar seguir adelante en la dirección que Él me está indicando, sin ser influenciado o disuadido por lo que los demás deciden hacer. Recuerdo lo que le dijo Jesús a Pedro: «¿A ti qué? Tú solo sígueme» (Juan 21:22).
El pedernal, una roca muy dura, oscura, se usa figurativamente en la Biblia para expresar dureza, como los cascos de los caballos (Isaías 5:28), la tenacidad que requiere una tarea difícil (Deuteronomio 8:15; Salmo 114:8), y la inflexibilidad de la determinación inquebrantable (Ezequiel 3:8–9). Endurecer el rostro como el pedernal es una figura retórica que usa el profeta para describir la inquebrantable determinación del Mesías para perseverar frente a la atroz tarea que le toca realizar. [...]
No perder el rumbo en la vida cristiana exige que endurezcamos el rostro como el pedernal. El apóstol Pablo nos insta a correr la carrera con los ojos puestos en el premio (1 Corintios 9:24–27). Pablo endurece su rostro como el pedernal para terminar su recorrido: «No es que ya lo haya conseguido todo o que ya sea perfecto. Sin embargo, sigo adelante esperando alcanzar aquello para lo cual Cristo Jesús me alcanzó a mí. Hermanos, no pienso que yo mismo lo haya logrado ya. Más bien, una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está delante, sigo avanzando hacia la meta para ganar el premio que Dios ofrece mediante Su llamamiento celestial en Cristo Jesús» (Filipenses 3:12–14). GotQuestions.org2
Por mucho que sepamos o no sepamos lo que nos depara el destino, contamos con las promesas de Jesús en Juan 10:4: «Cuando ya ha sacado a todas las (ovejas) que son suyas, va delante de ellas y las ovejas lo siguen porque reconocen su voz».
Si bien cada uno de nosotros, como miembros del cuerpo de Cristo, transitamos nuestro recorrido individual para madurar espiritualmente, somos todos guiados por el mismo buen pastor, Jesús. Si endurecemos el rostro como el pedernal, contemplando Su rostro y escuchando Su voz, no estaremos nunca perdidos o avergonzados.
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