Los siervos vigilantes
Peter Amsterdam
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[The Waiting Servants]
En los Evangelios de Marcos y Lucas, Jesús habló de Su retorno en dos parábolas. Si bien las dos difieren un poco entre sí, ambas expresan la misma idea.
La primera se encuentra en el Evangelio de Marcos. Jesús la narra y seguidamente da explicaciones a Sus discípulos en cuanto a la aplicación de la misma. Antes de relatar esta parábola Jesús había hablado sobre sucesos que precederían a la parusía (Su retorno al final de los tiempos). Dijo que únicamente el Padre sabe cuándo vendrá ese momento, pero mientras tanto instó a Sus discípulos a que «miren y velen porque no saben cuándo será el tiempo» (Marcos 13:32,33).
Procedió entonces a referirles la parábola:
Será como el hombre que al salir de viaje dejó su casa y dio autoridad a sus siervos, a cada uno su obra, y al portero mandó que velase. Velen, pues, porque no saben cuándo vendrá el Señor de la casa, sea a la tarde, a la medianoche, al canto del gallo o a la mañana; no sea que cuando vuelva de repente los halle durmiendo. Lo que a ustedes les digo, a todos les digo: ¡Velen! (Marcos 13:34-37).
El señor de la casa puso las cosas en orden para asegurarse de que sus siervos supieran lo que debían hacer en su ausencia. Insistió en decirle al portero que estuviera alerta, listo para recibirlo a su regreso y abrirle la puerta cuando arribara. Por lo general el oficio del portero era evitar que ingresaran posibles intrusos, pero en este caso se le instruyó que estuviera preparado para abrir la puerta cuando volviera el dueño de casa. Sin embargo, no se le dio ninguna indicación de cuándo regresaría este.
Jesús entonces pasa a hablar con Sus discípulos, exhortándolos a permanecer despiertos y alerta, por cuanto desconocen en qué momento retornará su Señor. Jesús aludió a las cuatro vigilias en las que los romanos dividían la noche: el atardecer, la medianoche, el canto del gallo y el amanecer. Su insinuación de que el señor podría llegar de repente no significaba en breve, sino inesperadamente; es decir que podía arribar en cualquier momento y que nadie sabría con exactitud cuándo lo haría. En caso de que el siervo se encontrase durmiendo cuando llegara el maestro, habría faltado a su deber.
Llamados similares a mantenerse despiertos y alerta se encuentran a lo largo de los Evangelios: «Velen, pues, en todo tiempo, orando para que tengan fuerzas para escapar de todas estas cosas que han de suceder, y puedan estar en pie delante del Hijo del Hombre» (Lucas 21:36). «Velen, pues, porque no saben en qué día viene su Señor» (Mateo 24:42). «Estén atentos, porque ustedes no saben el día ni la hora en que el Hijo del Hombre vendrá» (Mateo 25:13).
Que a uno lo descubran durmiendo cuando debiera estar de guardia se consideraría un vergonzoso incumplimiento de sus obligaciones. Leemos que eso precisamente ocurrió en la víspera de la crucifixión de Cristo. Jesús instruyó a Pedro, Jacobo y Juan que se quedaran con Él mientras oraba. Más adelante se lee en el texto que «los halló durmiendo» y le dijo a Pedro: «¿No has podido velar una sola hora?» (Marcos 14:34-37.)
Jesús hizo hincapié en que Sus discípulos deben estar alerta, despiertos, conscientes y vigilantes, ya que nadie sabe la hora de Su venida. Lo que manifestó a Sus discípulos se lo dice a todos los cristianos de todas las épocas, incluidos nosotros hoy en día. Nos convoca a vivir nuestra fe con actitud vigilante de manera que nos garantice estar preparados para encontrarnos con el Señor. En Mateo 24 Jesús dice: «¿Quién, pues, es el siervo fiel y prudente, a quien su señor lo puso sobre los criados de su casa, para que les diera alimentos a su debido tiempo? Bienaventurado será aquel siervo a quien, cuando su señor venga, lo encuentre haciéndolo así» (Mateo 24:45,46).
Es fácil permitir que nuestra vida espiritual divague sin rumbo dejando a un lado nuestra fe y nuestra relación con Dios. Las preocupaciones de la vida diaria nos exigen centrar la atención en las labores y tareas de cada día, en nuestra familia y amistades y en los interminables asuntos de la cotidianidad. Por eso hace falta intencionalidad, como también tiempo y esfuerzo, para vivir activamente nuestra fe, apacentar nuestra alma, mantener vibrante y vigente nuestra vida espiritual, cumplir el llamado que nos hace Jesús: ¡Velen!
La segunda parábola, que contiene un mensaje parecido, se halla en Lucas 12:
Manténganse listos, con la ropa puesta y con su lámpara encendida. Sean como los siervos que están pendientes de que su señor regrese de una fiesta de bodas: en cuanto su señor llega y llama, ellos le abren enseguida. ¡Dichosos los siervos a los que su señor encuentra pendientes de su regreso! De cierto les digo que se ajustará la ropa, los hará sentarse a la mesa, y él mismo vendrá a servirles. Dichosos los siervos a los que su señor encuentre así, aunque llegue a la medianoche o en la madrugada (Lucas 12:35–38).
Jesús da comienzo a esta parábola instándolos a que «estén con la ropa puesta, listos para servir». Esto expresa la idea de permanecer en constante estado de alerta y disponibilidad para actuar. Así lo reitera 1 Pedro 1:13: «Preparen su mente para la acción, estén atentos y pongan toda su esperanza en la gracia que recibirán cuando Jesucristo sea manifestado».
Después de ese llamado a estar listos para la acción, Jesús pronuncia otra frase que expresa el mismo concepto: «Manténganse […] con su lámpara encendida». Esto conlleva estar preparado para entrar en acción durante la noche. Las dos ideas indican la actitud de preparación que Jesús pide a Sus discípulos que tengan mientras aguardan Su regreso.
La tercera figura verbal redondea la idea de estar preparados: «Sean semejantes a hombres que esperan a su señor que regresa de las bodas, para abrirle tan pronto como llegue y llame». Las fiestas de bodas de aquella época podían durar días y hasta una semana, por lo que los siervos no tenían ni idea de cuándo volvería a casa su señor. Tenían que estar en continuo estado de alerta mientras aguardaban.
Jesús se valió de tres ejemplos de actitud alerta para expresar la necesidad de que Sus seguidores vivan de manera que sean reflejo de Sus enseñanzas: tener la ropa puesta para actuar, mantener encendidas las lámparas y estar preparados en todo momento para el regreso del señor. Debemos llevar una vida guiada por Su Palabra, con un ojo puesto en el cielo aguardando con expectación Su regreso.
Luego pone el foco en la recompensa que obtendrán los que estén listos. «Dichosos aquellos siervos a quienes el señor, al venir, halle velando». Los que estén despiertos al regreso del señor tendrán el favor de Dios. Estuvieron vigilantes espiritualmente, vivieron su fe.
Jesús se refirió entonces al modo de proceder del señor que habiendo regresado a casa encuentra a sus siervos esperándolo. «En verdad les digo que se ceñirá para servir, y los sentará a la mesa, y acercándose, les servirá». El señor invierte los papeles con los siervos, que en esencia significa que estos ya no ocupan el mismo lugar en la jerarquía que antes. Los actos del señor en esta parábola reflejan los actos de Jesús durante la Última Cena cuando lavó los pies a Sus discípulos (Juan 13:4,5).
Después de hacerlo, les dijo: «Pues bien, si Yo, el Señor y el Maestro, lavé sus pies, también ustedes deben lavarse los pies los unos a los otros. Porque ejemplo les he dado para que, así como Yo se los hice, ustedes también lo hagan» (Juan 13:14,15).
El concepto de Jesús como el que sirve se encuentra diseminado por los Evangelios. Enseguida dos ejemplos: «El Hijo del Hombre tampoco vino para ser servido sino para servir y para dar Su vida en rescate por muchos» (Marcos 10:45), y «Yo estoy en medio de ustedes como el que sirve» (Lucas 22:27).
Jesús continuó: «Ya sea que venga en la segunda vigilia, o aun en la tercera, y los halla así, dichosos son aquellos siervos». A diferencia de las cuatro vigilias de la noche que aparecen más arriba en la parábola de Marcos, en este caso Jesús hace mención de las tres vigilias de la noche que tenían los judíos. Dice a quienes lo siguen que el momento de Su regreso es incierto y que quienes estén alerta y preparados, sea cual sea la hora a la que llegue el señor, serán bendecidos.
En dos ocasiones Jesús llama dichosos a los siervos que cuando Él regrese estén preparados y vigilantes. La Escritura nos enseña que Jesús volverá, pero que nadie sabe cuándo tendrá lugar Su segunda venida. Al igual que los siervos que aparecen en esta parábola, ninguno de nosotros sabe el día o la hora en que retornará nuestro Señor; no obstante, se nos exhorta a estar siempre vigilantes en espíritu a la expectativa de ese suceso. En algún momento el Señor retornará, y cuando lo haga nos urge estar listos.
Podemos tomar también a pecho estos mismos principios respecto a la hora de nuestra muerte. Ningún cristiano de la Historia ha vivenciado el retorno de Cristo; sin embargo, todos los cristianos que han partido de esta vida han entrado en Su presencia. Ninguno sabemos el momento de nuestra muerte; simplemente sabemos que moriremos. A tenor con lo que enseñó Jesús en estas parábolas, debemos reconocer que no sabemos cuándo nos llamará a casa el Señor; por ende nos urge estar despiertos y alerta en todo momento.
Publicado por primera vez en julio de 2018. Adaptado y publicado de nuevo en mayo de 2024. Leído por Gabriel García Valdivieso.
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