Yo los envío
Recopilación
Como el Padre me envió a Mí, así Yo los envío a ustedes. Juan 20:21[1]
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Entonces oí la voz del Señor que decía:
—¿A quién enviaré? ¿Quién irá por nosotros?
Y respondí:
—Aquí estoy. ¡Envíame a mí! Isaías 6:8[2]
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Les dijo: «Vayan por todo el mundo y anuncien las buenas nuevas a toda criatura. Marcos 16:15[3]
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Ahora bien, ¿cómo invocarán a aquel en quien no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán si no hay quien les predique? ¿Y quién predicará sin ser enviado? Así está escrito: «¡Qué hermoso es recibir al mensajero que traebuenas nuevas!» Romanos 10:14–15[4]
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Ir de misionero a toda la creación es expresar algo indispensable acerca de la naturaleza de Dios. En la Biblia, se menciona la palabra envío más de 650 veces, y en la mayoría de sus acepciones, es Dios quien envía. En el Antiguo Testamento, envía ángeles a ministrar, maná para alimentar y profetas para advertir. Envía catástrofes para detener a tiranos o como medida disciplinaria para Su pueblo. Envía líderes para liberar. Dios está atento a las necesidades, y por lo tanto envía.
En el Nuevo Testamento, el relato de Dios llega a su clímax cuando envía a Su propio Hijo al mundo a sufrir y morir por nuestro pecado y para restablecer Su Creación. «Yo soy el camino, y la verdad, y la vida», nos dice Jesús. «El que me ha visto a Mí, ha visto al Padre». Jesucristo es el máximo letrero para indicar el camino al Cielo.
Hacia el final de Su ministerio en la Tierra, Jesús se volvió hacia Sus discípulos y dijo: «Como el Padre me envió a Mí, así Yo los envío a ustedes». Y después envió al Espíritu Santo para que fuese posible cumplir la misión. En esta historia de Dios, vemos la secuencia de la redención: El Padre envía al Hijo; el Hijo envía al Espíritu; y el Padre, el Hijo y el Espíritu nos envían a nosotros, la iglesia.
La noción de que se nos envíe no obedece a una agenda oculta perpetrada por alguna organización religiosa. Es el alma del Dios vivo. Él es un Dios que envía y que además va. De hecho, sin la palabra envío, en la Biblia no existiría evangelio. Es por eso que cuando nos dirigimos a personas y lugares necesitados, expresamos la naturaleza del Creador. Representamos al Cielo y a nuestro Rey.
Naturalmente, cuando Dios nos envía, no es obligatorio ir. Hasta los primeros apóstoles se quejaron. Circunscribieron la propagación de las Buenas Nuevas a Jerusalén por bastante tiempo. Entiendo por qué no querían partir: la gente respondía al evangelio por todas partes. Muchas vidas se transformaban. ¿Por qué irse cuando el programa batía récords? Sin embargo Dios quería que se dirigieran a todo el mundo y a toda la creación con las Buenas Nuevas. A lo mejor, para ayudarlos a ponerse en marcha, les envió persecución. En Jerusalén comenzaron encarcelar a los cristianos, a pegarles e incluso a matarlos. En cuestión de unos pocos años los seguidores de Jesús se habían dispersado por todo el Imperio Romano, divulgando las Buenas Nuevas del reino a su paso. Rick McKinley[5]
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Estoy más decidido que nunca a que no se nos impongan límites que no sean los que el propio Señor nos impone, el mismo que dijo «por todo el mundo» y «a toda criatura».
Lo difícil es creer que Él se dignaría a servirse de semejantes bribones como nosotros. Pero claro, prefiere valerse de unos pobres diablos que tienen fe que de gente talentosa y erudita. A Dios le basta con un corazón; no necesita lumbreras para pensar. Con tal de que estemos vacíos, no hay problema, porque entonces damos cabida a que nos llene con el Espíritu Santo. C. T. Studd
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El cristianismo se extiende mediante la prédica del Evangelio. El regalo de la salvación, que Jesús nos hizo con Su muerte, se comunica mediante la testificación. Si los primeros discípulos no hubieran anunciado el Evangelio y enseñado a otros a hacer lo mismo, el Evangelio habría caído en el olvido. Dios nos ha confiado algo tan magnífico, capaz de transformar vidas eternamente, que es nuestro deber, como discípulos, comunicarlo, dar a otros la misma oportunidad. Peter Amsterdam[6]
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Tenemos que volver al plan original que dio Jesús a Sus primeros seguidores y que ellos pusieron en práctica según lo relata el libro de los Hechos de los Apóstoles. Jesús lo expresó en términos muy sencillos: «Vayan por todos los países del mundo y anuncien las buenas noticias a todas las personas»[7].
Solo Jesús salva; pero no nos salva únicamente a nosotros: quiere salvar al mundo entero, y algún día lo hará. Necesita que nosotros demos a conocer Su amor. Quiere que comuniquemos Su amor y Su mensaje de salvación en la parte del mundo en que vivimos.
Si amas a Jesús y te preocupas por complacerlo, deberías sentirte responsable. Él te ha encomendado una tarea, una misión que debes llevar a cabo. «Te encarezco […] que prediques la Palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo»[8]. Ama y gana almas. Difunde la Palabra. Propaga el mensaje. Transmite Su amor.
Los campos ya están «blancos para la siega»[9], así que ruega «al Señor de la mies, que envíe obreros a Su mies»[10]. Y la primera persona a quien enviará serás tú. David Brandt Berg[11]
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Yo os envío a realizar la obra
y a servir en medio del dolor.
Encontraréis desprecio y congojas,
mas id igual, nos dice el buen Señor.
Así como me envió el Padre también os envío Yo.
Conoceréis nostalgia y aislamiento.
A los amigos los añoraréis.
Decid adiós a vuestros familiares,
pues os envío a recoger la mies.
Así como me envió el Padre también os envío Yo.
Dejad atrás mil sueños e ideales
y renunciad a vuestra voluntad.
Sembrad amor aun cuando os injurien,
pues os envío al mundo a trabajar.
Así como me envió el Padre también os envío Yo.
Yo os envío a corazones duros;
a ojos ciegos, porque no quieren ver,
a entregarlo todo, a dar hasta que duela,
y en ese dar el Calvario conocer.
Así como me envió el Padre también os envío Yo.
Margaret Clarkson
Publicado en Áncora en julio de 2013. Traducción: Irene Quiti Vera y Antonia López.
[1] NVI.
[2] NVI.
[3] NVI.
[4] NVI.
[5] This Beautiful Mess (Multnomah Books, 2006).
[6] http://directors.tfionline.com/es/post/amar-vivir-predicar-ensenar-predicalo/.
[7] Marcos 16:15.
[8] 2 Timoteo 4:2.
[9] Juan 4:35.
[10] Mateo 9:38.
[11] Fuerzas para cada día (Aurora Production, 2004).
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