Vive con generosidad
Recopilación
Se te ha tratado con generosidad. Así pues, vive con generosidad. Mateo 10:8[1]
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La dadivosidad nos lleva a disfrutar de una relación más saludable con lo que poseemos y con el mundo material en que vivimos. Aunque nos gusta ganar dinero, también gozamos de otras cosas, entre ellas el amor de nuestra familia, el sentido de pertenencia a la comunidad y de trascendencia, la satisfacción de alcanzar nuestras metas, de contribuir y de servir. Nos agrada influir positivamente en la vida de otras personas. El asunto es cómo mantener un equilibrio y una perspectiva adecuados. ¿Cómo podemos cubrir bien nuestras necesidades elementales de alimentación, techo, educación y salud, y a la vez dar sentido a nuestra vida? ¿Cómo podemos hacer para no preocuparnos tanto de cosas que en última instancia no nos satisfacen y cultivar más bien aquellas que sí nos gratifican? La práctica intencional de la generosidad contribuye a darnos una buena escala de prioridades.
La dadivosidad es un reflejo de la naturaleza divina. Damos porque hemos sido formados a imagen y semejanza de Dios, cuya naturaleza esencial es generosa. Fuimos creados con la impronta de la naturaleza divina en el alma. Estamos hechos para ser sociables y compasivos, vincularnos afectivamente, amarnos unos a otros y ser generosos. La esplendidez de Dios es parte inherente de nuestra naturaleza. Así y todo, caemos en la ansiedad y el temor, influidos por una cultura que nos lleva a creer que nunca tenemos suficiente. Dios envió a Jesucristo para reconciliarnos consigo mismo y con nuestra sencillez original. Al adoptar ese «sentir que hubo también en Cristo Jesús»[2], nos liberamos. Crecer en la gracia de la dadivosidad es parte del peregrinaje cristiano por la vida, en respuesta al llamado de Dios a dejar huella en este mundo. Robert Schnase[3]
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La misericordia nos trae perdón.
El perdón hace que florezca la gratitud.
La gratitud nos lleva a la generosidad.
La generosidad nos acerca más a la dulzura.
La dulzura nos enriquece dándonos amor…
Y el perfecto Amor nos da paz. Guillermo
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Den, y recibirán. Lo que den a otros les será devuelto por completo: apretado, sacudido para que haya lugar para más, desbordante y derramado sobre el regazo. La cantidad que den determinará la cantidad que recibirán a cambio. Lucas 6:38[4]
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No hace falta ser millonario para dar de lo que se tiene. No hay un solo hijo de Dios que no esté en condiciones de dar algo para ayudar a personas menos favorecidas. Aunque te parezca que no te lo puedes permitir, o aunque no puedas dar mucho al principio, ten presente que Dios bendice a los dadivosos. Si no eres rico, con mayor razón deberías practicar la generosidad: así Dios podrá bendecirte y multiplicar lo que tienes.
La economía de Dios y la del mundo se rigen por principios contrarios. En el mundo, lo normal es pensar: «Cuando tenga millones, entonces comenzaré a dar». El Señor, en cambio, nos exhorta: «Comienza dando lo que tienes ahora, que Yo te daré más». El hombre dice: «Yo primero. La primera ley de la naturaleza es el instinto de conservación». Por contraste, Dios dice: «Preocúpate primero de Mí y de los Míos, y Yo cuidaré de ti»[5]. La persona que da nunca es pobre. El que reparte con generosidad aunque tenga bien poco no puede ser pobre, pues Dios lo bendice con mucho más.
Dios ha establecido que para llegar a disfrutar de abundancia es preciso dar abnegadamente de lo que se tiene. Cuanto más compartas lo que tengas, más te prodigará el Señor y más tendrás para compartir. La caridad y la generosidad enriquecen. David Brandt Berg
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El que es generoso prospera; el que reanima será reanimado. Proverbios 11:25[6]
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San Francisco de Asís afirmó: «Todo lo que obtienes, te separa de los demás; todo lo que das, te une a los demás». El corazón del desinterés es la generosidad. No solo ayuda a unir al equipo; también contribuye a que el equipo avance. John C. Maxwell
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Crear un puente entre tu espiritualidad y tu trabajo significa que incluyes en tu trabajo cotidiano la esencia de quién eres y lo que crees. Significa que si la bondad, paciencia, honestidad y generosidad son cualidades espirituales en las que crees, que te esfuerzas para ponerlas en práctica en tu trabajo. Tratas a la gente con bondad y respeto. Te esfuerzas al máximo por ser una persona generosa: con tu tiempo, dinero, ideas y amor.
En un día cualquiera, tienes muchísimas oportunidades de poner en práctica la paciencia, actos de bondad y perdón. Tienes tiempo para los pensamientos amorosos, sonreír, abrazar a otros y poner en práctica la gratitud. Puedes escuchar con mayor atención. Puedes tratar de manifestar compasión, en particular a personas difíciles o bruscas y desagradables. Puedes poner en práctica tu espiritualidad en casi todo lo que hagas. Richard Carlson[7]
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—Llévale esto a la pobre viuda que vive en las afueras del pueblo —dijo el viejo zapatero alemán a su aprendiz mientras le entregaba una cesta con hortalizas caseras.
El zapatero trabajaba arduamente en su oficio y cultivaba su pequeña huerta para poder salir adelante económicamente. Sin embargo, diríase que siempre regalaba lo poco que tenía.
—¿Cómo puedes darte el lujo de regalar tanto? —le preguntaron.
—En realidad no regalo nada —respondió—. Se lo presto al Señor y Él me lo devuelve con creces. Me avergüenza que la gente piense que soy generoso cuando recibo tanto a cambio. Hace mucho tiempo, siendo yo muy pobre, conocí a alguien que era más pobre que yo. Quería darle algo, pero no veía cómo podía darme ese lujo. Pese a ello, lo hice y el Señor me ayudó. Siempre he tenido trabajo y mi huerto es fértil. Desde entonces, nunca titubeo cuando sé de alguien que está pasando necesidad. Aunque regalara todo lo que tengo, el Señor no me dejaría morir de inanición. Es como tener dinero en el banco, solo que en este caso, el banco —el banco del Cielo— nunca quiebra, y cobro los intereses todos los días. Anónimo
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Es imposible ayudar a todos los pobres, pero por lo menos podemos ayudar a aquellos con los que tenemos contacto, y sobre todo a los que nos prestan algún servicio. A mí nunca me ha parecido que el dar propinas sea en modo alguno un despilfarro o un derroche de dinero. Siempre me ha parecido que dar propinas generosas no solo es una ayuda para la persona a la que se la doy —y lo cierto es que necesita ese dinero— sino que además tengo el deseo de hacerlo y lo disfruto. David Brandt Berg
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Según reza la leyenda, había un monasterio cuyo abad era muy generoso. Jamás negaba alojamiento a un mendigo y siempre daba todo lo que podía. Lo extraño del caso es que cuanto más daba, más próspero se volvía el monasterio.
Al morir el viejo abad, fue sustituido por otro de naturaleza totalmente opuesta. Era mezquino y amarrete. Un día llegó un anciano al monasterio pidiendo alojamiento. Aducía que años antes ya le habían dado resguardo una noche. El abad se lo negó, alegando que el monasterio ya no podía darse el lujo de hacer honor a su otrora hospitalidad.
—Nuestra abadía ya no puede ofrecer pensión a los extraños como lo hacíamos cuando éramos más prósperos. Ya nadie hace ofrendas para nuestra obra.
—No me sorprende —dijo el anciano—. Creo que se debe a que echaron a dos hermanos del monasterio.
—No recuerdo que jamás hayamos hecho eso —respondió el abad desconcertado.
—Sí que lo hicieron —replicó el anciano—. Eran gemelos. Uno se llamaba Dad y el otro Se os dará. Como echaron a Dad, Se os dará resolvió irse también con él. Anónimo
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No existe un alma generosa que sea pobre. Según las leyes de Dios, Sus leyes económicas, Sus bendiciones y de Su forma de hacer las cosas, nadie que dé generosa y pródigamente todo lo que tiene, aunque sea solo la blanca de la viuda, puede ser pobre. Porque si esas personas lo han dado todo, Dios a ellas les dará todo, ¡así que no podrán ser pobres! Las bendecirá de una forma u otra. David Brandt Berg
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El amor hace un esfuerzo adicional. El amor es generoso. No pregunta: «¿En qué me beneficio?» Thomas Lickona
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Todo lo que se da con alegría y generosidad a otro se te devuelve y enrique tu vida de manera inesperada. Jesús, hablando en profecía.
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Si solo nos diéramos cuenta, mientras aún somos mortales, que día a día construimos para la eternidad, ¡qué diferente sería nuestra vida en muchos aspectos! Cada palabra amable, cada pensamiento generoso, cada obra desinteresada se convertirá en un pilar de belleza eterna en la vida venidera. No podemos ser egoístas y poco cariñosos en una vida, y generosos y amorosos en la siguiente. Las dos vidas se mezclan estrechamente: una es la continuación de la otra. Rebecca Springer[8]
Publicado en Áncora en octubre de 2013.
Traducción: Patricia Zapata N. y Antonia López.
[1] Traducción de la versión The Message.
[2] Filipenses 2:5.
[3] Five Practices of Fruitful Living (Abingdon Press, 2010).
[4] NTV.
[5] Mateo 6:33.
[6] NVI.
[7] Don’t Sweat the Small Stuff at Work (New York: Hyperion, 1998).
[8] Intra Muros (Within the Gates, 1922).
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