Ver colores por primera vez
George Sosich
Algún grado de daltonismo afecta a alrededor del 8% de los hombres y a menos del 1% de las mujeres. El nivel de discapacidad va de ligera hasta acromía o daltonismo total. Significa que algunas personas no pueden disfrutar del espectro completo de los hermosos colores con los que Dios ha salpicado Su creación.
No obstante, recientemente muchas personas que sufren de dicha dolencia han podido distinguir los colores por primera vez en su vida con la ayuda de unos nuevos lentes fabricados por la empresa EnChroma. Dichos lentes funcionan mediante una tecnología recién desarrollada que filtra de manera selectiva las longitudes de onda de la luz en el punto exacto donde se produce la confusión o sobreposición de los colores sensibles a la luz. Ello permite al usuario ver los colores con mayor precisión, o incluso por primera vez. Mientras que para algunos la diferencia podría no ser tan marcada, para muchos las mejorías son tan significativas que les ha cambiado la vida.
Hace poco tuve la oportunidad de ver una serie de videos de personas con daltonismo que utilizaban por primera vez los asombrosos lentes. En la mayoría de los casos los anteojos eran un obsequio de familiares o amigos y aparecían rodeados por sus seres amados en medio de objetos de colores vívidos tales como globos y flores. En algunos casos su reacción me conmovió profundamente. Muchos al distinguir colores por primera vez en su vida, se emocionaron a tal punto que prorrumpieron en llanto. Algunos, señalaban emocionados diversos objetos y con asombro hacían preguntas: «¿Ese es el morado?» «¿Ese es el naranja?» Otros estaban tan sobrecogidos que simplemente tomaron asiento.
Semejantes reacciones me recordaron el versículo bíblico 1 Corintios 2:9:
Antes bien, como está escrito: «Cosas que ojo no vio ni oído oyó ni han subido al corazón del hombre, son las que Dios ha preparado para los que lo aman.»
Vivimos en un mundo de maravillosa belleza y nuestros espíritus igualmente habitan cuerpos maravillosos por medio de los cuales, mediante nuestros cinco sentidos, podemos disfrutar de experiencias asombrosas. Podemos admirar atardeceres deslumbrantes y muchas más escenas que pintan a la naturaleza en toda su gloria. Podemos disfrutar de una enorme variedad de alimentos y bebidas deliciosos. Podemos escuchar música inspiradora que nos eleva el alma. Podemos relajarnos por medio de un reconfortante masaje, y mucho más.
No obstante, dichas experiencias no son totalmente perfectas. Desafortunadamente, ahora mismo, al igual que los daltónicos, no podemos disfrutar plenamente de la creación de Dios y de las bellezas naturales. La introducción del pecado en el mundo como resultado de la desobediencia de Adán y Eva desató fuerzas malignas que desestabilizaron la creación original. Cuando damos un paseo por un bello bosque de pronto nos toca hacerles frente a los bichos o al mal tiempo. ¿Te encanta la nieve? Ten cuidado no sea que te congeles. ¿Te fascina la comida? No comas más de la cuenta ni algo que te siente mal pues podrías intoxicarte. Nuestros cuerpos tampoco son perfectos. Nos cansamos, nos enfermamos, incluso algunos sufrimos de dolencias crónicas debilitantes. Hay muchísimo de bueno y hermoso para disfrutar en esta vida, pero siempre parece haber algo que nos impide disfrutarlo plenamente. Ello se debe a que aún persiste la maldición sobre la creación.
¡Pero todo eso va a cambiar cuando lleguemos al cielo! Apocalipsis 22:3 proclama: «No habrá más maldición.» Todo lo que nos impida disfrutar de la belleza de la creación será eliminado por completo. En aquel día, lo mismo que los usuarios de los lentes EnChroma, nos veremos sobrecogidos por la hermosura de lo que nos rodea.
Quienes han pasado por experiencias cercanas a la muerte afirman que visitaron un lugar de belleza indescriptible. Una tierra muy similar al mundo que conocemos, pero muchísimo más hermosa. Describen que las flores y los árboles son de colores mucho más vívidos. Algunos afirman haber visto colores y oído sonidos desconocidos para nosotros ahora. Otros dicen haber escuchado música y sonidos muchísimos más bellos y armónicos que cualquier cosa que jamás hayan experimentado.
C. S. Lewis en su famoso libro Mere Christianity afirma que los placeres de los que disfrutamos en esta tierra son meras copias, ecos o espejismos de sus verdaderas realidades en el cielo.
Si siento un deseo que ninguna experiencia en este mundo pueda satisfacer, lo más probable es que yo haya sido creado para otro mundo. Si ninguno de mis placeres mundanos puede satisfacerlo, no quiere decir que el universo sea un fraude. Probablemente los placeres terrenales no fueron creados para satisfacerlos, únicamente para provocarlos a modo de atisbo de lo que realmente son. De ser así, por una parte, debo asegurarme de nunca despreciar ni dejar de agradecer las bendiciones terrenales, y por otra, nunca confundirlas con algo diferente de lo que son: apenas una especie de copia, eco o espejismo. Debo mantener vivo en mi interior el anhelo por mi verdadero país, al que no llegaré sino después de morir; jamás debo permitir que lo tape la nieve o que sea dejado de lado; el principal objetivo de mi vida deberá ser perseverar hasta llegar a dicho país y ayudar a los demás a hacer lo mismo. C. S. Lewis[1]
Todo creyente salvo algún día será catapultado de esta vida en la que «ahora vemos por espejo, oscuramente»[2] al reino celestial, donde veremos a Dios cara a cara y finalmente podremos ver y experimentar Su creación en todo su magnífico color y gloria. Al igual que los portadores de los lentes EnChroma, seremos extasiados con el eufórico júbilo del momento. Espero ese día con gran ilusión.
[1] C. S. Lewis (1898–1963) en Mere Christianity (Nueva York: HarperCollins, 1980), 136–37.
[2] 1 Corintios 13:12.
Artículos recientes
- Vencer el temor con fe
- La descuidada virtud de la gratitud
- La fe y los desafíos
- Un puesto en la mesa del Padre
- La asombrosa gracia de Dios
- Cómo enfrentar y superar la adversidad
- Obras en curso
- Respuesta cristiana en un mundo polarizado
- La viuda de Sarepta: Un relato de esperanza
- Superar el temor y la preocupación