Superar la pena en momentos de pérdida
Recopilación
¿Estás afligido o de luto por la pérdida de alguien que amas? ¿Te parece imposible superar el dolor y la pena? ¿Te son inalcanzables la paz y el consuelo?
Los discípulos de Jesús conocieron la aflicción y el luto. Vieron a Jesús crucificado y Su cuerpo que yacía en una tumba. De un día para otro lo habían perdido. Al menos eso debieron creer. Desde luego que fueron puestos a prueba durante los tres años que estuvieron a Su lado. Pero la prueba que afrontaron después de Su muerte debió de ser una de las más difíciles.
Si se tiene en cuenta que su Maestro les había dado suficientes advertencias acerca de Su traición, crucifixión, muerte y resurrección al tercer día, cabría pensar que habrían estado mejor preparados para lo que les esperaba[1].
Él les había advertido: «Ahora están tristes, pero cuando vuelva a verlos se alegrarán, y nadie les va a quitar esa alegría»[2]. Al momento que Jesús pronunció aquellas palabras, los discípulos no comprendieron del todo qué tan pronto lo iban a volver a ver. Da la impresión de que pensaban que sería en el más allá, no tan solo tres días después de Su muerte.
Cuando crucificaron y colocaron a Jesús en la tumba se llenaron de dudas. Habían visto al Maestro levantar milagrosamente a los muertos y no obstante, Él mismo yacía allí.
María Magdalena los encontró en aquel estado de abatimiento y melancolía aquel domingo de Pascua. Cuando vino corriendo con las nuevas de que había encontrado la tumba vacía y que un ángel le había dicho que Jesús había resucitado, al principio no la creyeron. Fue necesario que Pedro y Juan lo comprobaran con sus propios ojos[3].
Cuando Jesús se manifestó a los discípulos, se dieron cuenta de que no estaba simplemente vivo. Además podía hacer cosas asombrosas como aparecer y desaparecer, incluso con las puertas cerradas[4]. Más adelante, se apareció a dos de Sus seguidores que viajaban entre Jerusalén y Emaús. Conversó con ellos todo el camino, pero no pudieron reconocerlo hasta más tarde cuando cenaron con Él[5].
Por medio de esta y otras numerosas señales, Jesús convenció a Sus afligidos seguidores de que en realidad había resucitado. Su dolor se transformó en alegría, tal y como les había prometido
Está todo perfecto, pensarán. Pero no veo cómo me pueda ayudar a superar la pena de mi propia pérdida.
Sé cómo se sienten. Yo mismo experimenté el dolor de una pérdida. Mi madre murió en 2004. Su partida fue realmente un proceso doloroso que tuve que enfrentar día tras día. Para mantenerme firme y esconderme del dolor, me decía a mí mismo: Mamá se ha ido y eso no tiene remedio. Sé que algún día la volveré a ver, ¿pero, cuándo? Así que más me vale mantenerme firme y concentrarme en el aquí y en el ahora.
Me resigné a ello durante mucho tiempo, hasta que al final me afectó negativamente. Gracias al Señor y al Espíritu Santo mi perspectiva empezó a cambiar. Estudié la Palabra con mentalidad abierta y descubrí que los seguidores de Jesús que vivimos hoy en día tenemos la misma firme garantía de la eventual resurrección de nuestros seres queridos fallecidos que la que tuvieron los primeros discípulos de la resurrección de Cristo en su momento.
Pablo al dirigirse a los tesalonicenses les dice: «No queremos que ignoren lo que va a pasar con los que ya han muerto, para que no se entristezcan como esos otros que no tienen esperanza. ¿Acaso no creemos que Jesús murió y resucitó? Así también Dios resucitará con Jesús a los que han muerto en unión con Él»[6].
Darme cuenta de eso produjo una resurrección en mi propia alma. Empezaba a renacer la dicha que había dejado morir debido a mi pena y dolor. Y mi gozo sigue aumentando y nada ni nadie me lo puede quitar.
Si luchas para sobrellevar la pérdida de un ser querido, y deseas recuperar ese mismo gozo, consuélate sabiendo que es posible. Puedes pedirle a Dios que te ayude a mirar más allá del dolor y del vacío de la pérdida hacia la gloriosa vida que nos espera, cuando todo sea renovado y restaurado y venga la resurrección. Entonces comenzará un proceso de renovación, resurrección y restauración en tu propio corazón a medida que tu gozo cobra nueva vida. Steve Hearts
El consuelo que da Dios
Si has sufrido la pérdida de un ser querido por fallecimiento, sabrás que es una experiencia dolorosa. Jesús comprendió el dolor de perder a alguien que apreciaba mucho. En el libro de Juan vemos que Jesús perdió a un ser querido llamado Lázaro[7]. Jesús estaba muy conmovido y lloró por la pérdida de su amigo. Sin embargo, esa historia no termina en lágrimas. Jesús sabía que tenía el poder necesario para resucitar a Lázaro. Jesús dijo: «Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en Mí vivirá aun después de haber muerto. Todo el que vive en Mí y cree en Mí jamás morirá»[8].
Jesús venció la muerte por medio de Su resurrección. Es consolador saber que la muerte no es el final para los que creen. Los que conocen a Jesús como Salvador, tendrán la vida eterna[9]. Dios ha preparado un nuevo hogar para nosotros, donde no habrá más muerte, ni lágrimas, ni dolor[10].
Aunque estemos seguros de que nuestro ser querido se encuentra en un lugar mejor, de todos modos nos duele su ausencia en la tierra. Está bien llorar la pérdida de un ser querido. Jesús lloró por la muerte de Lázaro, aunque sabía que lo iba a resucitar. Dios no tiene miedo de nuestras emociones ni de nuestras preguntas. Podemos echar nuestras cargas Sobre Él y confiar en Su amor para darnos tranquilidad y consuelo[11].
Podemos recordar muchas cosas buenas sobre nuestros seres queridos que ya han partido y regocijarnos porque fuimos parte de su vida. Podemos contar historias del impacto que tuvieron en nuestra vida. Tal vez nos dé consuelo hacer algunas cosas que nuestros seres queridos disfrutaron en particular, o dedicar tiempo a recordarlos con otros familiares y amigos cercanos. También podemos honrar su memoria al vivir de manera que honre a Dios y le dé gloria.
Es importante recordar que, en definitiva, Dios es la fuente de nuestro consuelo[12]. […] La Biblia nos dice que Dios es el padre de misericordias y que nos consuela en todas nuestras tribulaciones[13]. Ten la certeza de que Dios te ama y que entiende lo mucho que sufres. Corre al refugio del Altísimo, allí encontrarás dulce reposo[14]. GotQuestions.org[15]
Oración al fiel Amigo
Dios de toda consolación, te ruego que hoy estés cerca de mí. Permite que sienta tu fuerte presencia ahora y en los próximos días. La profunda pena por la pérdida de mi ser querido es un gran peso en mi corazón y en mi mente. Te ruego que vengas y me consueles. Envuélveme en Tu tierno amor. Me duele perder a alguien que quiero tanto. Me cuesta entender, pero sé que ya has visto todo esto en el pasado. Y en Tu sabiduría, decidiste llevarte a un querido miembro de la familia/amigo en este momento y de esta manera. Dios, abrázame y por medio del Espíritu Santo dirígeme palabras que me den seguridad y consuelo. […]
Señor, en Ti tenemos un amigo fiel. Llevas nuestros pesares, penas y dolor. Gracias por el privilegio de presentarte todo en oración. Cuando estemos abrumados por la pena de esa gran pérdida, recuérdanos que no debemos renunciar a la paz ni soportar dolor innecesario; podemos llevar a Ti nuestro corazón afligido. Nunca ha habido un amigo fiel como Tú, que eres partícipe de nuestros pesares y conoces nuestro corazón. Gracias, tierno amigo. […]
Gracias porque nunca estoy solo, pues Tu presencia calma el mar agitado de mi vida y al hablarme das paz a mi alma. Tu Palabra dice que mi fe jamás será avergonzada cuando mi confianza esté en ti. Escucha mi oración mientras te pido consuelo al enfrentar la pérdida de mi ser querido. Ayúdame a encontrar fuerzas y paz en Tu presencia. Devuelve la alegría a mi alma. Señor, bendíceme, guárdame, que Tu rostro resplandezca sobre mí. Vuelve Tu rostro hacia mí y dame paz. ConnectUs[16]
Publicado en Áncora en julio de 2022.
[1] V. Mateo 16:21, Mateo 17:22, Mateo 20:17,18, Marcos 8:31, Marcos 9:31, Marcos 10:32–34, Lucas 9:21,22, Lucas 18:31–33.
[2] Juan 16:22 (NVI).
[3] Juan 20:1–4.
[4] Juan 20:19–20.
[5] Lucas 24:13–31.
[6] 1 Tesalonicenses 4:13,14 (NVI).
[7] Juan 11:1–44.
[8] Juan 11:25,26 (NTV).
[9] Juan 10:28.
[10] Apocalipsis 21:1–4.
[11] 1 Pedro 5:7.
[12] 2 Corintios 7:6.
[13] 2 Corintios 1:3,4.
[14] Salmo 91:1,2.
[15] https://www.gotquestions.org/Espanol/perder-un-ser-amado.html.
[16] https://connectusfund.org/14-best-comforting-prayers-for-loss-of-a-loved-one.
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