Santos sacrílegos
Hugh Halter
Le encanta el olor del tibio aliento de un perro y de la leche.
Bosco tiene 42 años. Es ateo, aunque muy benevolente y viaja por el mundo filmando documentales que revelan la carencia de vivienda, el hambre y la horrible explotación de que son víctimas algunos.
Treinta y siete años atrás, cuando tenía 5, Bosco tuvo que esconderse debajo de una mesa en la pequeña cabaña de su familia en una aldea de Irlanda del Norte, tratando afanosamente de mantener a su perro callado distrayéndolo con un tazón de leche. Estaba escondido allí, debido a que una pandilla de esbirros del IRA había venido a matar a su padre que era un líder rival de la resistencia.
En esos momentos Bosco oró a Dios fervorosamente para que le salvara la vida a su padre. Dos segundos después escuchó un disparo y vio cómo su padre se desplomaba sobre el piso. Aun recuerda el aroma del cachorro y el de la leche. También recuerda haber visto después al asesino de su padre en misa, cantando himnos e inclinando la cabeza para orar. Ese día, decidió que Dios no existía.
¿Cómo conozco a Bosco? Acabo de celebrar la ceremonia de bodas entre él y su novia. Terri, una empedernida buscadora de Dios que trataba de poner la vida de Bosco en contexto para mí. «Bosco es la persona más dulce, amable y respetuosa que haya conocido. Mi esperanza es que algún día cuando descifre a Dios, se abra más a mí. Deb me dijo que sería estupendo que usted lo conociera, y de veras agradezco que haya conducido nuestra ceremonia de bodas.»
Empecé contando este relato debido a que la historia de una persona le importa mucho a Dios. Él no clasifica a la gente por ser ateos, agnósticos, buenos o malos cristianos, paganos o santos. Simplemente toma a las personas por lo que son y comprende su desubicación o el vértigo espiritual por el que puedan estar pasando, especialmente si es un vértigo ocasionado por la religión o por personas religiosas.
A ello se debe que la encarnación de Cristo tuvo lugar. En Juan 1:14 dice: «El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.»
Nosotros espiritualizamos más de la cuenta y sentamos dogmas acerca del motivo por el que Dios vino a la tierra por medio de Su hijo, pero la verdadera razón es porque Él sabía que los hombres y mujeres no podrían comprender, ver o percibir Su verdadera gloria a menos que Él viniera y viviera entre nosotros encarnado en la persona menos religiosa que pudiera imaginarse.
Esa era la belleza sacrílega de Jesús.
Lo colgaron con las personas equivocadas. Era amable con los pecadores. Abrazaba a los enfermos. Permitía que los niños vinieran a Él y Sus discípulos eran todavía peores: no se lavaban las manos debidamente, comían, jugaban y trabajaban durante el Sabat. Él por su parte constantemente derribaba el sistema eclesiástico de fe de ese entonces basado en templos y sacerdotes. Era el hombre más santo que jamás conocieran, pero sin duda alguna era excéntricamente irreligioso… ¡incluso sacrílego!
Ser sacrílego podrá sonar mal, pero simplemente significa desafiar lo que otros consideran religioso con el propósito de revelar al Dios verdadero. Y de todas las cosas que hizo Jesús como «hombre-Dios encarnado» el aspecto más sacrílego de su vida era la forma en que dignificaba la historia de cada persona.
Lo siguiente les parecerá algo excéntrico a muchos de ustedes, pero a tan solo 30 minutos de la ceremonia le pedí a Bosco que subiera a mi jeep. Lo llevé fuera de los «predios libres de alcohol de la iglesia», estacioné el auto y saqué un pequeño frasco de Jameson Irish Whiskey de la guantera. Al ofrecerle el trago, con ojos llorosos exclamó: «No puedo creer que haga esto por mí. He traído por avión a mis amigos de muchas partes del país para mi boda, pero los cristianos de aquí, me prohíben que pruebe el alcohol. Me he sentido avergonzado todo el día.
«¿Cómo es qué usted siendo pastor me hace este obsequio?» Le respondí: «Porque Dios conoce su historia y a Él no le importaba que la gente bebiera en las bodas».
Se tomó un trago, yo hice lo mismo y acto seguido, me rodeó con su brazo y me dedicó una bendición irlandesa. A continuación hice una oración irlandesa por él.
«¿Y por qué no se termina la botella?», le pregunté. Me respondió mientras atornillaba la tapa: «Porque quiero compartir el resto con mis amigos. Gracias por honrarme a mí y a ellos en este día.»
Fue un buen momento, un momento de Dios. Él supo que su historia me importaba y tal vez a raíz de ello empezaría a ver a Dios de forma diferente.
La encarnación implica que debemos dar importancia a la historia de toda persona. La vida de encarnación consiste en escuchar con mucha atención aquellas cosas que hayan desorientado el corazón y la mente de las personas. Y a medida que uno aprende a deshacerse de trilladas generalizaciones, dogmas debilitantes, legalismos inútiles y versículos fuera de contexto, irá comprendiendo el verdadero contexto del corazón de la persona y encontrará las formas más extrañamente apropiadas para ayudar a los demás a acercarse a Jesús.
El sacrilegio es la clave para que tus amigos encuentren a Dios, y si decides convertirte en discípulo de Jesús y te fijas como meta en la vida ser tan irreligioso, incluso sacrílego, verás cómo el mundo frío y gris del cristianismo explota con los colores del reino.
Tomado de: http://www.catalystspace.com/content/read/sacrilegious_saints_what_the_world_needs_and_what_god_wants_us_to_become/
Publicado en Áncora en julio de 2012. Traducción: Luis Azcuénaga y Antonia López.
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