Por qué es importante la mansedumbre
Recopilación
[Why Meekness Matters]
Jesús dijo: «Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad» (Mateo 5:5). En el idioma original la palabra manso se empleó para describir que se refrena un caballo. Es la idea de un caballo que se controla con brida y freno. El caballo elige someterse a la autoridad. Esa es la mansedumbre. Es poder bajo restricción.
La mansedumbre no es debilidad; es poder bajo control. El escritor de Proverbios dice: «Mejor es el lento para la ira que el poderoso, y el que domina su espíritu que el que toma una ciudad» (Proverbios 16:32). En contraste, la persona que no es de carácter dulce se compara a una «ciudad invadida y sin murallas» (Proverbios 25:28). La dulzura de carácter siempre emplea adecuadamente sus recursos, a diferencia de las emociones fuera de control que muy a menudo son destructivas y no tienen lugar en tu vida de creyente.
En la cultura norteamericana se ha redefinido el orgullo como una virtud. Los fuertes, los hermosos, los poderosos, los inteligentes y los privilegiados aprovechan toda oportunidad de presentarse a sí mismos. Los políticos manifiestan orgullo en los discursos y debates; los artistas y profesionales del espectáculo ensalzan el orgullo en sus películas y estilo de vida; los educadores enseñan el orgullo al hacer hincapié en la autoestima y al convertir en ganador a cada niño (lo merezca o no), y los íconos del deporte refuerzan el orgullo como el camino a la grandeza.
Probablemente la cualidad menos admirada en los EE.UU. es la mansedumbre. Sin embargo, la Persona más importante que ha vivido fue un hombre manso y humilde: «Aprendan de Mí, pues Yo soy apacible [manso] y humilde de corazón» (Mateo 11:29). Jesús dio ejemplo de mansedumbre durante Su primera venida, incluso cuando apacentó en el poder de Dios. Los seguidores de Jesús también manifestarán mansedumbre, o dulzura de carácter, como el fruto de una vida llena del Espíritu Santo (Gálatas 5:22). […]
La dulzura de carácter caracteriza a nuestro Señor Jesucristo. Él siempre defendió la gloria de Dios y en última instancia se entregó a Sí mismo en sacrificio por los demás (véase 1 Pedro 2:21-23). Jesús no arremetió contra ellos cuando fue criticado, calumniado o tratado injustamente, pero Él respondió de manera adecuada y con firmeza cuando el honor de Dios fue profanado o Su verdad tergiversada o descuidada. Dos veces limpió el Templo por la fuerza (Mateo 21:12-17; Juan 2:14,15), y repetidamente y sin temor denunció la hipocresía de los líderes religiosos judíos (Mateo 23:13–36; Marcos 12:13-40; Juan 8:12–59).
Cuando llegó Su tiempo de sufrimiento, sin embargo, Jesús se sometió a la voluntad de Su Padre y soportó el abuso e intenciones homicidas de los líderes hipócritas. Demostró mansedumbre hasta el fin. «Cuando lo injuriaban, no respondía con injurias, sino que sufría sin amenazar y se ponía en manos de Dios, que juzga con justicia» (1 Pedro 2:23).
Aunque Jesús dijo: «Bienaventurados [felices] los mansos», en nuestra cultura no elogiamos la mansedumbre. En cambio, elogiamos la asertividad. Celebramos que se obtengan cosas de la gente, a veces incluso al aprovecharse de otras personas. ¿Cuándo fue la última vez que viste una película en la que se elogiaba la virtud de la mansedumbre? […]
Qué diferente es esto de lo que enseña la Biblia. La Biblia celebra la mansedumbre. La cosmovisión bíblica dice que el último es el primero. Dar es recibir. Morir es vivir. Perder es encontrar. El más pequeño es el más grande. La mansedumbre es un punto fuerte. Debería hacernos felices la idea de que vivimos por la verdad de Dios, no por lo que dice nuestra cultura. Christianity.com1
Bendiciones para los mansos
El apóstol Pedro nos dice: «Revístanse todos de humildad en su trato mutuo, porque "Dios se opone a los orgullosos, pero da gracia a los humildes"» (1 Pedro 5:5). Y el Salmo 37:11 nos promete que «los mansos heredarán la tierra y disfrutarán de gran bienestar». A Dios le complace sobremanera que seamos mansos y humildes porque eso lo glorifica a Él, que es el único al que pertenece toda la gloria.
La Biblia nos dice que «Moisés era un hombre muy manso, más manso que todos los hombres que había sobre la faz de la tierra» (Números 12:3). Moisés conocía el secreto: su poder y ungimiento procedían de Dios. Nadie se lo podía quitar. Fue Dios quien ungió a Moisés y fue Él quien lo defendió e hizo posible que Moisés desempeñara el papel al que Dios lo llamó. Eso capacitó a Moisés para ser una persona benigna, mansa y humilde, pues sabía que Dios estaba al control de la situación.
Jesús fue el ejemplo perfecto de mansedumbre, que es uno de los frutos del Espíritu Santo (Gálatas 5:22,23). Jesús dijo: «Lleven Mi yugo sobre ustedes, y aprendan de Mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallarán descanso para su alma»(Mateo 11:29).
Jesús sabía que nos costaría mucho ser benignos, mansos y humildes, por eso nos dio ejemplo durante Su vida terrenal. Por ejemplo, durante la última cena antes de dar Su vida por nuestra redención, le lavó los pies a Sus discípulos, tomando papel de siervo (Juan 13:4–17). Jesús dijo a Sus discípulos: «Si alguno quiere ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos»(Marcos 9:35).
Ser siervo de todos significa anteponer las necesidades ajenas antes que las propias. Tener corazón de siervo nos otorga un temperamento manso y humilde. Cuando tenemos esa actitud también somos amables —sin importar si somos más fuertes físicamente, o más inteligentes o contamos con mayor influencia o privilegio que otros— porque comprendemos que fue Dios quien nos otorgó dichos dones.
Cuando más reconocemos al Señor en nuestra vida y que nuestra fortaleza proviene de Él, nos damos cuenta de que Dios nos creó y que nuestros talentos y habilidades son dones que Él emplea para Su gloria y propósito; y comprender esto nos ayuda a actuar con mansedumbre, amabilidad y humildad. R. A. Watterson
¿Quiénes son los mansos?
En el Sermón del Monte, Jesús empieza con una serie de frases conocidas como las bienaventuranzas. La tercera bienaventuranza es: «Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad» (Mateo 5:5). Las palabras de Jesús reflejan lo que dice el Salmo 37:11: «Los mansos heredarán la tierra y se deleitarán por la abundancia de paz» […]
El término griego traducido como «bienaventurados» en este versículo, también se puede traducir como «felices». La idea es que las personas tendrán alegría si son mansas. La bienaventuranza es desde la perspectiva de Dios, no la nuestra. Es una prosperidad espiritual, no necesariamente una felicidad terrenal.
Asimismo, debemos entender lo que significa «manso». El término griego traducido como «manso» es praeis y hace referencia a la afabilidad, dulzura de espíritu o humildad. [...] La mansedumbre es humildad hacia Dios y hacia otros. [...] La mansedumbre toma como modelo la humildad de Jesucristo. [...] «Siendo de condición divina», Jesús tenía el derecho de hacer lo que quería pero, por nosotros, se sometió a una muerte en una cruz (Filipenses 2:6–8). Esa es la mansedumbre en su máxima expresión. [...]
Puede parecer contrario a las expectativas, pero la promesa de Jesús se mantiene: los mansos serán felices o bendecidos. GotQuestions.org2
Mansedumbre en el lugar de trabajo
La tercera bienaventuranza desconcierta a muchas personas en el lugar de trabajo, en parte porque no entienden lo que significa ser manso. Muchos suponen que el término significa débil, sumiso o que le falta valor. Pero el significado bíblico de la mansedumbre es poder bajo control. En el Antiguo Testamento, se describió a Moisés como el más manso de todos los hombres sobre la Tierra (Números 12:3). Jesús se describió a sí mismo como «manso y humilde de corazón» (Mateo 11:28,29), lo que fue coherente con Sus medidas enérgicas para limpiar el templo (Mateo 21:12,13).
El poder bajo el control de Dios significa dos cosas: (1) negarse a inflar nuestra propia autoestima y (2) reticencia a hacernos valer por nosotros mismos. Pablo refleja el primer aspecto perfectamente en Romanos 12:3. «Digo, pues, a cada uno de ustedes por la gracia que me ha sido dada, que nadie tenga más alto concepto de sí que el que deba tener; más bien, que piense con sensatez, conforme a la medida de la fe que Dios repartió a cada uno».
Los mansos se ven a sí mismos como siervos de Dios, sin tener un concepto más alto de sí mismos que el que deberían tener. Ser mansos es aceptar nuestros puntos fuertes y limitaciones por lo que de verdad son, en vez de estar constantemente intentando representarnos a nosotros mismos de la mejor manera posible. Pero no significa que deberíamos negar nuestros puntos fuertes y habilidades.
Cuando le preguntaron a Jesús si Él era el Mesías, respondió: «Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son hechos limpios, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres se les anuncia el evangelio. Bienaventurado es el que no toma ofensa en Mí» (Mateo 11:4-6). No tenía una imagen exagerada de sí mismo ni un complejo de inferioridad, sino un corazón de siervo basado en lo que Pablo más adelante llamaría «pensar con sensatez» (Romanos 12:3). […]
En el mundo caído, parece que los que progresan son los agresivos y los que se promueven a sí mismos. […] En el lugar de trabajo, parece que ganan los arrogantes y poderosos, pero al final pierden. No ganan en relaciones personales. Nadie quiere un amigo arrogante, egoísta. Los hombres y mujeres sedientos de poder a menudo son personas solitarias. Tampoco ganan en seguridad económica. Piensan que son dueños del mundo, pero el mundo los posee a ellos. Cuanto más dinero tienen, menos seguros se sienten económicamente.
En contraste, Jesús dijo que los mansos heredarán la Tierra. Como hemos visto, la Tierra se ha convertido en el lugar del reino del Cielo. Tenemos tendencia a pensar que el reino del Cielo es el Cielo, un lugar completamente diferente (calles de oro, puertas de perla, una mansión sobre una colina) de lo que conocemos aquí. Pero la promesa de Dios del reino es un nuevo Cielo y una nueva Tierra (Apocalipsis 21:1). Los que someten su poder a Dios heredarán el reino perfecto que viene a la Tierra. Theology of Work, Bible Commentary3
Publicado en Áncora en junio de 2024.
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