Paz en las tormentas de la vida
Palabras de Jesús
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«Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Por eso no temeremos, aunque la tierra tiemble, aunque los montes se derrumben en el corazón del mar, aunque sus aguas rujan y echen espuma, y se estremezcan los montes por su braveza.» Salmo 46:1-3[1]
Cuando a tu alrededor se desaten tempestades, y sientas que los vientos de la aflicción, de la adversidad y de las dificultades te zarandean, busca Mi rostro y ven ante Mi presencia para buscar refugio en Mí hasta que hayan pasado esas calamidades. Acércate a Mí y confía en que cuidaré de ti y seré tu fortaleza y pronto auxilio en las tribulaciones.
El refugio que te he prometido no es otro que el alivio que brinda Mi amor, el consuelo de Mis brazos, la paz que fluye de Mi corazón hacia el tuyo, que te colma y te envuelve, que transporta tu espíritu a la esfera celestial.
En esos momentos de quietud, cuando disfrutamos de íntima comunión, puedo hacer que veas las cosas de otro modo y llenar tu corazón con la paz que sobrepasa todo entendimiento, cuando te apartas de las tormentas de la vida y entras al aposento de Mi refugio.
Capear el temporal
La paz les dejo, Mi paz les doy. No como el mundo la da Yo se la doy a ustedes. No se turbe su corazón ni tenga miedo. Juan 14:27
Aunque no puedo prometerte que te libraré de las tormentas de la vida, sí te aseguro que te acompañaré cuando las atravieses. Mi ayuda se hace patente de múltiples formas. Puede que no siempre se manifieste tal y como esperabas, pero siempre se hará sentir. Nunca te abandonaré ni te desampararé[2]. No te abandonaré a tu suerte, para que bregues por tu cuenta.
Cuando me pidas ayuda, responderé tus oraciones. Cuando te preocupes o tengas miedo, te infundiré fe para confiar en Mí, paz interior y valor para seguir adelante. Cuando estés débil y te invada el agotamiento, apóyate en Mí: te transmitiré energía. Cuando tengas el corazón hecho pedazos, Yo te lo recompondré.
No puedo impedir que sufras contrariedades y pesares, pero sí puedo darte fuerzas para sobrellevarlos, y hacer que redunden en bien tuyo. Puedo hacer que tu espíritu se eleve por encima de las borrascas de la vida hasta Mi reino celestial, donde el sol siempre brilla.
En un día gris, Yo soy tu rayo de sol y el arco iris que aparece tras la tempestad. Soy el refulgente rayo de esperanza que devuelve el brillo a tu mirada. Esta tormenta pasará. Mientras tanto, confía en que te guardaré en medio de toda tormenta que enfrentes en la vida.
Mi insondable paz
«El mismo Señor de paz les dé siempre paz en toda manera». 2 Tesalonicenses 3:16
Mi paz es el mayor de todos los tesoros. Es la perla de gran precio. Es un regalo de valor sin igual, tanto para el Dador como para el que lo recibe. Pagué por tu paz con Mi sangre. Recibes ese regalo al confiar en Mí pese a las tormentas de la vida.
Cuando tienes paz en este mundo y todo te sale como quieres, no buscas Mi paz que supera todo entendimiento. Dame gracias cuando las cosas no salgan como quieres, porque las bendiciones espirituales vienen envueltas en tribulaciones. Las circunstancias adversas son normales en un mundo alejado de Mi gracia. Puedes esperarlas todos los días. Pero regocíjate en las tribulaciones, porque Yo he vencido al mundo.
Yo estoy por encima de todo: de tus problemas, de tu dolor y de los eventos que se arremolinan en un mundo en constante cambio. Cuando buscas Mi rostro, te elevas sobre las circunstancias y descansas conmigo en Mi reino celestial. El camino de la paz se recorre viviendo en la luz de Mi presencia.
Te garantizo que en esta vida siempre enfrentarás problemas, pero no debes concentrarte en ellos. Cuando sientas que te hundes en un mar de problemas, exclama: «¡Ayúdame, Jesús!», y te acercaré de nuevo a Mí. Aunque tengas que decirlo mil veces al día, no te sientas mal. Conozco tus debilidades y me acerco a ti, aunque te sientas alejado de Mí.
¡Dile no a la preocupación! En este mundo siempre encontrarás motivos para preocuparte. Esa es la naturaleza de un mundo fracturado y alejado de Mi gracia: las cosas no son como deberían ser. Por eso sientes constantemente la tentación de vivir con ansiedad, porque esta intenta abrirse camino hacia tu mente.
La mejor defensa es comunicarte conmigo todo el tiempo y salpicarlo con abundante alabanza y acción de gracias. Ser consciente de Mi presencia llena tu mente con Luz y Paz, ahuyentando el temor. Ese conocimiento te eleva sobre tus circunstancias y te permite ver los problemas desde Mi perspectiva. ¡Vive cerca de Mí![3]
Entra en Su templo
«[Dios] juntamente con Cristo Jesús, nos resucitó y nos hizo sentar en los lugares celestiales». Efesios 2:6[4]
Cuando te sientas preocupado por la tensión, acude a Mí y entrégame todas tus preocupaciones y ansiedades. Cuando te sientas en medio de la niebla y tempestad, y tengas tanto pesar en el corazón que no sepas si podrás dar un paso más, acércate a Mí y refúgiate en Mi seno de amor. Déjame que te dé la paz y el descanso necesario para proseguir.
Si no te apartas de los problemas y te acercas a Mí, nunca tendrás la fortaleza ni la resistencia para aguantar las presiones de la vida. Respira profundamente Mi aire celestial. Inhala y relájate. Despreocúpate, deléitate en Mi belleza y medita en Mi templo[5].
El Príncipe de Paz
«Estén quietos y reconozcan que Yo soy Dios. Exaltado he de ser entre las naciones; exaltado seré en la tierra.» Salmo 46:10[6]
En cierta ocasión en que cruzaba el Mar de Galilea con Mis discípulos, se levantó una tormenta que amenazaba con hundir nuestra pequeña embarcación. Viendo asustados a Mis discípulos, ordené a la tormenta que cesara diciéndole: «¡Calla, enmudece!» Y el viento y las olas me obedecieron[7]. Un día diré: «¡Ya basta!», y haré cesar las tormentas de la guerra, las calamidades, las enfermedades y los desastres naturales.
Los conflictos que aquejan al mundo de hoy demuestran que las personas no son capaces de resolver sus diferencias. El mundo no puede sobrevivir sin su Salvador. Cierto, la paz duradera no es posible sin Mí, el Príncipe de Paz. Llegará el día en que Mi paz y justicia cubrirán la tierra, igual que las aguas cubren el mar[8].
Mientras tanto, si acudes a Mí —el Príncipe de Paz— en los momentos de angustia, gozarás interiormente de Mi paz auténtica y duradera, una paz que puede soportar cualquier cosa, sin importar qué tormentas enfrentes en la vida. Siempre estaré a tu lado cuando me necesites.
Publicado en Áncora en octubre de 2020. Leído por Gabriel García Valdivieso.
[1] RVA-2015.
[2] Hebreos 13:5.
[3] Sarah Young, Jesús te llama (Thomas Nelson, 2010).
[4] RVA-2015.
[5] Salmo 27:4.
[6] RVA-2015.
[7] Marcos 4:36-39.
[8] Habacuc 2:14; 3:3.
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