Momentos estremecedores
Maria Silva
Hoy sentí una pequeña muestra de la mano invisible pero fiel de Dios entre bastidores. No suelo tener experiencias «sobrenaturales» en las que puedo ver claramente a Dios obrar. Por eso hoy quedé encantada cuando, a través de un incidente inusual, pude ver cómo Dios obra en mi vida para que cobre sentido y sea sensata, y cómo presta atención a los detalles más insignificantes. Además de reafirmar mi fe, me volvió a inspirar en cuanto a la necesidad de que yo sea un reflejo de Él para los demás, mostrándoles un ejemplo de amor y bondad, a la vez que comparto el plan de la salvación con todos.
El año pasado, cuando mi esposo y yo nos fuimos de viaje a unos 400 km de nuestra casa, nos juntamos con unos amigos para llevar a un señor discapacitado, Giorgio, a una montaña en el norte de Italia. Nos prestaron una Joëlette, que es una silla con una rueda que precisa de dos asistentes que la sujeten y la maniobren[1]. No fue nada fácil ir montaña arriba por un camino pedregoso con nuestra carga de 80 kilos, pero las muchas manos alivianaron la carga y después de unas cuantas horas por fin llegamos a la cima.
Era un día hermoso y la vista espectacular. Giorgio se puso a llorar cuando lo sentamos en una manta desde dónde pudo, por primera vez en su vida, ver desde arriba su ciudad. Toda la vida había visto aquella montaña como un gigante imponente y se preguntaba cómo sería estar en la cima. Ahora se encontraba allí. Vio su vida desde una perspectiva totalmente diferente. Quedó muy conmovido con la amistad, la camaradería y el amor que lo rodeaba.
No estábamos solos en la montaña ese día. Nos encontramos a decenas de personas mientras subíamos. Muchos comentaban sobre la valentía y determinación de nuestro grupo que llevaba una carga inusual. Mi marido y yo nos sentíamos muy contentos de poder participar en esta iniciativa. Disfrutamos cada momento de esta convivencia tan especial con nuestros amigos, y teníamos la esperanza de que nuestra aventura fuera una inspiración para los que nos vieran. Convertimos nuestros deseos en oraciones, pidiéndole a Dios que obrara en cada corazón.
Vamos a adelantarnos un año. Alejémonos de Italia y acerquémonos a Croacia. Dos familias jóvenes, nuevos amigos de Italia, vinieron a visitar nuestro centro de voluntarios un fin de semana para ayudarnos a cortar madera para una viuda mayor de un pueblo remoto. Fue un fin de semana lleno de amor al prójimo y una prueba tangible de la bondad humana motivada por Su Espíritu. Presenciar a este grupo de personas que vino de lejos para asistir a una señora pobre y desamparada para garantizar que pasaría un invierno calentito, nos conmovió enormemente.
Durante la última cena antes de que se fueran hablamos sobre llevar a personas discapacitadas a las montañas. Una de las parejas empezó a mencionar la Joëlette que habían visto escalando una montaña y hablaban de lo estupenda que era. Dijeron que habían visto a un grupo que subió a la montaña a un discapacitado, y que la alegría que éste expresó cuando llegó a la cima era indescriptible. «Les debió costar mucho subirlo por esa montaña rocosa, pero indudablemente valió la pena para él», concluyeron.
Les contamos que habíamos hecho exactamente eso hacía un año. «¿En serio? Esa es la montaña donde nosotros lo vimos.» Una rápida búsqueda de fotos y comparación de fechas demostró que efectivamente habíamos estado en el mismo lugar al mismo tiempo. Antes de conocernos siquiera, ya nos habíamos «encontrado», y esa pareja se había conmovido con lo que había visto, lo cual los inspiró a hacer algo por los demás ellos también. No nos habíamos hablado en aquella cima, ni recordábamos haberlos visto, pero un año y algunos milagros después estaban a nuestro lado cortando madera para una pobre viuda.
¿Coincidencia? Yo lo llamo sincronización divina. En esa zona de Italia hay muchas montañas altas y ciudades grandes. ¿Cuáles podían ser las posibilidades de que nuestros futuros amigos fueran a la misma montaña el mismo día que nosotros? En lo que a mí respecta, se me pone la piel de gallina. Sabía que el Señor estaba revelando Su plan y obra de manera visible. Nos estaba mostrando un ejemplo tangible de lo impresionante que es Su perspectiva grandiosa. Nos permite ver un poquito de nuestras vidas desde Su punto de vista, como un tejedor trabajando en un tapiz que le da la vuelta a la tela por un momento para que veamos la verdadera imagen que está elaborando, en lugar de la maraña de hilos detrás de su obra.
Orando y reflexionando sobre esto, pensé en cuántos momentos estremecedores viviremos en el cielo cuando veamos el panorama general, comprendamos las conexiones y entendamos la importancia de diversos eventos que ocurrieron en nuestra vida. Sabremos el impacto que tuvimos en la vida de otros sin darnos cuenta. Veremos que cada palabra de aliento positiva y cada vez que le llevamos a alguien la salvación tuvo mucha importancia no solo en ese momento sino a largo plazo. Me sentí muy convencida de brindar nuestra luz a los demás de cualquier manera que sea posible, porque nunca sabemos a quién está poniendo Él en nuestro camino.
Me di cuenta también que cuando oramos por las personas que nos habían visto escalando la montaña para que el Señor obrara en sus corazones, Él respondió a esas oraciones. En este caso, Jesús obró en el corazón de esta pareja e hizo posible que nos volviéramos a encontrar e hiciéramos la conexión sobre nuestro encuentro anterior. Nos conocieron porque la mujer había ido a una peluquería nueva meses después de escalar la montaña y vio allí un calendario Perlas de sabiduría. Leyó algunas frases. Le gustaron mucho y nos llamó al teléfono que venía en el calendario. Más tarde nos conoció en un show de Navidad, y en el verano su familia vino a un campamento de voluntarios. Recién la tercera vez que nos vimos nos dimos cuenta que ya nos habíamos encontrado en la montaña.
«Porque por fe andamos y no por vista»[2]. Dios ha dado muchas promesas en Su Palabra, de protección y provisión, sobre Su orientación y presencia en nuestra vida. La mayoría de las veces las tengo que aceptar por fe, porque no puedo ver los detalles de todo lo que Él hace. Simplemente confío en que Él está obrando. Debo decir, sin embargo, que aprecio los momentos en los que escoge darme una vislumbre de Su plan divino y lo que hace detrás de bastidores. Es tan cariñoso que me permite echar un «vistazo» de vez en cuando, lo cual me ayuda a conectarme con Él de manera más fresca y profunda.
[1] Ver http://www.independentliving.org/docs1/joelette.html.
[2] 2 Corintios 5:7.
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