Los ángeles en el Cielo se regocijan
Recopilación
Con Sus últimas palabras antes de ascender al Cielo, Jesús entre otras cosas encomendó a Sus discípulos una misión: «Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura»[1].
Había muerto en la cruz cuarenta y tres días antes, y resucitado tres días después de eso. Todo con la finalidad de darle a la humanidad la oportunidad de obtener el perdón de sus pecados, reconciliarse con Dios y acceder a la vida eterna. Su muerte y Su resurrección hicieron viable la salvación. Con lo que hizo posibilitó que viviéramos eternamente con Él.
Jesús dedicó Sus años de vida pública a predicar, enseñar y capacitar. Jesús fue en busca de las personas que se había propuesto ayudar: los pecadores que necesitaban salvación. No siempre se encontraba y comía con los ricos, con los justos, con los que llevaban una vida de bien. Estuvo dispuesto a atender a los rechazados: los odiados recaudadores de impuestos, los pecadores, los impuros e indignos.
Se le criticó por relacionarse con los marginados; pero Él dejó bien claro lo importante que es cada persona, cualquiera que sea la situación en que se encuentre. «Se acercaban a Jesús todos los publicanos y pecadores para oírlo, y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: “Este recibe a los pecadores y come con ellos”»[2].
Así que les contó esta parábola:
¿Qué hombre de vosotros, si tiene cien ovejas y se le pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto y va tras la que se perdió, hasta encontrarla? Cuando la encuentra, la pone sobre sus hombros gozoso, y al llegar a casa reúne a sus amigos y vecinos, y les dice: «Gozaos conmigo, porque he encontrado mi oveja que se había perdido». Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento.
¿O qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una dracma, no enciende la lámpara, barre la casa y busca con diligencia hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, y les dice: «Gozaos conmigo, porque he encontrado la dracma que había perdido». Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente[3].
Para Dios, cada persona tiene mucho valor. Dios no hace acepción de personas. Para Él, todos son pecadores y necesitan Su amor y redención, sea cual sea su posición social. Él quiere que todos reciban la salvación, y cuando la reciben, los ángeles del Cielo se regocijan. Peter Amsterdam
Alegría en la presencia de los ángeles de Dios
Probablemente estés pensando en lo que dijo Jesús en dos de Sus parábolas; primero, acerca de una oveja perdida y luego de una moneda perdida. (Las parábolas están en Lucas 15:3-10.) En los dos ejemplos, se había perdido algo muy valioso y sus dueños buscaron con diligencia hasta que lo encontraron. Y al encontrarlo, no solo ellos se regocijaron, sino también sus amigos y vecinos.
Jesús dijo que, de una manera mucho mayor, somos infinitamente valiosos para el Señor, y cuando estamos perdidos y separados de Dios, Él nos busca y hace todo lo posible para rescatarnos. Y cuando finalmente nos damos cuenta de lo perdidos que estamos y acudimos a Dios, arrepentidos y con fe, el Señor se regocija y todo el Cielo junto con Él. Jesús dijo: «Les digo que así mismo se alegra Dios con Sus ángeles por un pecador que se arrepiente»[4].
¿Por qué se regocijan? No porque estén sorprendidos, ¡sino porque se ha logrado una gran victoria! Alguien ha sido arrebatado de las garras de Satanás y de la muerte y el infierno, ¿así que por qué no se regocijaría todo el Cielo? Las palabras de Jesús nos recuerdan lo valiosos que somos para Dios, y cuánto anhela que estemos con Él eternamente en el Cielo.
Asimismo, las palabras de Jesús nos recuerdan lo que le cuesta a Dios hacer posible nuestra salvación: la muerte de Su Hijo, Jesucristo. No lo dejes para mañana, hoy mismo acude a Cristo con arrepentimiento y fe. La Biblia dice: «Todo el que invoque el nombre del Señor será salvo»[5]. Billy Graham[6]
Una alegría muy particular
El Señor nos dice que hay una alegría extraordinaria, «un gozo en la presencia de los ángeles de Dios»; y Él nos dice cuál es la causa de ello. […] La alegría muy particular es «por un pecador que se arrepiente.» (Lucas 15:10; NBLA.)
Ahora bien, ¡ustedes los que trabajan para el Maestro, los que barren entre el polvo mientras buscan las monedas perdidas! Ustedes, los portadores de las velas que han dejado que brillen sus débiles rayos tan lejos como les es posible —y que en cierta medida están agotados—, ¡vengan ahora y refrésquense al ver algunos resultados de su servicio! Y ustedes, que imitando al gran buen Pastor Jefe, han ido a buscar las ovejas perdidas, y muchas zarzas los han arañado, y se han cansado después de mucho andar por colinas y valles, olviden su cansancio por un rato, ¡y empiecen a ser partícipes de la alegría de los siervos de Cristo al ver que los que están ante el trono de Dios se alegran por las almas que se salvan! […]
Jesús nos dice que «hay gozo en la presencia de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente» (Lucas 15:10; NBLA). Ese pecador puede ser una pobre sirvienta, un trabajador que nunca tendrá fama, y solo hay uno, ¡pero los ángeles no escatiman alabanzas a Dios como para esperar hasta que haya una veintena de penitentes! Los ven llegando a Casa uno por uno y se alegran por cada oportunidad de expresar su deleite ante el aumento del número de redimidos. […]
¡Recuerda que en el Cielo la conversión de un pecador se reconoce como una maravilla que hace que haya un gozo excepcional en presencia de los ángeles de Dios! Sin duda, entonces, ¡la salvación de una sola alma debe hacer que tu espíritu se regocije de manera extraordinaria! Si has vivido para conducir a un pecador hacia Cristo, no has vivido en vano. Charles Spurgeon[7]
La gran alegría de Dios en la redención
Jonathan Edwards dijo: «El único fin de Dios en la redención es Su propia alegría». Para Su propia alegría, Dios tiene un interés apremiante en la recuperación de los pecadores.
Por otro lado, en Ezequiel 18, las Escrituras dicen que Dios no tiene alegría en la muerte del impío. En el mismo capítulo dice: «“Yo no me complazco en la muerte de nadie”, declara el Señor Dios. “Arrepiéntanse y vivan”». (Ezequiel 18:32; NBLA) […] No le causa ningún placer la muerte de los malvados. Sin embargo, Dios se alegra por el arrepentimiento y la salvación de los pecadores.
El profeta Sofonías dice en el capítulo 3: «El Señor tu Dios está en medio de ti. […] Se regocijará por ti con cantos de júbilo» (Sofonías 3:17; NBLA). En realidad, no pensamos en Dios cantando de alegría, pero de eso se trata Lucas 15. Se trata de la alegría de Dios en la recuperación de pecadores.
En Lucas, capítulo 15, versículo 1 (NBLA), vemos el entorno: «Todos los recaudadores de impuestos y los pecadores se acercaban para oír a Jesús». Todos los pecadores, todos los parias. Las élites religiosas se mencionan en el siguiente versículo: «Los fariseos y los escribas murmuraban: “Este recibe a los pecadores y come con ellos”». Los fariseos y los escribas se creían moralmente superiores, y detestaban a los que consideraban pecadores. Los veían como parias, impuros de los bajos fondos, y pensaban que su desdén santurrón hacia los pecadores era la misma actitud que tenía Dios hacia estos últimos. Al fin y al cabo, eran agentes de Dios, representantes de Dios en el mundo, y manifestaban las virtudes de Dios, y estaban seguros de que Dios solo tenía desdén por los pecadores.
La respuesta que nuestro Señor les dio a ellos se encuentra en este capítulo. Les dijo que ellos no conocían a Dios en absoluto, que estaban tan lejos de Él que no entendían que el gozo de Dios está vinculado a la salvación de los pecadores. […]
Les cuenta una historia para explicarlo claramente. En el versículo 8, una mujer tiene diez monedas de plata. Básicamente, eso sería una gran cantidad, un ahorro que le permitiría tener el futuro asegurado. Ella pierde una de esas monedas valiosas. La encuentra. Llama a sus amigos y vecinos para celebrar, y la aplicación llega en el versículo 10: «De la misma manera, les digo, hay gozo en la presencia de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente». Hay alegría en la presencia de los ángeles de Dios. ¿Y quién sería el que está feliz en medio de los ángeles? El mismo Dios; y los ángeles se unen a ese regocijo.
Cada vez que se salva un alma, cada vez que se rescata un pecador, el Cielo se llena de alegría. En ese caso, en el Cielo hay una alegría ininterrumpida, porque cada momento, a diario, un pecador se redime. El Cielo está en un estado constante de júbilo. John MacArthur[8]
Publicado en Áncora en junio de 2022.
[1] Marcos 16:15.
[2] Lucas 15:1-2.
[3] Lucas 15:3-10.
[4] Lucas 15:10 (NVI).
[5] Romanos 10:13 (NVI).
[6] https://www.arcamax.com/healthandspirit/religion/billygraham/s-1629139.
[7] https://www.ccel.org/ccel/spurgeon/sermons48.xxxii.html.
[8] https://www.gty.org/library/sermons-library/81-90/gods-great-joy-in-redemption.
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