Las características del éxito
Recopilación
He estado siguiendo la serie de televisión The X Factor. Cantantes de todos los Estados Unidos participan en un concurso de talento masivo por un contrato de grabación de millones de dólares. Para los que no están familiarizados con el programa, en cada episodio los jueces deciden quiénes continuarán al siguiente nivel de la competencia, basándose en su talento, por supuesto. Pero los jueces también califican otra característica: la capacidad de los concursantes de dar siempre una buena presentación.
Por supuesto, los cantantes no son los únicos a los que se les exige un alto rendimiento.
El entrenador John Wooden —considerado uno de los mejores entrenadores de baloncesto de todos los tiempos— se ha referido a la fiabilidad de algunos de sus jugadores y lo que significó para él. En el libro La pirámide del éxito del entrenador Wooden, escribió: «Curtis Rowe era uno de mis jugadores más constantes. Si bien por lo general no encestaba de manera espectacular, siempre jugaba a un altísimo nivel. Hacía que el juego pareciera fácil. Casi podía anotar los registros de su juego antes de comenzar el encuentro».
Luego de observar varios episodios de The X Factor, y de leer extractos del libro del entrenador Wooden, advertí la misma característica en ciertos personajes de la Biblia. De acuerdo a la concordancia de mi Biblia, en el Antiguo Testamento se realizaron 50 milagros. Casi una tercera parte de ellos fueron obrados por Elías. Y al repasar el relato de Elías en el Antiguo Testamento, también noté la premura y convicción con que obedecía a Dios. Tan pronto Dios lo llamaba, Elías se ponía en marcha.
El diccionario Merriam-Webster define la fiabilidad de la siguiente manera: «1. Adecuado o apto para inspirar confianza: confiable; 2. Probabilidad de buen funcionamiento en numerosas ocasiones». La segunda definición se asemeja mucho a lo que encontró Dios en Su relación con Elías. Recordemos una de las ocasiones en que Elías obedeció de inmediato las órdenes de Dios: «La palabra del Señor vino a Elías y le dio este mensaje: "Ve y preséntate ante Acab, que voy a enviar lluvia sobre la tierra". Así que Elías se puso en camino»[1]. Es solo uno de los numerosos episodios que demuestran la relación que compartían los dos. A lo mejor Dios continuó llamando a Elías solo al comprobar que era de confianza.
Este concepto me ayudó a entender que las personas a quienes más aprecio, tanto en mi círculo de trabajo como personal, son aquellas en quienes puedo depositar mi confianza, ya sea para concluir una labor dentro del plazo asignado como para buscar consuelo.
El entrenador Wooden describe de la siguiente manera las características de una persona confiable: «La fiabilidad produce confianza. Las personas que nos rodean sabrán que daremos lo mejor de nosotros, sea cual sea la situación. Tendrán la certeza de que no vamos a huir, acobardarnos ni quedarnos paralizados de miedo. Aprenderán a contar con nuestra coherencia y honradez. Continuaremos esforzándonos por dar lo mejor de nosotros mucho después de que los débiles hayan desaparecido».
Las personas fiables son un tesoro donde sea que las encuentres. Puede ser maravilloso contar con un amigo que se toma el tiempo de escucharnos cuando lo necesitemos, ¿pero puede ese amigo contar con nosotros? Podemos depositar nuestra confianza ciegamente en Dios, ¿pero puede Dios contar con nosotros cuando lo necesita? ¿Les gustaría ser la persona en la que otros pueden confiar? ¿Les gustaría destacar en casi todas las áreas de su vida? Procuren aumentar su constancia y fiabilidad. Descubrirán sus muchos beneficios. T.M.[2]
Cómo ser más efectivo
Todos deseamos ser efectivos, porque ello implica esencialmente que cumplimos con nuestros objetivos. Una herramienta efectiva tiene éxito en el trabajo para el que se diseñó. Una campaña de marketing efectiva significa que la audiencia a la que se dirige está al tanto de los beneficios del producto y lo elige. Un profesor efectivo es alguien que no solo enseña bien, sino que cuenta con unos buenos estudiantes bien formados que pueden corroborarlo.
El Diccionario de la Lengua Castellana describe la palabra efectivo (eficaz) como «algo que actúa satisfactoriamente o es adecuado para producir un determinado efecto». Las personas eficaces comparten estrategias o hábitos similares. Comienzan teniendo en cuenta el resultado final.
Cuando no estamos seguros de lo que queremos en la vida, todo se vuelve más complicado. Si no estás convencido de tus valores, metas y de los objetivos que te propones, la vida no tiene mucho sentido. Sean Covey, en su libro Los 7 hábitos de los adolescentes altamente efectivos, sugiere crear una declaración de misión personal que actúe como mapa de ruta y guíe tu proceso en la toma de decisiones. Una declaración de misión es un lema que describe tu vida. Es tu proyecto de vida.
Saber que trabajas en aras de un objetivo te mantiene en vereda y te hace apreciar la razón de dicho esfuerzo. Como dice Brian Tracy en su libro Tráguese ese sapo: «Si no tienes planes propios para tu vida, estarás condenado a ser parte de los planes de otra persona».
Como cristianos, también debemos mantener en mente el motivo por el que vivimos una vida piadosa. Aunque es importante planear por adelantado nuestra vida en este mundo, no podemos olvidar que esta vida es temporal, pero nuestro espíritu es eterno. Pablo le dijo a Timoteo: «A los ricos de este siglo mándales que no sean altivos, ni pongan su esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos. Mándales que hagan el bien, y que sean ricos en buenas obras, dadivosos y generosos; que atesoren para sí mismos un buen fundamento para el futuro, que se aferren a la vida eterna»[3].
En este pasaje, Pablo se refiere a atesorar para el futuro como una inversión espiritual, que es lo que uno hace al desarrollar actividades que benefician el espíritu.
Un reto para los inversores es que siempre hay un sinfín de cosas temporales fabulosas en que gastar el dinero. Un coche nuevo, una casa más amplia, viajes o vacaciones; ahora mismo todo resulta muy divertido, pero si gastaras todos tus ahorros en ello, te arrepentirás más tarde cuando llegue la hora de jubilarte y precises de dichos fondos. Recordar que este mundo no es nuestro destino final y que estamos trabajando para obtener una recompensa celestial puede salvarnos de quedar atrapados en una competencia interminable. Forma parte de la naturaleza humana compararnos con aquellos que tienen más (irónicamente, no solemos acordarnos de los que poseen menos), y terminamos como el caballo del refrán cuyo jinete cuelga ante él una zanahoria atada a un palo. Cuanto más rápido corre el caballo, más rápido va la zanahoria y nunca logra alcanzarla.
Comenzar teniendo en cuenta el resultado final significa pensar más allá del momento presente y considerar el futuro. No solo te ayudará a lograr tus objetivos, también puede ser muy emocionante imaginar lo que te reserva el futuro. Nina Kole[4]
Publicado en Áncora en mayo de 2018.
[1] 1 Reyes 18:1-2 (NVI).
[2] Extracto de Just1Thing.
[3] 1 Timoteo 6:17-19.
[4] Extracto de Just1Thing.
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