La alegría viene después del duelo
Recopilación
Cuando todo sale mal, tenemos la tentación de pasar a toda prisa, guardar, negar o archivar la situación con la etiqueta de «innombrable». Haremos lo que sea para atenuar el caos. Algo en nuestro interior quiere dar rienda suelta al dolor, pero rechazamos el impulso y nos obligamos a mantener la calma.
Yo sabía que necesitaba llorar, pero me resistía a dejar que brotaran las lágrimas. [A fin de cuentas,] me había comprometido a contraatacar con la alegría. ¿El dolor por la muerte de un ser querido no es la antítesis de la alegría? Al leer las palabras de Jesús en uno de Sus sermones más conocidos, me topé con algo que no había notado antes. […]
Lucas pone a Jesús en el centro de la muchedumbre. Jesús camina entre los enfermos mentales, los agobiados por enfermedades, las personas que apenas se mantenían con vida. Codeándose con los afligidos por enfermedades y espíritus inmundos, Jesús les dice que se consideren bienaventurados:
«Son bienaventurados cuando las lágrimas fluyan libremente. La alegría viene con la mañana». […] (Traducción de la versión MSG)
Esas palabras parecen contradictorias. Al fin y al cabo, en muchos casos las lágrimas se consideran una señal de debilidad, la arrugada bandera blanca de rendición. Jesús declara que los que son lo bastante fuertes como para permitir que escapen los sollozos, están entre los afortunados. A los que tiemblan, el Hijo de Dios les da permiso para llorar. […]
Estar de duelo es un río que nos lleva a la alegría.
A veces necesitamos dar cabida a la profunda pena a fin de hacer espacio para la alegría. Nadie es inmune al pesar, y solo los que aprenden a llorar por la pérdida pueden recuperar la curación que trae. Así como la luz necesita la oscuridad, la alegría necesita el dolor. Y así como la noche precede a la mañana, la alegría llega en el duelo. […]
[Mis] lágrimas me limpiaban. Ese dolor lavaba y se llevaba mis prioridades secundarias, los depósitos de ingratitud que estaban arraigados a mi alma, las fortalezas de inmadurez que deberían haber desaparecido hace mucho tiempo. Al andar por el pasillo de las lágrimas, logré volver a despertar a la belleza de la vida.
De hecho, el dolor puede durar toda la noche, pero la alegría no solo llega en la mañana, también llega en el duelo. Así como en el cielo están el sol y la luna, nuestra vida se compone de tristeza y alegría. […]
La adversidad nos invita a llorar. Ese dolor exige un nivel de vulnerabilidad que puede hacer que queramos correr, escondernos y evitar el desahogo. Cuando se hace bien, las lágrimas del duelo se convierten en un río que lava y se lleva nuestro dolor, un río sagrado que nos lleva hacia la curación, la integridad y la alegría. Margaret Feinberg[1]
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Todo sufrimiento tiene un significado en Mi reino. El dolor y los problemas son oportunidades para que demuestres tu confianza en Mí. Una de las formas más sublimes de alabanza es que soportes con valentía tus circunstancias, incluso dándome las gracias por ellas. Ese sacrificio de agradecimiento hace que repiquen campanas doradas de gozo en toda la esfera de los cielos. También en la Tierra, tu paciente sufrimiento envía ondas de buenas noticias en círculos cada vez más amplios.
Cuando sobreviene el sufrimiento, recuerda que Yo soy soberano y que puedo sacar algo bueno de todo. No trates de huir del dolor ni esconderte de los problemas. En vez de eso, acepta la adversidad en Mi nombre, ofreciéndomela para Mis propósitos. Así, tu sufrimiento tendrá mayor sentido y te acercará más a Mí. El gozo surge de las cenizas de la adversidad por medio de tu confianza y gratitud. Jesús, hablando en profecía[2]
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La profunda pena es una fuerte emoción por la pérdida de alguien o de algo por lo que teníamos un gran aprecio. El dolor es el precio que pagamos por amar y participar de la vida. Toda persona que es emocionalmente sana tendrá temporadas de profunda pena porque la muerte y la pérdida son parte de esta vida transitoria. También podemos tener profunda pena por sucesos que quizá otras personas piensen que no vale la pena afligirse por ellos, como la pérdida de un empleo, la muerte de una mascota o la venta de la casa de la infancia. […]
El Salmo 34:18 (NVI) dice que «El Señor está cerca de los quebrantados de corazón, y salva a los de espíritu abatido». Dios entiende nuestro dolor, ofrece estar con nosotros, y nos consuela con las promesas de Su Palabra y con la paz «que sobrepasa todo entendimiento»[3]. Tomado de gotquestions.org[4]
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Para que pueda manifestarse la mansedumbre, tiene que haber antes cierto sufrimiento. Para que se produzca la belleza de la llama tiene que haber cenizas. Algo tiene que convertirse en cenizas. Las bendiciones surgen del sufrimiento; la gloria en lugar de cenizas. En Hebreos 12 se expresa muy claramente. El versículo 11 dice: «Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados»[5]. Es como si una mano gigantesca tomara un panal y lo estrujara, haciendo brotar la miel. Como Moisés cuando golpeó la roca. La roca sufrió un golpe, pero brotó el agua[6]. Como una bella flor que es oprimida y aplastada, pero surge la fragancia. Como la música hermosa que sale de la garganta del pájaro; casi parece dolida, y sin embargo, lo hace en forma de canción. Aunque el canto del pájaro sea triste, está lleno de ternura.
Ayúdanos, Señor, a no resistir tus quebrantamientos, Tus golpes, Tus castigos, que son lo que hace brotar el agua. Ayúdanos a no ahogar esa bella canción, aunque sea triste; a estarte agradecidos a pesar de nuestras penas. Ayúdanos a estar dispuestos a sufrir golpes, castigos, opresiones y atropellos, para que de nosotros emerja Tu dulzura, Tu fragancia, Tu belleza, Tu canción, Tus aguas refrescantes. De lo que parecen derrotas surgen algunas de Tus mayores victorias.
«Dios nos consuela en todas nuestras tribulaciones para que podamos nosotros también consolar a los que están en cualquier tribulación por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios»[7]. David Brandt Berg
Publicado en Áncora en septiembre de 2019.
[1] Margaret Feinberg, Fight Back with Joy (Worthy Publishing, 2015).
[2] Sarah Young, Jesus Calling (Thomas Nelson, 2010).
[3] Filipenses 4:6-7.
[4] https://www.gotquestions.org/Bible-grief.html.
[5] RVR 1960.
[6] Éxodo 17:6.
[7] 2 Corintios 1:4.
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