Evaluar tu consumo de contenidos
María Fontaine
El Señor nos ha dejado a cada uno la responsabilidad de evaluar nuestro consumo de contenidos —información, entretenimiento, lo que circula por los medios de difusión—; lo que nos llega a través de los diversos medios actuales de comunicación. Lo que vemos, leemos y escuchamos tiene un impacto en nuestras perspectivas y opiniones, así como en nuestra vida.
Para determinar qué es sano y qué es malsano, es preciso que determinemos el efecto que tiene en nuestro espíritu, en lugar de fijarnos exclusivamente en la fuente. Lo que es acorde con los principios divinos se define como lo respetuoso de Dios; que proviene de Dios; que es fiel a las doctrinas y valores inspirados por Dios.
Sana es toda influencia que nos acerque a Dios, sustente nuestra fe o tenga un efecto edificante y positivo en nuestro espíritu. Lo que amplía la verdad, o ilustra enseñanzas o ejemplos que generen crecimiento espiritual. Lo que fomenta los atributos y valores cristianos y motiva pensamientos, palabras o actos que nos acercan a Dios o ayudan a otros a acercársele.
La definición de lo que es espiritualmente malsano es: lo que no es respetuoso de Dios; lo que niega o desobedece a Dios; lo pecaminoso; caracterizado por la iniquidad; maligno. Las influencias malsanas se pueden definir como todo lo que nos aparte de Dios, ponga trabas a nuestra fe o transmita principios incorrectos o negativos. Lo que impida el crecimiento espiritual positivo, fomente la desobediencia a Dios o invite a negarlo. También lo que procure rebatir la Palabra de Dios o mine la fe en ella, y lo que exalte el mal como algo bueno o propugne valores que se opongan a los de Dios.
Si bien hay cosas que son claramente buenas y otras a todas luces malsanas, hay mucho que no es ni lo uno ni lo otro en sí. Más bien, la percepción de la persona, su motivación y su forma de encararlo determina el efecto que tiene en ella. Lo neutro puede volverse negativo o dañino espiritualmente si se absorbe en exceso, porque deja menos lugar para lo beneficioso y las experiencias que se podrían recibir de otro modo.
Por ser cristianos, necesitamos exponernos a cierta medida de cosas mundanas para mantenernos al día y para que nos entienda la gente a la que debemos llevar el amor y la verdad del Señor. Estar al tanto de las noticias, los acontecimientos locales y las tendencias o sucesos de la actualidad, así como permitir que los demás entiendan nuestra forma de expresarnos de palabra y por escrito, es parte de hacernos de todo a todos para ganar a algunos[1].
Nuestra misión es dar a conocer a Jesús, que los demás conozcan Su amor, y transmitirles las verdades espirituales. Para hacerlo con éxito, es preciso meditar en esas verdades espirituales y vivir con arreglo a ellas.
Cuanto más tengamos de Él en nuestra vida, más adoptaremos Su naturaleza y más se sentirán atraídos los demás a Su Espíritu en nosotros. Por tanto, queremos evitar todo lo que nos aparte de Jesús y de Su Espíritu o que empañe o manche nuestro testimonio. Todo lo que debilite nuestra convicción y motivación para ser Su luz ante el mundo podría poner trabas a nuestra capacidad de ser testigos eficientes de nuestra fe.
Por ser cristianos, Jesús nos ha encomendado la misión de estar en el mundo, pero sin formar parte de él[2]. Somos Sus representantes, y nos ha confiado la labor de transmitir Su mensaje al mundo. Para reflejar debidamente Su amor e interés por la gente, tenemos que estar conscientes de la medida en que permitimos que el mundo se introduzca en nuestra vida. Para hacerlo, tenemos que identificar los elementos que nos podrían afectar negativamente a cada uno, y hacer todo lo posible por contrarrestar o reducir al mínimo esas influencias, a fin de estar en el mundo sin ser parte de él.
Gracias a Internet, la información (que por lo general es neutra) abunda y es accesible en todo el mundo. Poder acceder a información con facilidad, rapidez y de forma económica reporta grandes beneficios, tanto para la misión y la difusión del evangelio como para nuestras necesidades personales o laborales. Ahora bien, es importante saber emplear Internet con eficacia y concentrarse en obtener la información que se necesita sin que se convierta en una pérdida de tiempo o algo que nos distraiga de nuestras metas en la vida.
El entretenimiento es agradable y tiene su lugar en una vida equilibrada. De más está decir que la mayor parte del entretenimiento no es ciento por ciento puro, pero en parte puede ser aceptable y hasta sano si se emplea con moderación en momentos de esparcimiento; en cambio, si se exceden o no protegen sus actitudes y hábitos para que no los afecte negativamente, podría convertirse en algo malsano.
Que algo neutro sea aceptable o beneficioso dependerá en última instancia de cómo se emplee. Aquello a lo que dedicas tiempo, ¿te beneficia personalmente o en el plano espiritual, o roba tiempo a las prioridades que son más importantes para ti?
Cuando evalúas si algo neutro es aceptable, es provechoso que seas sincero en lo relativo a tus prioridades en la vida. Reflexiona sobre preguntas como:
- ¿Eres constante nutriéndote de lo sano: pasando tiempo en comunión con el Señor, estudiando Su Palabra, madurando espiritualmente y fortaleciendo tu fe?
- Si has hecho una lista de lo más importante en tu vida (por ejemplo: tu cónyuge y tus hijos, el servicio al Señor, la relación con los demás, la salud, tu carácter, tu capacitación y desarrollo profesional), ¿dedicas la mayor parte del tiempo a lo que es verdaderamente importante para ti?
- ¿En qué medida te afecta lo que absorbes? ¿Te roba parte de tu alegría, paz y fe? ¿Resta tiempo o calidad a las relaciones fructíferas con amigos, compañeros de trabajo o hermanos en la fe? ¿Te roba tiempo que podrías dedicar a cultivar tus talentos o habilidades y a prepararte para ser más útil en el futuro?
Para evaluar con precisión los materiales neutros a fin de determinar lo que es beneficioso para ti y lo que no lo es, tendrás que analizar el fruto que tienen tus actos y lo que absorbes. Si aprendes a reconocer lo que te resulta sano o dañino, estarás mejor preparado para tomar decisiones favorables para tu salud. Puedes aprender a elegir lo que es bueno y provechoso entre lo que ofrecen el mundo secular y el mundo religioso; y al mismo tiempo, protegerte de lo que sea una pérdida de tiempo, de principios falsos o tergiversados que a veces pueden mezclarse con algo de verdad, o excesos que hacen que pierdas de vista los criterios verdaderos y que te desestabilicen en tus actitudes y perspectivas.
Cuando John Wesley estaba en la universidad, le preguntó a su madre, Susana, qué era pecado, a fin de evitarlo. Ella le respondió: «Todo lo que te debilite la razón, afecte la ternura de tu conciencia, oscurezca tu percepción de Dios, que incremente la fuerza y la autoridad de tu carne sobre el espíritu o te quite el gusto por lo espiritual es pecado para ti, por muy bueno que parezca».
El tiempo es un factor sumamente importante
El tiempo es escaso; nunca hay suficiente para todo lo que hay que hacer. Algunos expertos en la administración del tiempo dicen que las actividades a las que uno dedica el tiempo determinan aproximadamente en un 90% su éxito o fracaso. Los que alcanzan sus objetivos son quienes invierten gran cantidad de tiempo y esfuerzo en alcanzarlos y se sacrifican con ese fin.
Por consiguiente, uno de los factores más importantes que se deben tener en cuenta no es solo lo bueno que sea el material que absorbamos, sino el tiempo que podría restar a otras cosas importantes. Con las decisiones que tomas cada día para el empleo del tiempo, determinas tu futuro, el fruto que llevarás, tu legado y tu éxito; todo eso se forma día a día, con cada decisión. Todo se resume en lo que quieres en la vida y en tener la disciplina necesaria para perseguir tus metas.
Los cristianos tenemos la obligación ante el Señor de aprovechar el tiempo y emplearlo sabiamente, y de proteger nuestro espíritu. Si cuidas el tiempo con diligencia, tendrás suficiente para lo que es más importante en la vida y los sacrificios te serán compensados con la felicidad y satisfacción de haber cumplido las metas.
¿Qué quieres en la vida? ¿A qué quieres dedicar tiempo? ¿Qué es para ti verdaderamente importante? ¿Cómo quieres que sea tu futuro? ¿Qué te ayudará a mejorar, ya sea espiritualmente o en tu carácter o tus habilidades? Querrás dedicar tu tiempo a conseguir esas prioridades y objetivos.
Si proteges tu espíritu, si absorbes lo que es beneficioso y evitas lo que es pernicioso para tu espíritu, tendrás un espíritu más sano que esté mejor preparado para soportar las tormentas de la vida, y una mayor medida de paz en tu relación con Jesús. La clave está en aprender a dar con un buen equilibrio. Puede suponer que se tomen algunas decisiones difíciles, ya que con frecuencia lo que más cuesta es escoger lo mejor y lo que logrará los mejores resultados, pero también supondrá compensaciones valiosas.
Pasa ratos en comunión con el Señor y pídele que te hable sobre lo que absorbes, que te oriente en cuanto a tus actividades, tus ratos de esparcimiento, tu educación y tu búsqueda de información. Ten fe para acudir a Él con corazón abierto y confía en que a medida que lo reconoces en todos tus caminos, Él guiará tus pasos[3].
Cada uno somos responsables de nuestra vida espiritual, tanto de nuestra relación con el Señor y crecimiento espiritual, como de proteger nuestro espíritu de lo que sea negativo o pernicioso para nuestra vida espiritual. Somos representantes de Dios, y cuanto más adoptemos Su naturaleza, mejor podremos transmitir Su amor y mensaje.
Artículo publicado por primera vez en octubre de 2009. Texto adaptado y publicado de nuevo en julio de 2019.
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