El Cielo en una flor
Recopilación
Los cielos cuentan la obra de Dios, el firmamento proclama la obra de Sus manos. Salmos 19:1, NVI.
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Desde la creación del mundo, todos han visto los cielos y la tierra. Por medio de todo lo que Dios hizo, ellos pueden ver a simple vista las cualidades invisibles de Dios: Su poder eterno y Su naturaleza divina. Romanos 1:20, NTV.
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El mundo entero rebosa de Cielo,
cada arbusto arde con el fuego de Dios.
Elizabeth Barrett Browning
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La gente a menudo me pregunta si me siento solo en mis expediciones. Debo admitir que me cuesta responder. Es imposible sentirse desamparado inmerso en un mundo silvestre, hermoso, ocupado y rebosante de Dios. John Muir
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La creación de Dios es la mayor prueba de Su existencia. David Brandt Berg
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Pregunté a la Tierra: «¿Qué es Dios?». Me respondió: «No soy Él». Todas las criaturas y elementos sobre la faz de la Tierra confesaron las mismas palabras. Le pregunté al mar, a los lugares profundos y a las criaturas que se arrastran, y respondieron: «No somos tu Dios; busca en las alturas». Le pregunté a los cielos, al sol, la luna y las estrellas. Por toda respuesta recibí: «Tampoco nosotros somos el Dios que buscas». Pregunté entonces a todo lo que existe y apela a los sentidos: «Cuéntenme de Él». Como una gran voz, respondieron: «Él nos creó». Mi interrogante fue su observación, y su belleza mi respuesta. Le pregunté a los cimientos del universo acerca de mi Dios y me respondió: «No soy Él. Pero Él me hizo». San Agustín
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Para concebir un mundo en un grano de arena,
y un cielo en una flor silvestre,
abarca la infinitud en la palma de tu mano
y la eternidad en una hora.
William Blake
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Cada momento de luz y de oscuridad es un milagro. Walt Whitman
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La maravilla es el fundamento de la adoración. Thomas Carlyle
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En cierta ocasión escuché a un indígena decir en la televisión que Dios se encuentra en el viento y en el agua. La belleza de sus palabras me maravilló. Entendí que se puede nadar en Dios y sentir Su caricia en el rostro. Donald Miller
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Él realiza maravillas insondables, portentos que no pueden contarse. Job 5:9, NVI
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El vocabulario científico nos impresiona muchísimo, al punto que evitamos decir que el girasol se mueve de acuerdo a la posición del sol. La naturaleza humana prefiere las explicaciones [...] altisonantes. Nos sentimos más a gusto al saber que la condición heliotrópica del girasol hace que dé vueltas. El problema con las explicaciones rebuscadas es la tentación a creer que sabemos lo que hacen las plantas. Y no es así. Los girasoles son un misterio. Cada componente del universo es un misterio. Robert Farrer Capon
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La creación del ser humano, del espíritu humano, resulta imposible sin el toque divino, sin el toque de la mano de Dios. David Brandt Berg
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La Biblia se lee y entiende mejor en el campo. Mientras más lejos de la civilización, mejor. Lo digo por experiencia. La lectura de ciertos pasajes puede parecer improbable o quizá inverosímil en el interior de cuatro paredes; pero en el campo es de lo más natural. Se debe a las maravillas con las que nos vemos rodeados en la naturaleza. Allí descubrimos que lo milagroso no es extraordinario, sino el patrón común de la existencia. Es su pan de cada día. Todo el que ha meditado en los lirios del campo y el vuelo de los pájaros, todo el que ha consultado la improbabilidad de la existencia de un mundo cálido inmerso en un universo vasto y rodeado de grandísimas distancias estelares, apenas se inmuta al escuchar la conversión del agua en vino. Después de todo, no fue sino un pequeño milagro. A menudo nos olvidamos del mayor y aún visible milagro del agua —acompañada de nutrientes y luz solar— convertida en un racimo de uvas. Wendell Berry
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Existen dos cosas que llenan mi ánimo de creciente admiración y respeto a medida que pienso y profundizo en ellas: el cielo estrellado sobre mí y la ley moral dentro de mí. Immanuel Kant
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Dios creó el bosque, las diminutas estrellas y el viento libre. Me parece que uno de los motivos de Su creación fue encontrar un equilibrio para la civilización que intenta suprimir la alegría de nuestro corazón. Él creó los grandes valles para aquellos que buscan la soledad. Aquellos que desean hablar con Dios alejados de la muchedumbre que destruye toda reverencia. No me cabe duda que se alegra al ver que olvidamos nuestras cargas y responsabilidades para acercarnos a Él. Jesús también se alejó del tumulto para refugiarse en la soledad del bosque y orar. Margaret Elizabeth Sangster
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El hombre debe escuchar un poco de música, leer unas líneas de poesía y observar un hermoso cuadro cada día de su vida. De lo contrario, los pesares del mundo amenazan con destruir el sentido de belleza que Dios ha implantado en el alma humana. Johann Wolfgang von Goethe
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Conviene grabar en el corazón que cada día es el mejor día del año. Ralph Waldo Emerson
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Cuando un hombre pierde la reverencia por una parte de su vida, pierde toda reverencia por la vida. Albert Schweitzer
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Le doy gracias a Dios por este maravilloso día, por los joviales espíritus verdes del árbol y por el hermoso azul del cielo. Por todo lo que es natural e infinito. Por todo lo que es. E. E. Cummings
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El hombre que no solo observa la apariencia de lo que le rodea, sino que por un momento atisba el alma que se esconde en el interior de ello, aquello que es su vestido y revelación, me atrevo a decir, quedará sin habla por más de un momento al sentir una emoción similar a la que creó el coro de estrellas del alba. George MacDonald
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Dios es como la luz. La maravilla se asemeja a la sombra. Resulta imposible atrapar una sombra. Puede que incluso desaparezca. Pero si se camina hacia la luz, la sombra te seguirá. En ese momento el corazón rebosará alegría. «El bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida». Ravi Zacharias
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Puedo asegurar que el agradecimiento es el pensamiento más elevado, y que la gratitud es alegría multiplicada por la maravilla. G. K. Chesterton
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¡Alaba, alma mía, al Señor!
Señor mi Dios, Tú eres grandioso;
te has revestido de gloria y majestad.
Te cubres de luz como con un manto;
extiendes los cielos como un velo.
Afirmas sobre las aguas Tus altos aposentos
y haces de las nubes Tus carros de guerra.
Tú cabalgas en las alas del viento.
Haces de los vientos Tus mensajeros,
y de las llamas de fuego Tus servidores.
Tú pusiste la tierra sobre sus cimientos,
y de allí jamás se moverá;
la revestiste con el mar,
y las aguas se detuvieron sobre los montes.
Pero a Tu reprensión huyeron las aguas;
ante el estruendo de Tu voz se dieron a la fuga.
Ascendieron a los montes,
descendieron a los valles,
al lugar que Tú les asignaste.
Pusiste una frontera que ellas no pueden cruzar;
jamás volverán a cubrir la tierra.
Tú haces que los manantiales
viertan sus aguas en las cañadas,
y que fluyan entre las montañas.
De ellas beben todas las bestias del campo;
allí los asnos monteses calman su sed.
Las aves del cielo anidan junto a las aguas
y cantan entre el follaje.
Desde Tus altos aposentos riegas las montañas;
la tierra se sacia con el fruto de Tu trabajo.
Haces que crezca la hierba para el ganado,
y las plantas que la gente cultiva
para sacar de la tierra su alimento:
el vino que alegra el corazón,
el aceite que hace brillar el rostro,
y el pan que sustenta la vida.
Los árboles del Señor están bien regados,
los cedros del Líbano que Él plantó.
Allí las aves hacen sus nidos;
en los cipreses tienen su hogar las cigüeñas.
En las altas montañas están las cabras monteses,
y en los escarpados peñascos tienen su madriguera los tejones.
Tú hiciste la luna, que marca las estaciones,
y el sol, que sabe cuándo ocultarse.
Tú traes la oscuridad, y cae la noche,
y en sus sombras se arrastran los animales del bosque.
Los leones rugen, reclamando su presa,
exigiendo que Dios les dé su alimento.
Pero al salir el sol se escabullen,
y vuelven a echarse en sus guaridas.
Sale entonces la gente a cumplir sus tareas,
a hacer su trabajo hasta el anochecer.
¡Oh Señor, cuán numerosas son Tus obras!
Todas ellas las hiciste con sabiduría.
Rebosa la tierra con todas Tus criaturas.
Allí está el mar, ancho e infinito,
que abunda en animales, grandes y pequeños,
cuyo número es imposible conocer.
Allí navegan los barcos y se mece Leviatán,
que Tú creaste para jugar con él.
Todos ellos esperan de Ti
que a su tiempo les des su alimento.
Tú les das, y ellos recogen;
abres la mano, y se colman de bienes.
Si escondes Tu rostro, se aterran;
si les quitas el aliento, mueren y vuelven al polvo.
Pero si envías Tu Espíritu, son creados,
y así renuevas la faz de la tierra.
Que la gloria del Señor perdure eternamente;
que el Señor se regocije en Sus obras.
Él mira la tierra y la hace temblar;
toca los montes y los hace echar humo.
Cantaré al Señor toda mi vida;
cantaré salmos a mi Dios mientras tenga aliento.
Quiera Él agradarse de mi meditación;
yo, por mi parte, me alegro en el Señor.
Salmos 104:1-34, NVI
Publicado en Áncora en enero de 2013. Traducción: Sam de la Vega y Antonia López.
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