De valor incalculable
Recopilación
«Dios los ha rescatado a ustedes de la vida sin sentido que heredaron de sus antepasados; y ustedes saben muy bien que el costo de este rescate no se pagó con cosas corruptibles, como el oro o la plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, que fue ofrecido en sacrificio como un cordero sin defecto ni mancha». 1 Pedro 1:18, 19[1]
Los cristianos creemos en el valor intrínseco de todo ser humano porque somos creados a imagen de Dios. Nada, ni siquiera el pecado, invalida esa imagen y el valor que infunde en todo ser humano. Todos los seres humanos tienen ese valor durante su vida. […]
Todos nosotros hemos pecado y no alcanzamos la gloria de Dios. Aunque invitamos a la gente a que se reconcilie con Dios, eso no significa que algunos pecados hagan que las personas sean menos merecedoras, que valgan menos. En realidad, es en virtud del valor inherente de toda persona como creación de Dios que no podemos aprobar el pecado, pero también creemos que todos nosotros somos tan amados que Jesús se entregó a Sí mismo para redimirnos de nuestro pecado. La Biblia no desvaloriza a las personas al identificar nuestro pecado. Dios nos llama a reconocer nuestro pecado precisamente porque somos Sus creaciones valiosas y amadas y quiere que nos reconciliemos con Él. Incluso rechazar esta oferta no puede invalidar el valor intrínseco de alguien.
La Biblia nos dice que todos somos creaciones de Dios con igual dignidad y valor, por eso el cristianismo tiene una cosmovisión superior a cualquier otra cuando se trata de apoyar la igualdad humana. Ahora mismo, el materialismo tiene dominio en nuestro mundo. Los humanos se ven solo como productos al azar, sin sentido, de los procesos físicos. El único valor y dignidad posible son subjetivos, los que alguien le quiera asignar. Esa clase de valor puede ser concedido y revocado, y así se hace a diario. Esa clase de cosmovisión no puede apoyar la igualdad de todo ser humano. […]
La cosmovisión bíblica es el único fundamento para valorar a cada persona. Los seres humanos somos especiales porque no somos accidentes de la evolución, sino creaciones de Dios que hizo a propósito; y Él puso en nosotros Su propia imagen. Desea tener comunión con nosotros. Somos tan amados y valorados que nos ofrece una relación que no depende de que estemos a la altura de un ideal; Él nos la ofrece gratuitamente por Su misericordia y gracia.
Tim Keller lo resume así en The Reason for God: «El evangelio cristiano me dice que mi imperfección es tan grande que Jesús tuvo que morir por mí. Sin embargo, Jesús me ama y me aprecia tanto que estuvo dispuesto a morir por mí. Eso me lleva a tener una profunda humildad y confianza. Socava la arrogancia y el lloriqueo. No puedo sentirme superior a nadie, pero tampoco tengo que demostrar nada a nadie.»
El evangelio cristiano responde el más profundo clamor de nuestro corazón: ser amados y aceptados, ser valorados incondicionalmente. Melinda Penner[2]
La piedra angular de tu valía
Jesús insinuó algo muy interesante cuando dijo: «Ama a tu prójimo como a ti mismo»[3]. Pensemos en ello. Amar a otros empieza por amarse a uno mismo. Para establecer cualquier norma de cómo amar a los demás, primero tenemos que averiguar cómo amarnos a nosotros mismos.
Al entrar en la adolescencia pasé por alto esas importantes lecciones de vida. Recuerdo que me faltaba mucha autoestima. Yo era la chica pequeña de cabello marrón rizado y anteojos grandes que pasaba desapercibida. Al menos así me veía yo. Durante dos largos años busqué afirmación y reconocimiento haciendo cosas que pensaba que agradarían a los demás y terminé despreciándome aún más. A fin de cuentas, había transigido tanto por los demás que me resultaba difícil respetarme a mí misma.
Aprendí que mientras busquemos nuestra autoestima o reconocimiento en otras personas, nunca las obtendremos. Personas como tus padres, familiares y amigos ciertamente pueden contribuir a tus sentimientos de confianza y valía, pero en definitiva dos cosas son las que te validan: que creas en la valía que te ha dado Dios y comprendas el valor que tienes a Sus ojos.
Esto último debería ser la piedra angular de tu creencia en tu valor. Eres especial, amado y valorado porque eres una creación de Dios. Él te concibió y formó. Dios pudo haber hecho a alguien más, pero eligió hacerte a ti. ¡Eres precioso para Dios!
El rey David escribió lo siguiente sobre la manera en que Dios nos hizo: «Porque Tú formaste mis entrañas; Tú me hiciste en el vientre de mi madre. Te alabaré, porque formidables, maravillosas son Tus obras; estoy maravillado y mi alma lo sabe muy bien. No fue encubierto de ti mi cuerpo, bien que en oculto fui formado, y entretejido en lo más profundo de la tierra. Mi embrión vieron Tus ojos, y en Tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar una de ellas.»[4]
Por supuesto que eso no suena a algo que Dios juntara al azar. No somos una colección de cosas que Él encontrara por ahí tiradas en Su taller. Hemos sido hechos de manera intrincada, maravillosa, formidable y con gran amor y desvelo.
Al entender que somos especiales para Dios, nos resulta más fácil amarnos a nosotros mismos y aceptarnos. Cuando comprendes que eres de gran valor para Dios, es más fácil tomar decisiones a fin de evitar actividades y situaciones que minan tu valor. La piedra angular de tu valía es saber que para Dios tu valor es grande. Mara Hodler[5]
Hechos a imagen de Dios: la base de nuestra importancia
Martín Lutero dijo que si él pudiera entender las primeras dos palabras del Padre nuestro como Cristo lo hizo, el resto de su vida en Cristo se acomodaría en su lugar. La observación de Lutero demuestra que es fácil emplear las palabras de Dios, pero mucho más difícil captar la realidad de lo que significan.
Esto es cierto con relación a la imagen de Dios. La mayoría de creyentes han escuchado este concepto, pero pocos captan la gran importancia de su significado. La imagen de Dios es un concepto fundamental para entender nuestra importancia y propósito. Entender que somos hechos a imagen de Dios nos ayuda a ver la base de la dignidad y el propósito de nuestra vida y trabajo.
Génesis 1:26, 27 (NTV) anuncia que los seres humanos somos hechos a la imagen de Dios: «Entonces Dios dijo: “Hagamos a los seres humanos a nuestra imagen, para que sean como nosotros. Ellos reinarán sobre los peces del mar, las aves del cielo, los animales domésticos, todos los animales salvajes de la tierra y los animales pequeños que corren por el suelo”. Así que Dios creó a los seres humanos a Su propia imagen. A imagen de Dios los creó; hombre y mujer los creó.»
Nuestra valía está unida a nuestro Creador. Si Dios es grande y de valor incalculable, entonces los seres humanos hechos a Su imagen, también deben tener un gran valor. […]
En Génesis 9:6 (LBLA), Dios recuerda a Noé que el hombre está hecho a imagen de Dios: «El que derrame sangre de hombre, por el hombre su sangre será derramada, porque a imagen de Dios hizo Él al hombre». Atacar a una persona es atacar a Dios por medio del que lleva Su imagen. Otro pasaje, Santiago 3:9 (RVC), también nos recuerda que los seres humanos están hechos a imagen de Dios: «Con la lengua bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los seres humanos, que han sido creados a imagen de Dios».
Esos versículos nos recuerdan que la manera en que tratamos a la gente indica cómo valoramos a Dios.
No hay personas comunes. Una de mis frases favoritas de C.S. Lewis está en su libro The Weight of Glory: «No hay personas comunes y corrientes. Nadie es un simple mortal.»
Las personas que vemos a diario, incluso a las que prestamos poca atención, vivirán por la eternidad, ya sea con la salvación o el juicio. Incluso la persona menos conocida, a los ojos de Dios no es alguien común. A la luz de esa verdad, ¿cómo declaramos la dignidad de las personas que nos rodean? […]
Aunque la imagen de Dios permanece después de la caída del hombre, sin duda queda estropeada y desfigurada. A medida que somos redimidos, ¿cómo nos veremos cuando se termine el proceso? Nuestra individualidad como creación de Dios resplandecerá aún más, y nuestros dones llegarán a su máxima capacidad. También nos pareceremos más a Cristo. Romanos 8:29 nos recuerda que somos hechos «conforme a la imagen de Su Hijo».Jesús es el perfecto representante de la imagen de Dios, y somos hechos como Él. […]
Ser hechos a imagen de Dios proporciona la base de nuestro trabajo y vocación. Si somos hechos a imagen de Dios, compartimos sus características. Por ejemplo, como Dios es creativo, podemos ser creativos en nuestro trabajo, y en realidad, somos llamados a esa creatividad. […] Asimismo, conocer la base de nuestra dignidad y valía nos ayuda a creer que tenemos dones y talentos que podemos emplear. […] Comienza con saber que somos hechos a imagen de Dios. Dr. Art Lindsley[6]
Publicado en Áncora en mayo de 2022.
[1] DHH.
[2] https://www.str.org/w/intrinsic-human-value-is-the-same-for-all-and-can-never-be-lost.
[3] Marcos 12:31.
[4] Salmo 139:13-16.
[5] Adaptado de Solo1cosa, textos cristianos para la formación del carácter de los jóvenes.
[6] https://tifwe.org/made-in-the-image-of-god-the-basis-for-our-significance.
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