Consumismo navideño: volver a escribir la narración
Recopilación
Un antiguo villancico dice que esta es la época más maravillosa del año. Y para los cristianos debería ser cierto. Sin embargo, para muchos, la Navidad es una temporada a la que hay que sobrevivir. […] La Navidad ha sido secuestrada por los cínicos, explotada por los capitalistas y pisoteada por los consumidores. La alegría navideña está siendo objeto de un ataque fulminante. Las filas para pagar son larguísimas; gruñimos y nos quejamos cuando en un lugar hay diez cajas para pagar y solo tienen una abierta. No hay caridad en el estacionamiento del centro comercial; como si fuéramos lobos, vamos a la caza de los espacios de estacionamiento difíciles de conseguir. […] Extremadamente cansados por las cantatas, las fiestas, las compras, los festines y por atender asuntos de familia y los viajes, llegamos al establo en Belén sufriendo de agotamiento. En Nochebuena, cansados, elevamos nuestra voz para cantar villancicos. Después del oficio religioso, apresuradamente vamos a conseguir un último regalo, o a la última fiesta.
Se termina muy pronto. Guardamos los lazos, quemamos el papel en el que estaban envueltos los regalos, quitamos los adornos del árbol y preparamos nuestros buenos propósitos para el año entrante. Con mucha frecuencia, olvidamos lo central. Nos parecemos al hombre que va a la costa, pero nunca ve el océano. Es muy real la amenaza del secuestro de una festividad. A menos que de verdad participemos en la celebración de la alegría de la Navidad, fácilmente nos quedaremos atrapados en una fiesta inútil y sin sentido. Cuando perdemos de vista el significado de la Navidad, la temporada queda muy desvalorizada. […]
La Navidad debería unirnos a fin de que contemos de nuevo la historia más grande del mundo, y para tener verdadera camaradería. Jesús habló de una mujer que perdió una moneda de mucho valor. Buscó por toda su casa hasta que la encontró, y cuando recuperó esa moneda valiosa, llamó a todos sus vecinos y amigos para que se alegraran juntos. No se puede ignorar lo que de ahí se deduce. La buena noticia fue la causa de que se reunieran para celebrar las personas que ella conocía. […]
A menos que volvamos a dar a la Navidad un mensaje glorioso y significativo, la temporada navideña pasará como un festival pagano. A menos que de verdad celebremos a Cristo, la historia más importante jamás contada se perderá entre las campanas, los lazos y los adornos. Que esta temporada navideña sea una fiesta sagrada. Añade uno o dos asientos a tu mesa. Deja la mala voluntad y los resentimientos a los que te has aferrado. Canta villancicos lo más alto que puedas. Cuenta la historia de Cristo con agradecimiento y asombro. Envuelve con amor todos los regalos. Tú eres la razón por la que Jesús vino. Nadie tiene más razón para celebrar que tú. David B. Crabtree
¡Feliz cumpleaños, Jesús!
Si la Navidad es el cumpleaños de Jesús, ¿por qué no le damos regalos a Él en vez de intercambiarlos entre nosotros? Si es Su cumpleaños, en vez de cantar tonterías y canciones absurdas, ¿por qué no cantamos «Cumpleaños feliz, te deseamos Jesús»?
Cuando fui director de jóvenes, en una ocasión tuvimos una fiesta navideña en nuestra iglesia. Todos iban a traer un regalo. Sacaron nombres de un recipiente; se suponía que cada uno tenía que llevar un regalo para la persona del nombre que sacó, y no se debía gastar más de 25 centavos por regalo. Yo era adolescente y como en aquella época era director de jóvenes, trataba de enseñarles a ser espirituales y a amar al Señor. Tenían esta celebración que tenía poco que ver con Jesús, ¡y era Su cumpleaños!
Así pues, cuando la celebración estaba en un punto culminante, grité con todas mis fuerzas: «¡Feliz cumpleaños! Cumpleaños feliz, te deseamos, Jesús; cumpleaños feliz». ¡Y la cuestión se explicó claramente! Celebrábamos la Navidad, era Su cumpleaños, y no había regalos para Jesús, ni canciones dedicadas a Jesús.
Solía censurar la comercialización de la Navidad y los millones de dólares que se gastaban en cada temporada navideña; y también toda la celebración y los árboles y los adornos. No obstante, celebran la Navidad; y por lo menos una vez al año, la gente casi se ve obligada a recordar a Jesús. Así pues, ahora me alegro de ver que el mundo celebra la Navidad, y soy más tolerante con los árboles navideños.
No creo que forzosamente el 25 de diciembre sea la fecha exacta en que nació Jesús, pero siempre que el mundo celebre a Jesús, ¿qué importa el día elegido para hacerlo, mientras lo festejen? Y si los anima a recordar a Jesús una vez al año obsequiándose unos a otros y alegrando a los niños en la Navidad, en particular si no olvidan decirles de qué se trata.
Eso es algo agradable de los países católicos: no permiten que se olvide de qué se trata la Navidad. Ponen belenes, pesebres; los colocan en las ventanas y debajo del árbol. Y cantan villancicos. ¡No olvidan que la Navidad es acerca de Jesús!
Así pues, ¿cómo celebras la Navidad? ¿Con Santa Claus, Papá Noel, regalos costosos y canciones tontas? ¿O con Jesús y le festejas Su cumpleaños y le haces regalos a Él? David Brandt Berg
Encontrar la alegría de la Navidad
¿Qué es la alegría navideña? Si vamos a creer al sinfín de comerciales que pasan por televisión, comienza con un auto nuevo envuelto para regalo y al que se le ha colocado un lazo de color rojo brillante. El Papa Francisco dice que no es así.
El servicio de noticias católico reportó que Francisco dijo a los que asistieron a misa en Roma: «El consumismo que conduce a que todos estén ansiosos el 24 de diciembre porque no tienen esto o que necesitan aquello… no, ese no es el gozo de Dios». La alegría cristiana, según el Papa Francisco «proviene de la oración y del agradecimiento a Dios».
A medida que nos acercamos a la celebración del nacimiento de Cristo, recordemos a los Reyes Magos que venían de lejanas tierras y llegaron a entregar regalos. En cierto sentido, fueron los primeros en hacer regalos en Navidad. Constituyeron modelos de la generosidad que se encuentra en el corazón humano. Su ejemplo de compartir la riqueza con una familia pobre, sin hogar, nos ofrece orientación.
Al igual que los Reyes Magos, podemos ofrecer tres regalos; solo tenemos que hacer una profunda introspección para encontrarlos. Nuestros regalos son más valiosos que el oro, porque provienen de dentro, y son inspirados por la Palabra que se hizo carne.
Los regalos que podemos hacer hoy no cuestan nada, pero son de valor incalculable: respeto, amabilidad y tiempo.
- Respeto: Mostrar respeto a los demás es un regalo tanto para nosotros mismos como para todas las personas con las que nos relacionamos. Es una habilidad que todas las personas —desde los muy pequeños hasta los muy ancianos— pueden poner en práctica. A veces visto como un arte que ya se ha perdido, el respeto —a los ancianos, por la propiedad, a las personas del sexo opuesto— define una cultura civilizada. Lamentablemente, en muchos casos la cultura popular promueve lo contrario: falta de respeto al ser groseros en comportamiento, palabras y actos. Los profesores dirán que el respeto es el fundamento para el aprendizaje. Necesitamos recuperar esta virtud e inculcarla a nuestros niños.
- Amabilidad: Es lo más fácil que se puede regalar. Simplemente saludar a la gente en la calle, mirarla a los ojos, sonreír y decir hola. Pon en práctica un espontáneo acto de amabilidad mientras llevas a cabo las actividades de la temporada. Por ejemplo, sujetar la puerta para alguien, ceder un puesto en el estacionamiento del centro comercial, o ser cortés con el vendedor telefónico.
- Finalmente, el regalo de tiempo. Los voluntarios conocen el valor de dar tiempo a los demás. Quienes cuidan enfermos saben que las personas que están confinadas a su casa y los residentes de los asilos de ancianos aprecian que los visiten. Incluso en nuestra propia familia, pasar una tarde con los abuelos, los tíos ancianos o con un vecino, puede animarlos. Empezando esta Navidad, dedica tiempo a los demás.
Hay otras virtudes; sin embargo, ofrecer respeto, tratar a los demás con amabilidad y dedicarles tiempo, son buenas como punto de partida. Puede ser una versión moderna de los tres regalos que los Reyes Magos le dieron a nuestro Señor en Belén. También pueden darnos la alegría navideña que describió el Papa Francisco. Busca oportunidades de ofrecer esos regalos y ten la certeza de que al hacerlo, mantendrás a Cristo en la Navidad. Sam Lucero[1]
Publicado en Áncora en diciembre de 2018.
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