Caridad a la luz de la eternidad: lo que diferencia el servicio cristiano de los demás
Seth Porch
[Charity in Light of Eternity: What Sets Christian Service Apart]
En el interior de Senegal, en medio de un remoto pedazo de tierra a las afueras de una aldea, hay un letrero de metal estampado con letras azules con el nombre de una organización de ayuda humanitaria y la fecha de la misión: agosto de 2015. El mismo indica que el objetivo de la misión es «suministrar agua a los que carecen de ella». Detrás del letrero hay una pequeña torre de agua de concreto de unos tres metros de alta al pie de un pozo abierto. Para mi sorpresa, cuando encontré el pozo en enero de 2016, no había huellas de pies a su alrededor. No parecía que lo hubieran utilizado recientemente. Al acercarme, noté que el pozo estaba seco.
Para alguien que tiene sed no hay nada tan desalentador que un pozo seco. Las lenguas secas anhelan el agua y Dios prepara a Su pueblo para que sea portador de agua para los sedientos. Él espera que cavemos nuevos pozos, que alimentemos a los hambrientos, vistamos a los que están desnudos, visitemos a los enfermos y a los presos (Mateo 25:35–36). No obstante, cuando los cristianos ayudamos a los necesitados, no lo hacemos como lo hace el mundo, puesto que sabemos que aún si pudiéramos proveer acceso al agua a todos, solo Cristo puede llenar el pozo más profundo del alma. La caridad cristiana es diferente a la del mundo debido a que en cada acto de servicio buscamos satisfacer una necesidad mayor y saciar una sed más profunda.
(Lean el artículo [en inglés] aquí.)
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