Willie y los favores de cinco minutos
Iris Richard
Estábamos terminando de distribuir cincuenta paquetes de diez kilos de ayuda a gente de bajos recursos —la mayoría viudas y discapacitados— en un salón a las afueras de uno de los barrios pobres más grandes de África Oriental.
Satisfecha por la labor realizada, estaba a punto de partir cuando Sally, una colega, tomó el último paquete y propuso: «Antes de cerrar, subamos por la colina para entregarle este a Willie, pues él no puede caminar hasta aquí.»
Yo estaba cansada, sudorosa y con dolor de espalda. «Subir por la colina» parecía algo fácil, pero debido a la lluvia la senda estaba llena de barro y había que caminar sobre piedras y basura para llegar a su choza.
Cuando estaba a punto de dejar la tarea para otro día, recordé mi última resolución sobre «favores de cinco minutos», inspirada por algo que había leído en Internet.
¿Te gustaría hacer algo para mejorar el mundo? […] Incorpora el concepto de favores de cinco minutos que es tan sencillo como su nombre lo indica: Toma cinco momentos de tu día para hacer algo en beneficio de otra persona. […] No te va a costar mucho, pero podría tener un gran efecto en la vida de alguien[1].
Pensándolo mejor, vi que además de difundir felicidad, ser generoso también nos produce sensaciones agradables. Hay quien dice que aumenta la longevidad. Después de todo, cuando damos hacemos realidad una gran verdad: «Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir»[2].
Volviendo a Willie, en efecto subimos por la colina y al llegar a su pequeña chabola supe que el esfuerzo había valido la pena. Ahí estaba, sentado en una desvencijada cama, el único mueble que le quedaba luego de que sus pertenencias fueran arrastradas por una crecida reciente de las sucias aguas del río cercano que se había desbordado. Luego de rescatar a Willie lo llevaron colina arriba a una diminuta habitación.
Supimos que Willie había sido caddy en un club de golf de la localidad y que camino a su trabajo fue atropellado por un auto. El accidente lo costó una pierna. Evidentemente el automóvil no estaba en condiciones de circular y le fallaban los frenos. El conductor huyó, pero cuando posteriormente fue capturado, resultó que el hombre no tenía seguro ni la posibilidad de compensar a Willie por el accidente.
Debido a su discapacidad, Willie perdió su empleo, no ha podido pagar la renta y teme ser desalojado. Para sobrevivir le gustaría abrir un pequeño negocio al borde la carretera frente a su choza para vender productos de limpieza a personas de la comunidad o a transeúntes, pero no tiene los medios.
Willie recibió el paquete de ayuda con una gran sonrisa. «¡Dios las envió!», exclamó mientras una lágrima le rodaba por la mejilla.
Dicho favor nos tomó algo más de cinco minutos, pero tuvo en enorme impacto en la vida de este hombre, puesto que no solo satisfizo una necesidad inmediata, sino que también creó una oportunidad para Willie. Como resultado de nuestra visita, pudimos encontrar personas que querían ayudarlo. Ya se han recaudado los fondos para tres meses de renta y mensualmente está recibiendo paquetes de ayuda alimentaria que le llegan a su puerta.
«Gracias a ustedes he hallado una nueva esperanza y un propósito en mi vida», exclamó Willie cuando le llegaron productos donados por personas caritativas para su pequeño negocio del borde de la carretera.
Adam Grant, del Wharton School de la Universidad de Pennsylvania, plantea un enfoque agradable hacia la vida y el éxito que por lo general no se asocia con un profesor de finanzas. Su obra se enfoca en la premisa de que, si uno es un dador, o sea alguien que ofrece su ayuda a los colegas, a la larga será más exitoso y respetado que alguien que es un receptor. Incluso escribió un libro sobre el tema. En sus investigaciones sobre personas exitosas en el campo de las ventas, por ejemplo, encontró que estas tienden a obtener calificaciones «inusualmente más altas […] en cuanto a su motivación por ayudar a los demás».
La generosidad en el ámbito laboral puede ser una excelente idea, pero el inconveniente que muchos le ven a dicha filosofía es que nadie tiene tiempo para practicarla. No obstante, el «favor de cinco minutos», término acuñado por Grant, implica que no todo acto de generosidad necesariamente lleva demasiado tiempo[3].
Nunca se sabe qué maravillas pueden surgir como resultado de un favor de cinco minutos en el curso de un día normal, en el lugar de trabajo o simplemente a medida que avanzamos.
[1] https://www.huffpost.com/entry/five-minute-favor-adam-rifkin_n_3805090.
[2] Lucas 6:38.
[3] https://www.thecut.com/2015/08/just-take-5-minutes-to-do-someone-a-favor.html.
Artículos recientes
- Un bebé en mis brazos
- ¿Tiene la Navidad la influencia de tradiciones paganas?
- Encontrar la voluntad de Dios y tomar decisiones que Dios apruebe
- Recuperación por medio de la alabanza, 3ª parte
- Jesús, tu eterno amigo
- El sentido de los problemas
- Las buenas nuevas, un gran gozo para todo el mundo
- El oficial gentil
- Buenas nuevas para todos en todas partes
- Tesoros eternos