Villa Abundancia o Villa Escasez
Mara Holder
Una amiga me contó que de pequeña, aunque su familia estaba muy unida y se querían mucho, el tema de la equidad era siempre un rollo. Me dijo que cuando su mamá compraba pastel o helado para postre, su hermano y ella se peleaban por conseguir el pedazo más grande. Las peleas por obtener la porción mayor eran tan estresantes para su mamá que tenía una balanza de cocina cerca de la mesa del comedor y pesaba cada plato de postre para asegurarse de que pesaban exactamente lo mismo, ni un gramo más ni menos. Y lo hizo durante años.
Eso me hizo pensar en lo fácil que resulta ver la vida desde el paradigma de que solo hay cierta cantidad de pastel. Por ejemplo, si tu mamá sirve pastel y primero le da a tu hermano un pedazo grande, eso significa que tú tendrás menos pastel, ¿verdad? Claro que eso es cierto en cuanto al pastel, pero no en lo referente a muchas otras cosas de la vida.
Sin embargo, cada uno de nosotros tendemos a creer en la escasez o en la abundancia.
Si te encuentras en Villa Escasez, crees que cosas como el amor, las ideas, las oportunidades, la imaginación y los recursos son limitados. Cada una de esas cosas son como un pastel que se corta en porciones y cuando alguien toma un pedazo, tú crees que queda menos para ti. Como podrás imaginarte, en Villa Escasez existe poquísima buena voluntad. Todos solo piensan en sí mismos. A nadie le importa robarle un pedazo a otra persona porque si no peleas por conseguir tu propio pedazo, te quedarás sin nada. Si tienes suerte de agarrar un trozo de pastel, ni siquiera tendrás tiempo de disfrutarlo. Tendrás que zampártelo, porque siempre existe la posibilidad de que otro trate de apoderarse de tu pastel. Como ya viví algún tiempo en Villa Escasez, te aseguro que es un lugar bastante deprimente.
En cambio, Villa Abundancia es completamente distinta. En Villa Abundancia, todo el mundo cree que el amor, las ideas, las oportunidades, la imaginación y los recursos son ilimitados. Allí, siempre están de fiesta. Las personas disfrutan de montones de pastel. Cuando alguien descubre una pastelería fantástica, en vez de guardarse el secreto para ellos solos, se la recomiendan a todo el mundo. Las recetas se intercambian, se mejoran y se adaptan. Algo que es cierto en Villa Abundancia es que nadie se queda sin pastel. De hecho, la mayoría de las personas comparten la opinión de que los mejores pasteles aún están por crearse, por disfrutarse y por compartirse.
Es extraño, pero en Villa Escasez parece que haya cada vez menos pasteles. Todos están preocupados pensando en el día en que alguien se coma el último bocado. Y, entonces ¿qué pasará? ¿Será el fin del amor, de las ideas, de la imaginación, de los recursos y de las oportunidades? ¿El fin de la felicidad y de todo lo bueno? Nadie se da cuenta de que existe una clara conexión entre Dios y los pasteles. Cada uno anda por su cuenta, y en lo referente a conseguir su pedazo de pastel, lo mejor es que lo agarres cuanto antes.
Pero en Villa Abundancia nadie tiene miedo de quedarse sin pastel. Todos vienen constantemente trayendo nuevos ingredientes para preparar pasteles, dando una nueva versión a las recetas antiguas, con medios novedosos para transportarlos, y mejores métodos para fabricarlos en cantidades mayores. Existe la creencia de que «Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza ni sombra de variación» (Santiago 1:17). A nadie le preocupa que llegue el día en que el Señor decida que ya ha entregado todo el pastel que iba a dar.
Cuando comprendí que existían ambas villas, muy pronto llegué a la triste conclusión de que he pasado más tiempo en Villa Escasez que en Villa Abundancia. Casi nunca pensaba que lo mejor estaba por llegar, sino que el desastre estaba a la vuelta de la esquina. Cuando veía cómo otras personas eran bendecidas, sentía que quedaban menos cosas buenas para mí. ¡Me estaba perdiendo la fiesta en Villa Abundancia!
¿Y sabes lo que hice? Preparé mis maletas y me mudé. Y descubrí que en Villa Abundancia me recibieron con los brazos abiertos. Que se tomaban la vida con la actitud de que cuantos más seamos, mejor. Comencé a creer que lo mejor aún estaba por venir, tanto para mí como para mi familia y amigos, y para los que me rodean.
De repente, tenía muchísimo para compartir. No se me acababan las ideas, ni los recursos, ni las oportunidades, ni el amor. Era muy fácil ser generoso cuando sabía que no tenía que acumular. Era muy sencillo celebrar las ganancias ajenas pues veía que me rodeaban un sinfín de ganancias. ¡Fue una decisión estupenda mudarme a Villa Abundancia!
La parábola anterior sobre los pasteles demuestra dos paradigmas sobre los que modelar tu vida, y el que elijas se convertirá en algo real para ti. La Biblia dice: «Recuerden esto: El que siembra escasamente, escasamente cosechará, y el que siembra en abundancia, en abundancia cosechará» (2 Corintios 9:6).
Posees la facultad de decidir en qué villa deseas vivir. ¿Preferirías una villa donde siempre estás al borde de la inanición, donde escasean el amor, las ideas, los recursos y las oportunidades? ¿O una villa donde aún están por llegar las mejores oportunidades, las ideas más excelentes, los recursos más abundantes y el amor más profundo, donde alcanza para todo el mundo? Elige hoy con mucho cuidado la villa, o mejor dicho, escoge la realidad que quieres vivir.
Este artículo es una adaptación de Solo1cosa, textos cristianos para la formación del carácter de los jóvenes.
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