Vienen mejores días (4ª parte)
Promover el bienestar mental y emocional
Peter Amsterdam
[Better Days Ahead—Part 4]
Es increíble saber que independientemente de la situación por la que estemos pasando en nuestra vida podemos confiar en Jesús y acudir a Él para que afirme nuestros pensamientos y guíe nuestros pasos. La Biblia dice que Dios guardará en completa paz a aquellos cuyo pensamiento en Él perseveran, porque en Él han confiado (Isaías 26:3). «Por el Señor son afirmados los pasos del hombre [bueno y justo], y Él se complacerá en su camino» (Salmo 37:23).
En la segunda parte de esta serie cubrimos algunas de las pruebas y luchas emocionales producto de la soledad, el aislamiento y la angustia, y el impacto que estos tienen en nuestra vida. Con el tiempo la vida cotidiana les puede resultar pesada y trabajosa, desprovista de alegría, de objetivos y de posibilidades nuevas.
Eso puede incidir en tu bienestar mental y emocional. Eso no es forzosamente consecuencia de una debilidad o de que hayas hecho algo mal. Estas luchas mentales y emocionales se deben a que vivimos en un mundo imperfecto luego de la caída de la humanidad y a que enfrentamos numerosas dificultades que nos generan estrés, tristeza y pérdida de esperanza.
Jesús lo explicó así:
A veces la vida es dura —no hay vuelta que darle— y las situaciones desagradables tardan en resolverse. Siempre hay algo que se puede hacer para sortear las dificultades si buscas Mi guía y Mi ayuda; no obstante, es posible que para sacar de ello el bien supremo, me tarde tiempo. Aun cuando los problemas se alargan y sientes agotamiento mental o emocional, Yo estoy a tu lado, dispuesto a renovar tu espíritu y darte la paciencia y perseverancia que necesitas para aguantar mientras resolvemos juntos los problemas.
No te prometo una vida exenta de apuros. No siempre agitaré una varita mágica para hacer desaparecer tus contratiempos y dificultades. Pero sí puedo dotarte de recursos sobrehumanos para que seas capaz de resistir la adversidad, de afrontar la tormenta con la cabeza erguida y, con el tiempo, salir fortalecido y en mejores condiciones para afrontar la siguiente prueba.
Antes de hablar de estrategias prácticas es importante recordar que nuestra primera línea de defensa cuando libramos batallas emocionales o mentales de cualquier índole es buscar la guía y consuelo del Señor y permanecer cerca de Él cada día. Uno de mis pasajes favoritos sobre la paz de Dios en nuestro corazón y pensamiento es:
«Regocíjense en el Señor siempre. Otra vez lo digo: ¡Regocíjense! […] Por nada estén afanosos; más bien, presenten sus peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará sus corazones y sus mentes en Cristo Jesús» (Filipenses 4:4, 6,7).
Cuando alguno de nosotros esté batallando es hora de acercarse al Señor. Él es el Gran Solucionador, sean cuales sean las dificultades que enfrentamos. Él conoce cada detalle de nuestra vida, pensamientos, necesidades y luchas. De ahí que acercarnos a Él da lugar a que el poder sanador del Espíritu Santo transforme nuestro humor y emociones, y que los frutos del Espíritu abunden en nuestra vida. Debemos poner empeño para acercarnos a Dios; así Él se acercará a nosotros (Santiago 4:8).
Podemos reforzar de diversos modos nuestra relación con el Señor. Repasemos brevemente algunos pasos constructivos que podemos dar para acercarnos a Él.
Leer a diario la Biblia y otros artículos devocionales o libros que levanten el ánimo. Es posible que en otras épocas tuvieras bien incorporada la costumbre de leer todos los días la Palabra de Dios; sin embargo, con el tráfago y el ajetreo de la vida es fácil que el hábito se vaya borrando, de manera que no te tomas ya ese rato diariamente y hasta puede ser que pasado cierto tiempo ya no te lo tomas nunca. Es importante, pues, priorizar el tiempo que tomas con el Señor cada día y que, en la medida de lo posible, leas la Biblia y otras publicaciones devocionales y pases momentos de comunión con Él en oración. Esta práctica es un buen punto de partida para mantener en general un buen sentido de bienestar, en lo emocional, espiritual y mental.
«Hijo Mío, atiende a Mis consejos; escucha atentamente lo que digo. No pierdas de vista Mis palabras; guárdalas muy dentro de tu corazón. Ellas dan vida a quienes las hallan; son la salud del cuerpo» (Proverbios 4:20–22).
Orar y encomendar tus cargas y preocupaciones al Señor. Cuando nos damos cuenta de que llevamos a cuestas las cargas de temor, preocupación, condenación, ansiedad y otras, es importante parar y tomarnos un tiempito para entregárselas específicamente al Señor. Luego hay que dejárselas a Él y confiar en que Él hace todas las cosas bien.
«Echen sobre Él toda su ansiedad porque Él tiene cuidado de ustedes» (1 Pedro 5:7).
Pedir al Espíritu Santo que obre en ti y por medio de ti. Sabemos que la infusión del Espíritu Santo nos otorga poder para testificar (Hechos 1:8). Pero también hay otros beneficios y bendiciones personales derivados de llenarse del Espíritu y dar cabida a que el Señor transforme nuestra vida. Como consecuencia somos bendecidos con el fruto del Espíritu: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza (Gálatas 5:22,23).
Refrescar la memoria y recordar que la gracia de Dios basta. Habrá en la vida muchas pruebas y batallas para las que no tendremos las fuerzas, la sabiduría ni la energía. Somos seres humanos imperfectos, pero Dios es todopoderoso. ¡Es soberano y con Su gracia basta! Así lo expresó el apóstol Pablo: «Y me ha dicho: “Bástate Mi gracia, porque Mi poder se perfecciona en la debilidad”. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo» (2 Corintios 12:9).
Andar en la voluntad de Dios. El modo más claro en que podemos averiguar a grandes rasgos la voluntad de Dios para nuestra vida es leyendo Su Palabra. Puede resultar alentador, mientras realizas tus actividades cotidianas, observar las afirmaciones y señales del Señor dirigidas a ti personalmente. Si te mantienes atento a los toques de amor que te da Dios, las puertas que te abre y las confirmaciones de Su presencia y de Su accionar en tu vida, tal vez percibas que son un estímulo para tu espíritu y te infunden esperanza.
¡Recuerda que no estás solo! Afina tu sentido de la constante presencia del Señor contigo. Recuérdate a ti mismo que Jesús siempre está contigo. Estar a solas por largos periodos de tiempo puede afectar tu sentido de la propia valía. Puede que te sientas olvidado, que a nadie le importas o que nadie te ama. Quizá no hay mucho que puedas cambiar en tus relaciones más próximas —trátese de familiares o amigos—, pero sí puedes enfocarte en el inmenso e inalterable amor que Jesús tiene por ti. Él puede llenar los vacíos y darte una mirada optimista hacia la vida.
«Yo estoy con ustedes [permanezco perpetuamente con ustedes, en toda ocasión y circunstancia] hasta el fin del mundo» (Mateo 28:20).
Mantener una actitud agradecida. A veces se requiere práctica y perseverancia para aprender a vivir continuamente agradecido. La gratitud es potente. Está demostrado que contribuye a mejorar la salud física, sicológica y mental, la calidad del sueño, la autoestima y mucho más. Expresar verbalmente todo lo que el Señor te ha concedido y darle gracias te puede traer a la memoria todo lo bueno que posees en la vida, amén de que con ello das buen ejemplo a los demás.
Se pueden tomar también algunas medidas prácticas para propiciar el bienestar mental y emocional. Por ejemplo:
Llevar un diario en el que apuntas tus pensamientos, oraciones y la instrucción o guía que recibes del Señor, además de promesas que te fortalezcan. Algunas personas consideran que llevar un diario las ayuda a mantener la concentración; aparte que puede ser estimulante y gratificador repasar tu recorrido con Jesús.
Pedir consejo y orientación de otros cristianos de confianza. A veces todos necesitamos a alguien con quien orar y que nos pueda ofrecer consejos piadosos. «Donde no hay dirección sabia, el pueblo cae; la seguridad está en los muchos consejeros» (Proverbios 11:14).
Reunir frases inspiradoras o motivacionales que te hablen al alma. Puedes ponerlas en la pared o guardarlas en tu teléfono o en alguna parte donde las veas con frecuencia. Casi siempre tenemos tiempo de leer una cita o párrafo corto. Estos pueden tener mucho poder de convicción y ayudar a reconfigurar nuestra actitud recordándonos que hay esperanza, que Dios es bueno, que la vida mejorará y que gozamos de muchas bendiciones a pesar de los obstáculos que enfrentamos en la actualidad.
Mantenerse en contacto con la gente. La soledad es un factor importante que afecta el bienestar mental y emocional. Si no encuentras el apoyo que necesitas en las redes sociales que tienes actualmente, sería entonces provechoso buscar nuevas fuentes de amistad y compañerismo cristiano. A lo mejor deseas integrarte a una iglesia o hallar otro grupo de personas que compartan tus intereses; o si no, hacer voluntariado varias veces a la semana y cultivar así relaciones.
Pasa tiempo con quienes tienen un efecto positivo en ti, los que te aprecian y te valoran y se preocupan de tu bienestar. Continúa estrechando lazos con quienes te generan sentimientos positivos o te enriquecen y te estimulan.
Intercambien palabras de aliento. Refuercen la esperanza para que estén todos juntos en esto y nadie quede excluido, nadie rezagado. Sé que ya están haciendo esto; ¡simplemente sigan haciéndolo! (1 Tesalonicenses 5:11) (Traducción de The Message Bible)
Cuidar de tu salud. El autocuidado no es egoísmo. Podemos aumentar nuestro sentido de bienestar dando los pasos necesarios para mantenernos sanos. Estos incluyen, entre otros, consumir alimentos nutritivos (limitar el azúcar y los productos procesados), beber bastante agua, hacer suficiente ejercicio y seguir un horario que permita dormir suficientes horas.
Mantenerse activo. Haz ejercicio y disfruta del aire libre. Estar en ambientes naturales, respirar aire puro, mantenerse en forma, cambiar de entorno y beneficiarse del movimiento y del ejercicio tienen un efecto positivo en la salud emocional.
Ofrecerse de voluntario; ser generoso con los demás. Los actos de bondad y generosidad obran maravillas para tu bienestar general. Participar en un voluntariado contribuye a reforzar lazos de amistad con otras personas que se juntan alrededor de una causa común.
«El generoso prosperará, y el que reanima a otros será reanimado» (Proverbios 11:25).
Concentrarse en el momento. No podemos alterar el pasado ni controlar el mañana (Santiago 4:13–15). No tenemos sino el día de hoy para actuar, y para hoy es que el Señor nos da la fe (Mateo 6:34). Saquémosle, pues, el máximo provecho dedicando plena atención al día de hoy y a las cosas buenas que nos rodean.
Recordemos que nuestro más valioso recurso para alcanzar un bienestar espiritual, mental y emocional es leer la Palabra de Dios y vivir conforme a sus preceptos, buscar la presencia de Dios en oración y meditación, y estar llenos del Espíritu Santo. A medida que lo hagamos podemos confiar en que Él cumplirá Sus promesas de velar por nosotros y ayudarnos a atravesar los valles hasta emerger de allí a la luz de días más radiantes.
Publicado por primera vez en noviembre de 2021. Adaptado y publicado de nuevo en junio de 2025.
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