Una perspectiva esperanzadora
Recopilación
[A Hopeful Perspective]
Oh alma mía, reposa solo en Dios,
porque de Él es mi esperanza. Salmo 62:5
¿Puedo sugerir algo que me ha ayudado a lo largo de los años a superar circunstancias difíciles?
Si te sientes impotente para cambiar tus circunstancias y luchas por tener una perspectiva esperanzadora, pídele a Dios que te ayude a pasar de «qué pasaría si» a «lo que está pasando»… y de «lo que fue» a «ahora qué».
Estos cambios de enfoque no solo son agentes de cambio en nuestra mente y corazón, sino que también son ideas bíblicas que cambian la vida.
El «qué pasaría si» es un lugar donde nos estancamos a menudo: un patrón repetitivo y frustrante de preguntas sin respuestas buenas que obstaculiza nuestra capacidad para seguir adelante en la vida.
«Lo que está pasando» se convierte en un cambio focal hacia las realidades en el momento; las posibilidades que aún existen; la esperanza que se nos brinda como creyentes; y la promesa del cielo, el premio supremo y perenne.
«Lo que fue» es un lugar al que a menudo volvemos y habitamos innecesariamente, repitiendo cosas dolorosas de nuestra historia, viviendo en remordimiento y resentimiento.
El «ahora qué» se convierte en nuestra nueva y poderosa perspectiva para todos y cada uno de los días, lo que trae un nuevo nivel de positividad, esperanza y paz. […] ¿Qué puede hacer Dios con tu vida ahora? ¿Dónde puedes encontrar gozo? ¿Qué queda que puede ser usado para propósitos eternos? Lisa Whittle[1]
Futuros más radiantes
¿Qué hacer cuando nuestros sueños y esperanzas se hacen trizas? ¿Cómo ilusionarse de nuevo después de una decepción?
Esas fueron las preguntas que me hice cuando supe de un desalentador revés. La familia de una amiga mía nos iba a ayudar con algunas de nuestras iniciativas de voluntariado. Era algo que me hacía mucha ilusión, pero al final no resultó, y me invadió una gran desazón.
Cuando me enteré, me vino una frase a la cabeza: «El futuro es tan auspicioso como las promesas de Dios». Aunque parecía muy bonita, no sabía a qué promesas se refería. Recordé varios versículos de la Biblia: «A los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien» (Romanos 8:28). «Confía en el Señor con todo tu corazón; no dependas de tu propio entendimiento. Busca Su voluntad en todo lo que hagas, y Él te mostrará cuál camino tomar» (Proverbios 3:5-6). «No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros» (Juan 14:18). «Tus oídos oirán a tus espaldas palabra que diga: “Este es el camino, andad por él”» (Isaías 30:21).
Al reflexionar sobre cada uno de esos pasajes, se me llenó el alma de esperanza. Mis pensamientos dejaron de estar dominados por tonos grises oscuros y adquirieron colores vivos y vistosos. Aquella situación no era el fin del mundo, ni para mí ni para mi amiga y su familia. Dios conoce como nadie la situación general y nos tiene reservado a todos algo estupendo.
Si bien la noticia fue decepcionante, al filtrarla a través de las promesas divinas pude ver que para mi amiga y su familia había llegado el momento de pasar página y sacar partido de toda una serie de nuevas y apasionantes posibilidades. La ilusión volvió a nacer en mí. No veía el momento de enterarme de las estupendas oportunidades que se les presentarían.
Ese incidente me enseñó que si dejamos que el decaimiento nos nuble la vista, el panorama se torna sombrío, y resulta difícil ver el futuro con fe y confianza. En cambio, cuando permitimos que los rayos de las promesas divinas iluminen nuestros pensamientos, se crea un espectáculo lumínico que disipa todas las sombras. Empiezan a tomar forma nuevas esperanzas, que delinean planes positivos de cara al futuro. Una perspectiva optimista nos permite ver otras posibilidades y emprender confiados el camino hacia futuros más radiantes. Maria Silva
Jesús, nuestro dador de esperanza
Yo soy la resurrección y la vida. Permíteme tomar tus sueños rotos y cambiarlos por sueños nuevos. ¡Yo soy la esperanza que vive en ti! Cuando sientas desánimo, alábame, porque soy el dador de esperanza. Yo puedo insuflar nueva vida a tu alma. Cuando sientas tristeza o depresión, levanta la mirada a Mí, porque soy el que produce belleza en lugar de cenizas. Acércate a Mí en alabanza, aunque no sientas ganas. Yo trabajo entre bambalinas para llevar a cabo Mi voluntad en tu vida. Cuando me adoras, aunque camines entre tribulación, haces que Mi corazón cante, y Yo derramo bendiciones sobre tu vida. Sé que a veces parece que no atiendo los deseos de tu corazón. Pero confía en Mí, hijo mío. Yo estoy escuchando, y si es lo mejor para ti, te daré lo que pides. Alábame con fe en que Mis planes para tu vida superan lo que puedes imaginar. ¡Contempla todo lo que voy a hacer por ti! Jesús[2]
Recordarnos nuestra esperanza
Si bien cabe decir que las pruebas y apremios que enfrentamos día a día inevitablemente nos demandarán una importante cuota de tiempo y atención, albergar esperanzas puede mantener nuestros pensamientos y nuestro corazón enfocados en el Señor y en el espléndido futuro que nos espera con Él. Esa esperanza puede infundirnos la valentía y la fortaleza para mantener una actitud positiva y de alabanza a través de las pruebas, adversidades y altibajos que afrontemos. Cuando refrescamos la memoria y recordamos lo que nos deparará el futuro, la certeza de nuestra salvación y las bendiciones prometidas para la eternidad, podemos enfrentar valerosamente las pruebas y exigencias que se nos presentan con la certeza de que independientemente de cuál sea el desenlace, abrigamos la esperanza de un futuro con Dios.
Traer frecuentemente nuestra esperanza a la memoria, el conocimiento de que somos salvos, de que el Espíritu de Dios mora en nosotros, que Jesús se sacrificó para que pudiéramos entablar relación con Dios, que cada día está presente en nuestra vida y que tenemos garantizada la eternidad con Él, debería afectar nuestro modo de concebir y apreciar la vida. Vivir con esa esperanza nos hace saber que la conclusión o desenlace eternos serán gloriosos, lo que nos posibilita enfrentar mejor los avatares de la vida. Recordar con regularidad la certeza de nuestra salvación y lo que significa para nuestra eternidad, nos puede dar un enfoque más positivo de las circunstancias en que nos encontramos. Dios nos ha salvado maravillosamente, y pasaremos la eternidad en amor, dicha y paz con Él. Como portadores de ella, se nos insta a transmitir esa esperanza de gloria a nuestros semejantes, hacer lo mejor que podamos para representar a Jesús ante los demás, amarlos como Él los ama y ayudarlos humildemente a percibir Su amor y sensibilidad a través de nosotros.
Ojalá vivamos siempre conscientes de la esperanza que abrigamos en Cristo y se la impartamos a los demás, así como Jesús nos la impartió a nosotros. Peter Ámsterdam
Publicado en Áncora en febrero de 2023.
[1] https://proverbs31.org/es/lee/devocionales/texto-completo/2021/09/06/cuando-no-est%C3%A1s-segura-de-volver-a-ver-el-bien.
[2] Becky Harling, The 30-Day Praise Challenge (David C. Cook, 2013). Para las Escrituras referenciadas en este pasaje, véase Juan 11:25; Isaías 61:1–3; Santiago 1:12; Hebreos 13:15.
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