Un alma que añora más
Lysa TerKeurst
Todo comenzó el día en que Dios me dijo que regalara mi Biblia.
Estaba extenuada de viajar dando conferencias. Lo que más deseaba era encontrar el asiento que se me había asignado dentro del avión y acomodarme para darme una larga siesta invernal. Imaginen la satisfacción que experimenté al ver que era la única persona de mi fila. Me disponía a cerrar los ojos cuando en el último instante dos pasajeros se aproximaron a mi fila y tomaron asiento.
(Para leer el artículo [en inglés], hagan clic aquí.)
Artículos recientes
- Superar obstáculos
- Para Dios eres importante
- Nuestro pan de cada día
- Proclamar las buenas nuevas del evangelio
- Parábolas de Jesús: El rico insensato
- Don de generosidad
- El relato que elimina las excusas
- El arte desaparecido de repartir folletos del Evangelio
- La presencia de Dios en momentos de soledad
- Preocuparse menos, confiar más