Tres recordatorios
Peter Amsterdam
En el mundo actual es un desafío vivir como seguidor de Jesús; sin embargo, cuando los pensamientos, acciones y días son dirigidos por principios divinos, se vuelve más fácil navegar por nuestro curso. La decisión correcta por lo general se ve con claridad cuando evaluamos las opciones que tenemos frente a nosotros a la luz de nuestros valores centrados en Cristo, cuando consideramos cómo Jesús tal vez habría enfocado la situación. A medida que vivimos, tenemos experiencias, aprendemos, tenemos momentos de descubrimiento o clarividencia a menudo seguidos de este pensamiento: «Espero acordarme de esto en el futuro».
El aprendizaje es una trayectoria de toda la vida y, lamentablemente, a veces por el camino cometemos los mismos errores, o parecidos. Lo sabíamos, pero lo olvidamos; o no relacionamos ambos hechos. Si no hubiéramos olvidado las verdades aprendidas —ya sea por experiencia propia o de otras personas— y las tuviéramos muy presentes, habríamos evitado muchos problemas. Pero somos humanos. Estamos demasiado ocupados. Distraídos. Olvidamos las cosas. Necesitamos la ayuda de otros. Necesitamos recordatorios.
La segunda epístola de Pedro 3:1 trata la cuestión relativa a la eficacia de los recordatorios inspirados por Dios, como una forma en que Él quiere que nos ayudemos mutuamente a permanecer fuertes en la fe, a espabilarnos, inspirar progreso y alentarnos a hacer buenas obras. Ese versículo dice:
Amados, ésta es ya la segunda carta que les escribo, en las cuales, como recordatorio, despierto en ustedes su sincero entendimiento. […]
Su intención no era tratar de convencerlos ni discutir con ellos, sino motivar a aquellos dedicados seguidores de Jesús; que pusieran atención en temas que ya conocían, en lo que creían, pero que tal vez no habían pensado o no habían hecho.
Todos necesitamos recordatorios como ese de vez en cuando, y pueden llegar de muchas fuentes: un podcast, un consejo de un amigo, tiempo de quietud que se pasa en el estudio de la Palabra de Dios, meditación y escuchar los susurros de Dios, entre otras cosas. Los recordatorios de Dios son un elemento importante de nuestro crecimiento espiritual; pueden ayudarnos a mantenernos activos espiritualmente, sanos y con un buen equilibrio.
En el presente artículo daremos tres de esos recordatorios con la esperanza de que les infundan ánimo y les den motivación. Por su misma naturaleza, un recordatorio es algo que ya sabemos. No es información nueva; más bien, es una verdad valiosa (grande o pequeña) en la que tal vez no hayamos pensado por un tiempo. Podemos sacar fuerzas, esperanza o nueva resolución de un recordatorio inspirado por Dios y recordarlo en el transcurso de nuestros días.
GPS de la vida cotidiana
Me identifico bastante con lo que cuenta Francis Chan. Es algo que me encanta de la manera en que Dios obra en nuestra vida.
Lo que me encanta de mi GPS es la manera en que ella (tiene una voz femenina) se encarga de mis errores. A veces me dice que doble a la derecha, pero no logro hacerlo. […] Sin embargo, la voz nunca se enoja. Solo dice «recalculando». ¡Y ya! Nunca dice: «¿Por qué no tomaste esa dirección? ¡Ahora tengo que hacer todo este trabajo adicional!» […] Vuelve a calcular y me dirige allí por otra vía.
Me encanta esa voz. Es muy perdonadora, llena de gracia. Cuando dice «recalculando», lo que oigo es: «Francis, doblaste en otra calle, pero te llevaré a tu destino. No te preocupes. Ahora llevará más tiempo, así que pon atención a lo que digo la próxima vez. Pero te llevaré al lugar donde te diriges».
En realidad, eso es lo que toda mi vida ha hecho el Espíritu Santo. A veces he tomado el camino equivocado. Y Él me dice: «Recalculando. No te preocupes, te llevaré a tu destino de todos modos. Voy a hacer de ti el hombre que estuvo en Mis planes cuando te creé. Llevará un poco más de tiempo porque te equivocaste bastante esta vez. Pero no te preocupes, de todos modos te llevaré allí».
Espero que escuches al Espíritu Santo diciéndote eso cuando hayas tomado el camino equivocado, cuando descubras que no te encuentras donde pensaste que estarías en tu relación con el Señor. «Recalculando. No te preocupes. De todos modos te llevaré a tu destino». En algún momento, debes escuchar. En algún momento, debes confiar en que la Palabra de Dios intenta dirigirnos hacia la vida. Es el momento de escuchar las instrucciones que Dios da y preguntarte a dónde te diriges[1].
Recordatorio: Cuando tomas el camino equivocado en la vida, no todo está perdido. El Espíritu Santo vuelve a calcular la ruta que sigues; siempre procura que vuelvas al buen camino. Dios es fiel y quiere ayudarte a que llegues a tu destino. Solo tienes que escuchar y seguir las instrucciones.
Jesús o Satanás
En nuestra vida hemos oído mucho que es necesario no dejar de llenarse de la Palabra de Dios. Es más, tanto es así que ese recordatorio se ha convertido en un cliché. Sin embargo, es de vital importancia que dediquemos ese tiempo, que nos empapemos de la Palabra de Dios y que le permitamos que fortalezca nuestro corazón y mente.
Probablemente has escuchado muchas veces decir que Dios tiene un plan para tu vida. ¿Sabías que el Diablo también tiene un plan para tu vida? Los planes que Dios y Satanás tienen para tu vida se resumen en un solo versículo. Jesús primero explica resumidamente la intención del Diablo, su objetivo, y luego el de Dios. Esto es lo que Jesús dice:
El propósito del ladrón [refiriéndose a Satanás] es robar y matar y destruir; Mi propósito [el de Jesús] es darles una vida plena y abundante[2].
Además de darnos la advertencia, Jesús también nos ofrece el secreto para protegernos de los planes perversos del Enemigo con relación a nosotros. Esa protección se encuentra en la Palabra de Dios y nuestra obediencia a ella.
En Mateo 13 se cuenta la parábola del sembrador, refiriéndose a la semilla como la Palabra de Dios. Debemos cuidar de la tierra de nuestro corazón, de modo que la semilla eche raíz y crezca la planta. Jesús señala: «El que recibió la semilla que cayó en buen terreno es el que oye la palabra y la entiende»[3]. Seguidamente, Jesús dice que esa persona lleva fruto.
A fin de que nuestro corazón sea buena tierra que lleva fruto, necesitamos apasionarnos con la Palabra de Dios. Debemos hacer que la lectura y el estudio de la Palabra de Dios sean un hábito fundamental en nuestra vida. Salimos a comprar alimento físico. Asimismo, debemos planear nuestro menú espiritual. Fijamos la hora de nuestras comidas. De igual modo, deberíamos fijar la hora para recibir alimento espiritual.
Dios no pretende que Su Palabra solo sea estudiada, ni que solamente esté oculta en nuestro corazón. Él quiere que se viva y se aplique en el campo de batalla de la vida, en las situaciones más difíciles que enfrentamos. La Palabra de Dios nos es dada para proporcionarnos fuerzas y esperanza, para sacarnos adelante durante la tribulación y hacernos vencedores. Claro, a fin de que aprovechemos ese poder, necesitamos estudiar la Palabra con regularidad y hacer de ella una realidad en nuestra vida cotidiana.
La vida cotidiana puede ser una lucha. La vida está llena de desafíos. Sin embargo, también se libra una lucha espiritual. Como integrante del equipo de Jesús, querrás abastecerte de la Palabra de Dios, atender el terreno de tu corazón y protegerte de los ataques del equipo de Satanás. El plan que Satanás tiene para ti no es bueno, así pues, aprovecha la protección de la Palabra de Dios contra las malvadas intenciones del Diablo.
Recordatorio: La Palabra de Dios no solo te da fuerzas, esperanza y sustento espiritual, también te protege de las intenciones de Satanás y de sus ataques. Da a la Palabra de Dios importancia, tiempo, atención y un lugar en tu vida cotidiana.
Ahora, no más adelante
No tenemos que esperar hasta que algún día participemos en la obra de Dios, o lo que Él haya planeado para nosotros. Podemos ser parte del magnífico plan de Dios hoy, ahora mismo, sea lo que sea que hagamos.
El pastor Louie Giglio lo expresó bien de esta manera: «A menudo pensamos que Dios se valdrá de nosotros en gran medida algún día, en vez de que ahora mismo lo haga de alguna forma. Vivimos en una especie de compás de espera con la idea de que no hemos llegado todavía, siempre a la espera de lo que sucederá a continuación, en vez de aprovechar el momento actual»[4].
En vez de pensar en alguna oportunidad que aún no llega, pensemos en el momento en que vivimos. Miremos la situación actual y recibamos lo que Dios puede hacer en ella, aunque parezca desordenada, temporal o difícil. Ninguna situación en la que estés podría inhabilitarte de modo que no puedas participar en la divulgación de las estupendas noticias de Jesús.
Puede ser una tentación mirar hacia el futuro, a fin de saber cuál será el plan de Dios para ti entonces, o para descubrir si tal vez el año próximo estarás en una mejor situación o lugar donde puedas hacer más para Dios. O bien, si tendrás más tiempo o más preparación. No tienes que estar más listo para que Dios se valga de ti. Quiere actuar en ti, obrar por medio de ti, darte los medios para que seas Su sal y alumbres con Su luz a quienes te rodean hoy.
Alguien dijo, refiriéndose a Jesús: «No importa tanto a dónde vas; importa lo que llevas». La naturaleza humana hace que nos concentremos en los desafíos que enfrentamos, en nuestras preocupaciones y el futuro incierto que tenemos por delante; sin embargo esas cosas no son lo más importante. Lo más importante es lo que llevamos. Por medio del Espíritu Santo, llevamos con nosotros a Jesús y Su poder, propósito, luz, mensaje y el regalo eterno de la salvación.
Naturalmente, eso no disminuye los muchos deberes que tenemos cada uno de nosotros, como tomar decisiones acertadas, proveer diligentemente para nuestra familia, llevar a cabo un trabajo excelente, y ser un buen testimonio de nuestra fe. Sin embargo, sería prudente que tuviéramos presente que no importa tanto a dónde vamos sino lo que llevamos. Llevamos a Jesús con nosotros a donde sea que vamos. Él es el verdadero tesoro, la perla de gran precio.
Recordatorio: Estás listo ahora, hoy, para ser parte del gran plan de Dios. Ponte a la disposición de Dios, no lo postergues. Jesús quiere valerse de nosotros ahora mismo, así como somos.
Artículo publicado por primera vez en septiembre de 2015. Texto adaptado y publicado de nuevo en febrero de 2018.
[1] Francis Chan, de Louie Giglio, Passion: The Bright Light of Glory (Nashville: W Publishing, 2014), 63-64.
[2] Juan 10:10 (NTV).
[3] Mateo 13:23 (NVI).
[4] Giglio, Passion, 198.
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