¿Todos los caminos conducen a Dios?
Recopilación
Actualmente existe la creencia generalizada de que todos los caminos conducen a Dios. Aunque es noble el respeto mutuo por la religión de los demás, la Biblia enseña que la única forma de que una persona pueda reconciliarse con Dios es con las condiciones que Él ha puesto. […]
Jesucristo afirma ser el único camino a la salvación eterna. En sus propias palabras, Jesús declaró: «Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie llega al Padre sino por Mí»[1].
Lógicamente, si en realidad Dios existe, ¡entonces debemos acercarnos a Dios de la forma establecida por Él! Ese camino establecido, según el Dios de la Biblia, es la fe en Jesucristo. Las religiones se basan en varios sistemas de obras, mientras que el cristianismo se basa en Jesús y lo que Él ya ha hecho por nosotros.
Por lo tanto... no puede ser cierto que todos los caminos conduzcan a Dios. Varias enseñanzas acerca de Dios que vienen de diferentes religiones se contradicen entre sí y de manera importante. Dios no puede al mismo tiempo ser impersonal y personal, singular y trino, a la vez finito e infinito, conocible e incognoscible.
Es imposible conciliar las diversas cosmovisiones como por ejemplo el panteísmo, el monoteísmo y el politeísmo. Por lo tanto, lógicamente, ¡o ninguna de ellas —o solo una— es cierta! El tema real es la Verdad, un tema de infinita importancia. Tomado de crossway.org[2]
Pluralismo religioso
El pluralismo religioso que me da que pensar no es solo la realidad de la diversidad de creencias religiosas en una cultura —pluralismo de opiniones— y nuestra obligación de vivir en paz con quienes no comparten nuestras convicciones. Eso me parece obvio.
El pluralismo que me preocupa [son las siguientes opiniones]: Que, en general, todas las religiones, cada una en sus propios términos, son vías legítimas que conducen a Dios. Que Dios ha ordenado varios caminos para una variedad de personas y diversas culturas. Por lo tanto, que nadie tiene derecho de decir que su religión es mejor que la de otra persona. Algunos dirían que Dios es más grande que nuestras limitadas categorías teológicas (o, según lo que dice la lógica de una etiqueta de parachoques: «Dios es demasiado grande como para meterlo en una religión»). Que Cristo es el camino para los cristianos, pero que otros tienen sus caminos que son legítimos. […]
Los cristianos rechazan el pluralismo, en parte, porque los elementos definitorios de diversas religiones se contradicen entre sí. El judaísmo enseña que Jesús no es el Mesías. El cristianismo enseña que Él sí lo es. O Jesús es el Mesías o no lo es. Los dos grupos no pueden tener razón.
Es contradictoria la idea de que el cristianismo y el judaísmo son igualmente verdaderos, como decir que hay círculos cuadrados. Abundan otros ejemplos. ¿Qué pasa cuando morimos? Algunas religiones promueven el Cielo y el infierno. Otras enseñan la reencarnación. Y hay otras que dicen que no existe una vida consciente después de esta, solo la tumba.
Cuando nos despojemos de esta envoltura mortal, quizá vayamos al Cielo o al infierno, o tal vez reencarnaremos, o podríamos desaparecer completamente. Pero no podemos hacer todo eso al mismo tiempo. Alguien se equivoca. Es posible que todas esas opciones sean falsas, pero no pueden ser verdaderas todas.
Ningún posible descubrimiento futuro va a reparar las contradicciones principales que existen entre las religiones. Más bien, el análisis complica la cuestión. Mientras más descubrimos sobre las creencias básicas de distintas religiones, se vuelve más complejo el problema de la armonización.
No es de ayuda apelar a la ubicuidad de algo como la regla de oro. Es una guía para una acción moral que dice casi nada de la comprensión fundamental que tiene cualquier religión acerca de la forma del mundo. Las profundas contradicciones entre las creencias fundamentales no se eliminan al señalar proverbios que enseñan valores morales que se comparten. Las afirmaciones contradictorias no pueden ser correctas simultáneamente. El pluralismo religioso se destruye a sí mismo.
Creo que alguien podría responder que desde la perspectiva de Dios, los detalles no importan. Él está satisfecho con un esfuerzo religioso sincero, cualquiera que sea. Sin embargo, ¿cómo alguien podría saber eso? Esa afirmación es un artículo de fe, un salto de esperanza que resulta contrario a las enseñanzas de muchas religiones, el cristianismo en particular.
Cualquier cristiano bien informado inmediatamente puede ver el desafío que el pluralismo religioso presenta a la Gran Misión, la autoridad de las Escrituras y el carácter único de Cristo, entre otras cosas. Está claro que los que siguen a Jesús y entienden la enseñanza del Nuevo Testamento en la obra de la cruz —y también para los que toman el primero de los Diez mandamientos en su sentido sencillo y obvio— no se puede hacer la paz con el pluralismo por muy políticamente incorrecto que sea oponerse a él. Greg Koukl[3]
¿Por qué el nombre de Jesús?
La Biblia no solo nos dice que «Dios es espíritu», sino también que «Dios es amor»[4]. Dios es el Espíritu de amor, el Gran Espíritu, el Creador. ¿Cómo es Dios? Es amor. ¿Y qué hizo Dios para demostrar que es amor, que nos ama? «De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna»[5]. Dios envió a «Su Hijo unigénito», Jesús. Se separó de Él y por amor a nosotros permitió que sufriera una muerte cruel y horrible. «En esto se manifestó el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a Su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por Él»[6]. Jesús es la manifestación del amor de Dios.
«¿Por qué no simplemente sacar a Jesús de todo esto?» Preguntan algunos. «¿Por qué emplear dicho nombre? ¿Por qué tiene que ser Él siempre el símbolo? ¿Por qué no se puede decir sencillamente Dios y solo hablar de Él? Si no insistieras tanto en el nombre de Jesús podríamos aceptarlo mucho más fácilmente».
Si fue realmente el Hijo de Dios y Él lo escogió para revelarse al mundo y mostrar Su amor, es el propio Dios quien así lo dispuso. «Si me amas, ama a Mi Hijo». Son condiciones impuestas por Dios, no por nosotros. «Todo aquel que niega al Hijo, tampoco tiene al Padre. El que confiesa al Hijo, tiene también al Padre»[7]. Dios ha insistido en que reconozcamos y amemos a Su Hijo y el propio Jesús dijo: «Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por Mí»[8].
Jesús abrió el camino; ¡Él es el camino! «En ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo los cielos, dado a los hombres, en que podamos ser salvos»[9]. «Hay un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre»[10]. Y «a Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, Él le ha dado a conocer»[11].
Ningún hombre puede llegar a Dios directamente. Debemos hacerlo a través de Jesús, que dijo:
«Yo y Mi Padre, uno somos»[12]. Antes de Su encarnación en la Tierra, Él y el Padre gozaban de íntima comunión celestial, a la que Jesús tuvo que renunciar cuando descendió a la tierra. Poco antes de Su crucifixión, oró: «Ahora pues, Padre, glorifícame Tú al lado Tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese»[13]. También se nos dice que «en el principio era el Verbo (Jesús) y el Verbo era con Dios y el Verbo era Dios... y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros y vimos Su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y verdad»[14].
Jesús en efecto renunció a Sus derechos de ciudadanía en el cielo y «siendo rico, por amor a vosotros se hizo pobre, para que vosotros con Su pobreza fueseis enriquecidos»[15]. Asumió nuestra forma corporal y se adaptó a nuestro modo de vida terrena para poder entendernos y amarnos mejor y comunicarse con nosotros al nivel inferior de nuestro entendimiento humano. En cierto modo se hizo ciudadano de este mundo, parte integral de la humanidad, un hombre de carne igual que nosotros en todo sentido para poder transmitirnos Su amor, demostrarnos Su compasión y desvelo y ayudarnos a entender Su mensaje, el cual expresó en términos sencillos e infantiles que estuvieran a nuestra altura.
«Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a Sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a Sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también lo exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra»[16]. David Brandt Berg
Publicado en Áncora en enero de 2019.
[1] Juan 14:6 (NVI).
[2] https://www.crossway.org/tracts/do-all-roads-lead-to-god-ats-4399.
[3] Greg Koukl, The Ambassador’s Guide to Pluralism (Stand to Reason, 2010).
[4] 1 Juan 4:8.
[5] Juan 3:16.
[6] 1 Juan 4:9.
[7] 1 Juan 2:23.
[8] Juan 14:6.
[9] Hechos 4:12.
[10] 1 Timoteo 2:5.
[11] Juan 1:18.
[12] Juan 10:30.
[13] Juan 17:5.
[14] Juan 1:1,14.
[15] 2 Corintios 8:9.
[16] Filipenses 2:5-10.
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