¿Te sientes solo esta Navidad?
Recopilación
[Are You Lonely This Christmas?]
Con el paso de los años, la Navidad ha cobrado diversos significados para mí. Cuando era niña, la Navidad era un lindo período de vacaciones. Se leía el relato del nacimiento en la escuela dominical, caminaba a casa en medio de la nieve, y me regalaban un libro nuevo para leer.
Después que acepté a Jesús como mi Salvador, la Navidad cobró otro sentido: el de dar a conocer el mensaje de Su nacimiento y de la «buena voluntad para con los hombres».
Unos años más tarde, cuando ya me había casado y tenía hijos, significó crear nuevas tradiciones familiares, entre ellas las de decorar, dar regalos y preparar cenas navideñas en un ambiente bullicioso y acogedor.
Guardo bonitos recuerdos de todas esas navidades. Como dijo tan acertadamente Norman Vincent Peale, al pensar en ellas es como si una varita mágica transformara mi mundo y lo tornara todo más suave y más bello.
Sin embargo, cuando mi dinámica familiar cambió a raíz de mi divorcio y la partida de mis hijos, experimenté el síndrome del nido vacío y supe lo que es estar sola en Navidad. No fue fácil adaptarme.
La primera Navidad en que me desperté sola en un pequeño apartamento, hallé una casa bien decorada pero silenciosa. Iba a pasar la tarde con mi hijo y su familia y nada más levantarme me puse a preparar un acompañamiento para la cena. Iba a llevar los regalos que tenía al pie de mi árbol para repartirlos allá. Por primera vez yo no sería la anfitriona en Navidad y no estaría rodeada de hijos y nietos. Tuve que luchar contra la nostalgia y la sensación de abandono que me abrumaba.
El tiempo que pasamos juntos aquella tarde fue hermoso. Disfruté mucho con mi hijo, mi nieto y la familia de su mujer, hasta que llegó la hora de volver a mi departamento vacío. Cuando iba manejando hacia mi casa me sentí abatida. A llegar derramé lágrimas de soledad.
Sentada en la sala, en completo silencio, tomé un libro de temática navideña que tenía en la mesa de café. Al hojearlo reflexioné sobre Jesús, que dejó Su casa en el Cielo para traer amor y esperanza al mundo. Entendí que evidentemente yo no era la única persona solitaria aquella Navidad. Después de secarme las lágrimas, tomé el teléfono y llamé a una señora mayor con quien había trabado amistad poco antes. Conversando con ella me enteré de que había estado en casa sola. Agradeció mucho nuestra conversación. Llamé a mis otros hijos, con quienes aún no había hablado ese día, y a algunos familiares que viven en el extranjero, y supe que algunos de ellos tampoco habían tenido una Navidad perfecta. Después de comunicarme con todos ellos me sentí mejor. Me propuse acordarme de eso cuando llegara la Navidad siguiente y en todas las navidades posteriores.
Desde entonces, cada una ha sido diferente. En una ocasión me ofrecí de voluntaria para ayudar a unos ancianos a decorar sus árboles y sus casas, pues a veces les resulta difícil hacerlo por sí mismos. También he preparado galletas con mis nietos para llevárselas a vecinos que no reciben muchas visitas. Con las personas que viven demasiado lejos para ir a verlas, las llamadas por teléfono y las videollamadas siempre tienen un efecto positivo: producen sonrisas en todos.
La vida da sus vueltas. Puede que tú también te llegues a encontrar solo en Navidad, ya sea porque tus hijos se fueron, por un divorcio o por la pérdida de un familiar. No es fácil adaptarse, y puede que a veces llores de soledad. Con todo, aunque las circunstancias sean distintas, estar a solas en Navidad no tiene por qué ser una experiencia negativa. Aun cuando estamos solos, nunca estamos completamente solos, pues Jesús siempre nos acompaña, y hacer algo por los demás nos reporta alegría y satisfacción. Lilia Potters
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Mi idea de la Navidad, por anticuada o moderna que suene, es muy sencilla: amar a los demás. Pensándolo bien... ¿por qué esperar a que llegue la Navidad para hacer eso? Bob Hope
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Estar a solas y sentirse solo son dos cosas distintas. Se puede estar a solas sin sentirse solo, y también alguien se puede sentir solo en una habitación llena de gente. Por lo tanto, la soledad es un estado de ánimo, una emoción provocada por sentimientos de separación de otros seres humanos. […]
Nadie sintió la soledad más profundamente que David. […] Su propio hijo se levantó contra él. Los hombres de Israel lo persiguieron. Se vio obligado a huir de la ciudad, dejar su casa y a su familia. Solo y afligido (Salmo 25:16), su único recurso fue recurrir a Dios y suplicar por la misericordia y la intervención de Dios (Salmo 25:21), porque su única esperanza estaba en Dios. […]
Independientemente de la causa de la soledad, para el cristiano la curación siempre es la misma: la reconfortante comunión con Cristo. Esa relación de amor con nuestro Maestro ha tranquilizado y animado a miles de personas que languidecían en prisiones e incluso murieron por Su causa. Él es el amigo «más unido que un hermano» (Proverbios 18:24), que da Su vida por Sus amigos (Juan 15:13–15), y que ha prometido que nunca nos va a dejar, que no nos abandonará, sino que estará con nosotros hasta el fin de los tiempos (Mateo 28:20). GotQuestions.org1
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Estaba evitando a toda costa pensar en la Navidad. Me horrorizaba cómo me iba a sentir cuando llegara el día, y esperaba contra toda esperanza que se apareciera un ángel y lo solucionara todo. Hasta intenté convencerme de que era una fecha como cualquier otra, nada del otro mundo, imaginándome que así se disiparía mi soledad.
Pero no había escapatoria: el ambiente navideño me rodeaba por todas partes, y estaba sola. No tenía a nadie con quien hablar y reír, nadie que me deseara «Feliz Navidad». Estaba cada vez más deprimida; eso era lo que más me aterraba.
Para mantener la mente ocupada y no ponerme triste, procuré recordar momentos felices. Entre otras cosas, me acordé de mi profesor de catequesis. Era muy simpático y cordial, pasaba mucho tiempo con los niños y tenía el don de hacerlo todo entretenido. Nos decía que Jesús era la alegría de su vida. No dejaba de resonarme en la cabeza el consejo que me había dado en cierta ocasión: «Lleva a Jesús contigo dondequiera que vayas».
Me puse a reflexionar. ¿Daría resultado? Estaba sola. Nadie se enteraría. Así que decidí pasar el día con mi amigo Jesús.
Lo hicimos todo juntos: tomamos chocolate caliente frente a la chimenea, paseamos por la calle, hablamos de lo bonito que era el mundo, nos reímos y saludamos a la gente al pasar. Casi podía sentir Su brazo en mi cintura y oír Su voz. Con susurros inaudibles me dijo que me amaba; a mí en particular. Me aseguró que siempre sería mi amigo. No sé por qué, pero tuve la certeza de que jamás volvería a estar sola.
Cuando me acosté a dormir esa noche, me sentía muy feliz. Estaba muy tranquila y contenta. Era extraño, pero por otra parte, no tanto. Había pasado el día con Jesús, y esperaba que todo el mundo hubiera disfrutado de una Navidad tan dichosa como la que tuve yo. Vivian Peterson
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«Y tengan por seguro esto: que estoy con ustedes siempre, hasta el fin de los tiempos». Jesús, Mateo 28:20
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¿Por qué nos esforzamos tanto para crear recuerdos divertidos de las festividades, solo para sentir que hemos fracasado? […] Se supone que es la mejor época del año. Entonces, ¿cómo expulsamos el mal humor tipo Grinch y la tristeza al estilo de Charlie Brown para recuperar la alegría de la Navidad?
Me anima pensar en el relato de los Reyes Magos que se ha conservado para nosotros en las Escrituras. Siguieron una estrella brillante por cientos de kilómetros. Buscaban a Jesús y se detuvieron en el palacio de Herodes en Jerusalén.
El rey Herodes tuvo que decirles que Jesús no estaba allí; Jesús estaba en Belén.
«Después de esa reunión, los sabios siguieron su camino, y la estrella que habían visto en el oriente los guió hasta Belén. Iba delante de ellos y se detuvo sobre el lugar donde estaba el niño. Cuando vieron la estrella, ¡se llenaron de alegría!» (Mateo 2:9,10).
Se llenaron de alegría.
Esa frase me da que pensar. Cuando los sabios vieron la estrella, en la versión PDT, dice: «Se alegraron muchísimo» (Mateo 2:10).
Eso es lo que quiero para nosotros en esta temporada navideña: que modifiquemos nuestra desorientación de las festividades y fijemos la mirada en la Luz que ilumina el mundo. Entonces nos regocijaremos, tendremos júbilo y celebración, como lo hicieron los Reyes Magos hace tanto tiempo.
Ofrezco esta oración para la alegría navideña como un camino sencillo a fin de volver a poner atención al Rey Jesús. Que las palabras de esta oración te guíen a Su presencia una y otra vez:
Señor, ¡qué creativo eres! ¡Incluso puedes valerte de las estrellas del cielo para guiar a las personas a Tu presencia! Acércanos a Ti en esta temporada navideña. Convierte nuestras desilusiones en indicaciones para elevar plegarias, y nuestras alegres celebraciones en conductos de adoración.
Solo Tú das alegría verdadera al mundo. Así pues, ayúdanos a llevar un ritmo más lento, a acallar nuestro corazón y fijar nuestros ojos en Ti, Jesús: eres la Luz que brilla con más intensidad que cualquier estrella. Así como los Reyes Magos se llenaron de alegría, llénanos hasta desbordarnos con el asombro de Tu nacimiento, Jesús.
Restaura el brillo de nuestros ojos y la alegría de la salvación en nuestro corazón, a medida que te buscamos hoy y todos los días. En el nombre de Jesús, amén. Asheritah Ciuciu2
Publicado en Áncora en diciembre de 2025.
1 What does the Bible say about loneliness? GotQuestions.org, https://www.gotquestions.org/loneliness.html
2 Asheritah Ciuciu, Oración para la alegría navideña, Proverbs31.org, 2 de diciembre de 2024, https://proverbs31.org/es/lee/devocionales/texto-completo/2024/12/02/oracion-para-la-alegria-navidena
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