Superar la soledad
De la serie «Una vida más feliz»
[Overcoming Loneliness]
El tema de fondo
La soledad ha llegado a proporciones de epidemia en el mundo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió que el aislamiento social y la soledad se han incrementado, y numerosas investigaciones revelan que eso puede tener un grave impacto en la salud física y mental y en la calidad de vida1. Las personas no fueron creadas para pasar la vida en soledad. Fuimos creados por Dios como seres relacionales, y para vivir, amar y compartir con otros nuestra vida. Sin embargo, estar rodeados de personas no mitiga forzosamente la sensación de soledad y aislamiento.
Se ha dicho que no es lo mismo estar solo que sentirse solo. Una persona puede estar sola o sin compañía sin sentirse sola, mientras que otra puede sentirse sola aunque se encuentre en una sala llena de gente. La soledad es una emoción o un estado de ánimo y la causa es sentir separación de otras personas, y una profunda sensación de aislamiento.
Sea cual sea la causa de la soledad, la cura duradera para nosotros los cristianos se encontrará en nuestra comunión con Cristo. Empieza con nuestra relación personal con Dios, que nos ama tanto que dio a Su hijo para nuestra eterna salvación y para que pudiéramos habitar en el Cielo con Él. Y luego, se extiende hacia afuera, mientras obedecemos Su segundo y gran mandamiento de amar a nuestro prójimo como nos amamos a nosotros mismos (Mateo 22:37–39). A medida que procuramos dar y compartir Su amor, Dios ha prometido que proveerá todo lo que necesitemos «conforme a las gloriosas riquezas que tiene» (Filipenses 4:19).
El remedio para la soledad
De vez en cuando, a todos nos sobreviene una profunda sensación de soledad. Algunas de las personas más solitarias que hay en el mundo viven rodeadas de gente. Sin embargo, andan afligidas por la sensación de que nadie las conoce ni las comprende en su fuero interno. Anhelan dialogar con alguien acerca de sus intereses, encontrar a una persona a quien contar sus problemas y que se compadezca de ellas.
Es posible que tengamos amigos íntimos a quienes amamos y nos aman, o un compañero o compañera de toda la vida, que nos ama entrañablemente y a quien nosotros amamos; pero también es probable que incluso él o ella jamás nos conozca ni nos comprenda cabalmente. Algunas lágrimas siempre las derramamos a solas. Ningún otro ser humano es capaz de penetrar en lo más recóndito de nuestra mente, alma o corazón.
¿Por qué cobijamos esa apremiante necesidad de sentirnos comprendidos? ¿Por qué albergamos el intenso anhelo de contarle a alguien nuestras alegrías, triunfos, desdichas y derrotas? ¿Acaso Dios —que nos creó como almas vivientes— cometió un error al concebir Su obra maestra, la raza humana? Dispuso los recursos para satisfacer todas las demás necesidades de la vida: pan para el hambre, conocimientos para el intelecto, amor para el corazón.
Esa carencia que sentimos, ese estado incompleto, es una necesidad que tiene nuestra alma de acercarse a Dios. Él sabía que cuando echáramos en falta la compasión humana, acudiríamos en busca de la misericordia divina. Sabía que ese sentimiento de alienación sería precisamente lo que nos impulsaría hacia Él.
Dios nos creó para Sí mismo. Ansía nuestro amor. Hasta que Él mismo llene ese vacío interior, jamás nos sentiremos completamente satisfechos. La Palabra de Dios dice que Él es «la porción» que sacia nuestra alma (Salmo 107:9; Salmo 73:26). Solo Él puede satisfacer de verdad todos los anhelos de nuestro corazón.
Quien nos creó es el único capaz de colmar cada aspecto de nuestra vida. Por eso, cuando te embargue esa soledad, recuerda que se trata de la voz de Jesús, que te dice: «Ven a Mí» (Mateo 11:28). Su presencia satisface el alma que padece soledad, y quienes caminan con Él a diario jamás transitarán solos. Virginia Brandt Berg
Superar el dolor de la soledad
En los primeros seis meses después de que mi esposo se marchó, me enfrenté a la toxicidad de la soledad todos los días. El nido vacío, el trabajo desde casa y las noches frías en soledad habían hecho mella. […] La realidad de que me encontraba sola me golpeó como si me hubieran dado un puñetazo en el estómago: estar sola era mi nueva normalidad permanente. De pronto, me sentí terriblemente aislada, como nunca antes. Me parecía como que me habían dejado en otro planeta para que averiguara cómo sobrevivir. Completamente sola y sin una forma de escapar.
En las Escrituras abundan los ejemplos de quienes vivieron esa realidad y tuvieron ese mismo dolor. De hecho, todos los Salmos proporcionan pruebas de que incluso el rey David se sintió solo con bastante frecuencia. Sin embargo, su soledad fue exactamente lo que lo impulsó a apoyarse en Dios.
En el Salmo 25:16, el rey David dijo: «Vuélvete a mí y ten misericordia de mí, porque estoy solo y profundamente angustiado», seguido por los versículos 17–18 que dicen: «Mis problemas van de mal en peor, ¡oh, líbrame de todos ellos! Siente mi dolor, considera mis dificultades». En todo ese pasaje hay una serie de súplicas para recibir la ayuda de Dios, porque David se sentía oprimido, deprimido, lleno de problemas, invisible y abandonado por Dios y por otros… dolorosamente solo.
Pero en lugar de permanecer molesto con Dios, la oración de David da un giro. «Yo en ti me refugio. Que la integridad y la honestidad me protejan, porque en ti pongo mi esperanza» (Salmo 25:20,21). A pesar de todo, el rey David se apoyó en el Señor en sus momentos más oscuros en vez de alejarse de Él. A pesar de sentirse muy solo, David quiso comunicarse con Dios y se aferró a la esperanza de que Él estaba presente, incluso si no había nadie más.
En realidad, la soledad puede ser un catalizador para fortalecer nuestra relación con Dios en vez de sofocarla. La soledad es la manera en que Dios nos recuerda que fuimos creados para tener una relación personal con Él, y que puso un profundo anhelo en nuestro corazón que solo Él puede satisfacer.
Es posible que sientas soledad por haber perdido a tu esposo debido a una separación, divorcio o incluso la muerte. Tal vez se deba a la partida de los hijos, a que ha quedado un espacio vacío en la mesa, a la pérdida de amigos. Sea cual sea la raíz de nuestra soledad, siempre podemos confiar en que Dios nos acompaña. A medida que nos apoyamos en Él, podemos seguir pidiéndole en oración que ponga en nuestra vida a las personas adecuadas y que satisfaga nuestra necesidad de contacto humano, así como satisface la sed de nuestra alma por Él. […]
Primero conéctate con Dios, y el resto acabará encajando. Tal vez Dios no se lleve la soledad, pero si ponemos nuestra esperanza en Él como lo hizo David, Dios se asegurará de que sintamos Su cercanía. Tracie Miles2
El poder de la amistad
Un viernes por la tarde me dirigía a casa tras salir de clase. Un chico nuevo, alumno de primer curso de secundaria, iba media cuadra delante de mí. Se llamaba Kyle. Llevaba una pila de libros y tenía pinta de ser el típico alumno estudioso, capaz de pasarse el fin de semana estudiando. Yo ya tenía planeado lo que iba a hacer: iría a fiestas y jugaría un partido con mis amigos.
Momentos después, otros chicos corrieron hacia Kyle, le arrebataron los libros y le pusieron la zancadilla. Kyle cayó al suelo, sus gafas salieron volando y cayeron en la hierba a corta distancia. Mientras se levantaba, miró hacia mí. Aun a media cuadra de distancia, vi que estaba enojado, frustrado y humillado.
Me compadecí de él y corrí hacia donde estaba. Cuando llegué, andaba a gatas buscando sus anteojos. Intentó disimular las lágrimas que le nublaban los ojos, e hice como si no las hubiera notado. Le entregué los anteojos, y le dije: «¡Qué estúpidos! ¡No tienen nada mejor que hacer!»
Kyle me miró y respondió: «¡Gracias!» En los labios se le dibujó una amplia sonrisa que evidenciaba gratitud.
En el transcurso de los siguientes cuatro años, Kyle y yo nos hicimos muy buenos amigos. Cuando estábamos en el último año de secundaria y empezamos a pensar en estudiar una carrera, optamos por distintas universidades. Sin embargo, sabíamos que siempre seríamos amigos. La gran distancia que mediara entre nosotros jamás sería un problema.
Kyle fue el estudiante con el mejor desempeño académico en nuestra clase, y el que pronunció el discurso de clausura de curso. El día de fin de curso cuando llegó el momento, subió al estrado y se aclaró la garganta. «La clausura de curso —dijo— es una oportunidad de dar gracias a los que nos ayudaron a salir adelante en los años difíciles: de dar gracias a los padres, a los profesores, a los hermanos, tal vez a un entrenador... pero más que nada a los amigos. No les quepa duda de que la verdadera amistad es el mejor regalo que se pueda recibir. Voy a relatar algo que me sucedió en una ocasión...»
No podía dar crédito a lo que oía. Kyle se puso a contar lo que ocurrió el día en que nos conocimos. Confesó que había planeado suicidarse ese fin de semana, y que había sacado todo de su casillero para que su madre no tuviera que hacerlo después. Por esa razón, aquel viernes por la tarde llevaba a casa todas sus cosas. Kyle me miró a los ojos, y me sonrió. Luego, prosiguió: «Gracias a Dios, me salvé. Mi amigo impidió que cometiera una barbaridad».
Los presentes se sobrecogieron cuando aquel joven apuesto y querido les habló de su momento de mayor debilidad. Sus padres me miraron con la misma sonrisa de gratitud. Hasta ese momento no me había dado cuenta de la gran trascendencia de lo que hice. Anónimo
Claves para superar la soledad
En primer lugar, reafirmar que Dios está siempre presente en tu vida. Y puedes disfrutar de Su compañía en cualquier momento que lo desees. El consuelo de contar con la presencia de Dios es una realidad para los creyentes.
En segundo lugar, encuentra amigos con ideas afines. Amamos a Dios y caminamos con Él. Sin embargo, Él nos ha creado de manera que nos encante y necesitemos la compañía humana.
Por último, tenemos que llevar a cabo la labor que nos ha encomendado Dios mientras estamos aquí en la Tierra. Mantente ocupado… busca hacer algo que glorifique a tu Creador y Salvador, ¡y ahora mismo es el momento de hacerlo! Pastor Rich Bitterman3
Reflexionemos...
Sea cual sea la causa de la soledad, para el cristiano el remedio siempre es el mismo: la consoladora comunión con Cristo. […] Él es el amigo que es «más unido que un hermano» (Proverbios 18:24), que da Su vida por Sus amigos (Juan 15:13–15), y que ha prometido que nunca nos dejará, que nunca nos abandonará, sino que estará con nosotros hasta el fin de los tiempos (Mateo 28:20). Gotquestions.org4
En algún momento, todos los seres humanos experimentamos soledad. Es un común denominador en la ecuación de la vida. Asimismo, es algo que a nadie le gusta sentir, así que nuestra respuesta natural es huir de la soledad, evitarla o negarla llenando nuestra vida con un millón de distracciones. Dios tiene una mejor manera… La soledad es un regalo de Dios que nos impulsa hacia una relación y agranda nuestro corazón para amar. Sin la soledad, nunca nos casaríamos, ni entablaríamos amistades ni soportaríamos numerosos problemas que son una parte natural de la intimidad. Shana Schutte5
Cerca de ti hay una persona que se siente sola. Si le tiendes la mano, es posible que de ese gesto dependa su vida. Quizás, con solo brindarle conversación y una sonrisa, algo que le alegre el día, le darás una razón para vivir. No te contengas si te parece que a la gente no le agradará o le parecerá que no le hace falta. La verdad es que sí lo necesita. En muchos casos quedará eternamente agradecida. Chloe West
Lo que dice la Biblia…
¡El fiel amor del Señor nunca se acaba! Sus misericordias jamás terminan. Grande es Su fidelidad; Sus misericordias son nuevas cada mañana. Me digo: «El Señor es mi herencia, por lo tanto, ¡esperaré en Él!» Lamentaciones 3:22–24
Porque no tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas […]. Por tanto, acerquémonos con confianza al trono de la gracia para que recibamos misericordia, y hallemos gracia para la ayuda oportuna. Hebreos 4:15–16
Dios decidió de antemano adoptarnos como miembros de Su familia al acercarnos a Sí mismo por medio de Jesucristo. Eso es precisamente lo que Él quería hacer, y le dio gran gusto hacerlo. Efesios 1:5
Publicado en Áncora en marzo de 2025.
1 World Health Organization, Social Isolation and Loneliness, https://www.who.int/teams/social-determinants-of-health/demographic-change-and-healthy-ageing/social-isolation-and-loneliness
2 Tracie Miles, «Superando el dolor de la soledad», Proverbs 31, 21 de abril de 2021, https://proverbs31.org/es/lee/devocionales/texto-completo/2021/04/21/superando-el-dolor-de-la-soledad
3 Rich Bitterman, God’s Cure for Loneliness, Medium, 3 de agosto de 2021, https://medium.com/@richbitterman/gods-cure-for-loneliness-265982ba9c35
4 Got Questions, What does the Bible say about loneliness? 26 de julio de 2024, https://www.gotquestions.org/loneliness.html
5 Shana Schutte, The Gift of Loneliness, Focus on the Family, 1 de febrero de 2007, https://www.focusonthefamily.com/get-help/the-gift-of-loneliness