Superar la autocomplacencia
Recopilación
La autocomplacencia spiritual afecta a todo creyente. […] No dejaremos de combatirla hasta que estemos en el Cielo con Cristo. La buena noticia es que como cristianos podemos disminuir considerablemente la fatiga espiritual, así no podamos eliminarla por completo. Un amigo me recordó esta semana acerca de la importancia de escapar de la prisión de la autocomplacencia. La ironía es que en un ambiente cristiano es fácil aburrirse de la fe. Mi propia experiencia ilustra esta realidad. En vez de ser fiel con mi convicción de leer las Escrituras a diario, a menudo lo sustituyo con «cultura cristiana». Desde luego, la cultura cristiana no tiene nada de malo. No obstante, seguir realmente a Cristo no se puede sustituir con una «cultura de Jesús» que no nos va a ayudar a seguirlo más de cerca. […]
Desde luego que la Biblia no es la única forma de acabar con el hábito de la complacencia espiritual. [...] La oración también es muy eficaz para superar la adversidad. Nadie mejor para ayudarnos a superar las dificultades que el Creador del universo, Aquel que creó todo lo que existe, el Salvador de la humanidad que resucitó y es el Dios todopoderoso. Dios es el más profesional de los profesionales; el mejor consejero, mediador y sanador.
[…] Todos tenemos altibajos, pero si Dios es el Rey que nos defiende, Aquel que venció al pecado y transforma la muerte en vida, la cosa cambia. Como lo expresó un conocido predicador: «Todos nos enfrentamos al horno de fuego», pero por ser creyentes, el Dios todopoderoso es nuestro Señor. Skylar Hillman[1]
Actívense para promover el reino
Las personas no mejoran su situación económica debido a que andan a la espera del «momento apropiado». No podemos asumir esa actitud frente a empezar un ministerio, dedicarnos a escribir, regresar a la universidad, obtener un empleo, o lo que sea que Dios quiera que emprendamos. Nuestra actitud no puede ser: «Algún día lo haré». Debemos orar y preguntarle al Espíritu Santo qué debemos hacer para lograrlo y luego poner manos a la obra.
Deshacerse de la autocomplacencia no es algo que nos agrada hacer. Consiste en motivarse incluso cuando no sentimos el deseo de hacerlo. Es un acto de obediencia. Es difícil. La autocomplacencia nos conduce a no hacer nada al respecto. Es necesario resistir esa forma de pensar. […]
La autocomplacencia nos atrapa en la rutina. Cuando un auto se queda atascado, es difícil sacarlo. Hay que ponerlo en marcha hacia atrás y adelante una y otra vez. Lo mismo sucede con la autocomplacencia. Se avanza un poco, pero luego se regresa al mismo sitio. No caigan en una rutina o se perderán lo que Dios les tiene deparado.
El Espíritu Santo les puede dar la convicción, pero de ustedes depende ponerse en marcha y seguir Sus instrucciones. ¡Actívense hoy mismo! Actívense en el trabajo, en el tiempo que le dedican a Dios, en su matrimonio, y liberen la productividad y la ambición que llevan dentro para promover el reino. Kathy DeGraw[2]
Condimentados con sal
Somos cristianos, propiciamos el cambio en la vida de quienes nos rodean, y a la larga en la sociedad. Ello en ocasiones se traduce en hacer olas o nadar contra la corriente. El status quo no debería dictaminar sus acciones o las cosas que precian.
Hace casi una década, el Papa Juan Pablo II se dirigió a estudiantes universitarios sobre resistir la tentación de la mediocridad y el conformismo. Señaló: «Al seguir las enseñanzas de Cristo, el Rey crucificado, los creyentes descubren que reinar es sinónimo de servir, de buscar el bien ajeno. Aprenden el verdadero significado del amor: la entrega absoluta de uno mismo». Afirmó que, al vivir conforme a ese espíritu, el cristiano se convierte en «la sal de la Tierra». Continuó diciendo: «Es un camino arduo; la mentalidad de muchos de sus contemporáneos se opone a él. Transitarlo significa luchar contra la corriente, el comportamiento y las maneras que imperan en la actualidad. […] El misterio de la cruz educa en un modo de ser y de obrar que no se ajusta al espíritu de este mundo»[3].
Los cristianos hemos sido llamados a realzar el sabor de la vida con el condimento de la fe. También debemos darnos cuenta de que no todo el mundo gusta de su sabor ni es favorable a ver el mundo salpicado de creencias y valores distintos a los suyos. La oposición, los ataques a nuestra fe y demás actitudes similares son parte de la vida cristiana.
Se ha dicho que «Dios dispersó [a los primeros cristianos] por todo el mundo para esparcir la sal en toda la tierra e iluminar a la humanidad»[4]. La sal da gusto a la comida al esparcirse sobre ella, y de igual manera los cristianos nos hemos extendido por diversos países para sazonar el mundo. Al vivir conforme a las pautas indicadas por Dios, los cristianos preservamos el mundo y disminuimos la decadencia moral de la sociedad[5].
Jesús dijo: «Buena es la sal; pero si perdiere su sabor, ¿con qué volverá a ser salada?» Su respuesta: «Tened sal en vosotros»[6].
De cada uno de nosotros depende conservar las cualidades de la sal, de forma que continuemos sazonando el mundo con Su sabor. «El objetivo de mantener una relación dinámica, profunda y significativa con Jesús, de manifestar nuestro cristianismo y seguir Sus enseñanzas siempre ha sido ser la sal de la tierra, parte de la luz del mundo, una ciudad asentada sobre un monte, que atrae la atención del mundo al Señor, a fin de que ellos también lo conozcan y aprendan a amarlo, y si están dispuestos, ayuden a otros a hacer lo mismo[7].
De cada uno de nosotros depende ser una fuerza positiva, hacer nuestra parte para amar a Dios, mantenernos fieles a Su Palabra y compartir Su amor y verdad en todo momento y lugar. Mientras nos esforcemos por vivir conforme a nuestros valores cristianos, acataremos el cometido divino de ser el condimento de vida en este mundo: dar a otros el verdadero significado y sabor de la vida, preservar el bien y compartir nuestra fe, la única moneda de verdadero valor en el mundo. Peter Amsterdam
Dios los llama a dar el paso
Dios los llama a salir de su zona de confort... a hacer algo inusual... a rebelarse... ¡para enaltecer Su reino!
No me malentiendan. ¡No es necesario que se conviertan en pastores, misioneros ni estrellas o héroes super espirituales! Lo único que tienen que hacer es poner a Dios primero... y estar dispuestos a salir de su comodidad.
Podría ser algo tan sencillo como recorrer el salón durante una fiesta para hablar con alguien que normalmente habrían ignorado. O invitar al vecino a tomar té. O invitar a un compañero de trabajo a almorzar para saber cómo le va.
Sea lo que sea, no teman salir de su zona de confort... como hizo Nehemías... ¡para hacer grandes cosas por Dios!
Dios anda en busca de hombres y mujeres que lo pongan primero... que quieran elevar sus vidas al siguiente nivel... que deseen salir del laberinto de la mediocridad ¡y vivir por algo más importante que ellos mismos! Jack Graham[8]
Publicado en Áncora en marzo de 2018.
[1] https://www.theodysseyonline.com/christians-struggle-with-spiritual-complacency.
[2] https://www.charismamag.com/spirit/spiritual-growth/25358-how-to-rid-yourself-of-spiritual-complacency.
[3] Congreso UNIV 2002 en Roma, reportado por la agencia de noticias Zenit, 25 de marzo de 2002.
[4] David Brandt Berg. Publicado por primera vez en marzo de 1971.
[5] Wiki Answers.com.
[6] Marcos 9:50 (NVI).
[7] Mateo 5:13–14.
[8] http://www.crosswalk.com/faith/spiritual-life/out-of-your-comfort-zone-live-the-life-god-intends-11532009.html.
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