Superar la apatía espiritual
Recopilación
Entonces Isaías le dijo:
―Oye la palabra del Señor: Sin duda vendrán días en que todo lo que hay en tu palacio, y todo lo que tus antepasados atesoraron hasta el día de hoy, será llevado a Babilonia. No quedará nada —dice el Señor—. Y algunos de tus hijos, tus propios descendientes, serán llevados para servir como eunucos en el palacio del rey de Babilonia.
―El mensaje del Señor que tú me has traído es bueno —respondió Ezequías.
Y es que pensaba: «Al menos mientras yo viva, sin duda que habrá paz y seguridad». 2 Reyes 20:16-19[1]
En el diccionario de la RAE, se define «indiferencia» de esta manera: «Estado de ánimo en que no se siente inclinación ni repugnancia hacia una persona, objeto o negocio determinado». Es una falta de interés o preocupación. Apatía. Que no tiene importancia. La indiferencia espiritual o apatía espiritual es la característica negativa de saber qué hacer, o qué es necesario, pero no estar dispuesto a dar los pasos necesarios en esa dirección. En las Escrituras se encuentran varios ejemplos de esa clase de indiferencia, pero ninguno es tan evidente como el que se describe en estos cuantos versículos de 2 Reyes 20. Ezequías había recibido como invitados a los líderes políticos de Babilonia y en el proceso, de manera abierta y con orgullo, les había mostrado sus posesiones y les había hablado de sus logros. Después de que se marcharon, el profeta Isaías lo enfrentó y le dio una dura reprimenda de parte del Señor por haber actuado conforme a su orgullo y arrogancia.
En la respuesta que dio a esa reprensión y advertencia profética se deja ver su indiferencia y apatía a todo aquello. 2 Reyes 20:19: «El mensaje del Señor que tú me has traído es bueno», respondió Ezequías. Y es que pensaba: «Al menos mientras yo viva, sin duda que habrá paz y seguridad».
¿Es broma? Qué desfachatez. Qué descaro. Esas personas volverán, se llevarán en cautiverio al pueblo del reino de Israel, a sus propios hijos los convertirán en eunucos, y todo lo que dice es «mientras yo viva eso no pasará; disfrutaré de paz y seguridad toda mi vida». Es posible que las modalidades en que la indiferencia espiritual y apatía puedan infiltrarse en tu vida no parezcan tan malas como este ejemplo de Ezequías, pero pueden ser igual de costosas, si no se controlan.
La apatía espiritual, frialdad o indiferencia pueden afectar en algún momento hasta al cristiano más sincero. Las emociones humanas son veleidosas, la apatía o el desinterés a veces pueden reemplazar el fervor que una vez se sintió por las cosas de Dios. Es necesario superar esa apatía para continuar nuestra relación con Dios. La incapacidad de afrontar la indiferencia y la apatía a la larga nos robará el destino que Dios ha planeado para nuestra vida. Tú y yo descubriremos con mucha rapidez que conseguiremos de nuestra relación con Dios conforme a lo que estemos dispuestos a invertir en ella. «Den y se les dará» es un principio universal del reino de Dios. Así pues, ¿qué debemos hacer para abordar ese problema crítico en nuestra vida espiritual?
Apocalipsis 2:5 (NBLH): Recuerda, por tanto, de dónde has caído y arrepiéntete, y haz las obras que hiciste al principio.
Ese fue el primer mandamiento de Cristo a la iglesia de Éfeso, y todavía es la respuesta para ti y para mí cuando veamos que la indiferencia y la apatía controlan nuestra vida. […]
La pasión nace en nuestro corazón cuando… empezamos a hacer lo que sea necesario a fin de volver a donde necesitamos estar en Cristo. Recuerda lo que en otro momento has tenido en Cristo. Arrepiéntete de haber permitido que eso quede en el lugar en que está ahora en tu vida y retoma lo que Dios ha destinado para ti. Peninsula Florida District, AOG[2]
Responder a una cosmovisión de «lo que sea»
Apatía. Esa seguridad petulante de que «eso» no importa. Esa vaga sensación de superioridad que proviene de una cosmovisión de «lo que sea». En realidad nada importa. Nadie lo puede saber con certeza. ¿Entonces para qué molestarse?
Todo creyente que haya intentado defender el cristianismo se ha encontrado con esta respuesta. No es que el escéptico considere nuestras afirmaciones de tener la verdad y que luego las rechace, ni que las refute con pruebas de que lo que decimos sea falso, o de que su cosmovisión sea la verdadera. En cambio, la mayoría de los escépticos que he conocido se sienten satisfechos en lo que respecta a lo que califican de incognoscible, lo que no se sabe de las cosas fundamentales. A menudo expresan que el hecho de que las personas no estén de acuerdo en esas cosas —que tengan diferentes opiniones— es por sí solo la prueba de que nadie puede saber si Dios existe, cómo es Él, o lo más importante, lo que Él puede querer de nosotros. Y entonces, en muchos casos, ni intentan investigar esas cosas por su cuenta.
Sin embargo, si la cosmovisión cristiana es correcta, esa apatía por sí sola puede ser peligrosa para nuestra salud espiritual. Hace poco, traté de defender estos principios en una conversación con un escéptico. Fue algo así:
«Supongamos que esto sucedió hace 50 años. Que te vi fumando un cigarrillo tras otro con tus hijos cerca de ti. Sé a dónde se dirige la ciencia médica, así que te digo que te haces daño a ti mismo y también a tus hijos. Respondes que en realidad nadie sabe esas cosas. Al fin y al cabo, señalas que hay médicos que anuncian los cigarrillos y que ellos mismos fuman. Entonces, te parece que está bien que fumes». […]
La respuesta de mi amigo no fue inesperada. Fue algo así: «¿Te has dado cuenta de que muchas cosas son malas o equivocadas únicamente en ciertos momentos de un ciclo? Come huevos, no comas huevos; da soja a tus hijos, la soja es mala; los bebés deberían dormir acostados de espaldas, no sobre el estómago, los bebés no deberían dormir de costado, ni boca arriba, etc.» […] Lo que digo es que hago lo que me parece que está bien y que es lo mejor que puedo hacer. […] Creo que la respuesta a muchas de esas cosas es incognoscible».
Muy bien, algunas cosas no se conocen, son incognoscibles; y otras, realmente no importan. Por supuesto, ese es el objetivo de reflexionar: determinar cuál es cuál. Así pues, reconozco que para algunas cosas la respuesta correcta podría ser: «no importa». […] Pero en el caso de otras —como fumar—, nunca volverán. La ciencia nunca dirá que fumar es bueno. […]
Llegué a esta conclusión: «Entonces, se trata de determinar cuál es cuál. ¿Interrogantes acerca de la vida eterna son como poner a dormir a un niño de costado o como fumar con niños en el cuarto? Espero que veas que la respuesta es importante. Si fueras a fumar 10 horas al día con tus hijos presentes, estarías dañándolos. Debería ser importante encontrar la respuesta correcta. Encontrar la respuesta correcta en tu relación con Dios también es importante, tanto para ti como para las personas en las que tienes influencia». Al Serrato[3]
Publicado en Áncora en octubre de 2017.
[1] NVI.
[2] http://www.penflorida.org/what-do-we-mean-when-we-use-the-terms-spiritual-indifference-or-spiritual-apathy.
[3] http://pleaseconvinceme.com/2016/the-danger-of-spiritual-apathy.
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