¿Son los chismes realmente tan malos?
Recopilación
La palabra hebrea traducida como «chisme» en el Antiguo Testamento es definida como «el acto de revelar secretos o dar noticias, verdaderas o falsas, para indisponer a unas personas con otras». Quienes cuentan chismes son personas que tienen información privilegiada sobre otros y que dan a conocer esa información a quienes no tienen por qué saberlo. La diferencia entre cotillear y compartir información se basa en dos afirmaciones:
1. La intención. Quienes cuentan chismes suelen tener el objetivo de exaltarse a sí mismos al hablar mal de otros y presentar una imagen propia de fuente de conocimiento.
2. El tipo de información revelada. Las personas que participan de habladurías se centran en las faltas y los fallos ajenos, o revelan detalles —que podrían causar incomodidad o vergüenza— sobre otros sin su conocimiento o aprobación. Aunque no pretendan causar dolor a terceros, sigue siendo chisme…
Cualquiera puede ser partícipe del chismorreo sencillamente al repetir palabras dichas en confianza. El libro de Proverbios reúne una larga lista de versículos que detallan los peligros de los chismes y del dolor que pueden provocar. «El que carece de entendimiento menosprecia a su prójimo, pero el hombre prudente calla. El que anda con chismes revela el secreto; el de espíritu fiel lo guarda íntegro.»[1]
La Biblia nos indica que «el hombre perverso promueve contienda, y el chismoso separa a los mejores amigos»[2]. Numerosas amistades han llegado a su fin debido a un malentendido que empezó como cotilleo. Quienes participan de ese comportamiento no hacen sino causar problemas y provocar enojo, rencor y dolor entre amigos. […] Y cuando se les pregunta a esas personas el motivo de su accionar, niegan las acusaciones y contestan con excusas y argumentos racionales. En vez de admitir su mal comportamiento, culpan a otra persona o intentan minimizar la seriedad del pecado.
«La boca del necio le acarrea quebranto; sus labios son trampas para su propia vida. Las palabras del chismoso son como bocados suaves que penetran hasta las entrañas.» Quienes guardan su boca y su lengua, su vida guardan de angustias[3]. Debemos esforzarnos por refrenar nuestra lengua y evitar el pecaminoso acto del chismorreo. Si entregamos nuestros deseos naturales al Señor, Él nos ayudará a mantenernos en la senda de la justicia. Tomado de gotquestions.org[4]
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Chismorrear es un hábito sutil. Los chismes nos hacen sentir superiores porque desprecian a los demás. También nos satisfacen porque dan la impresión de que sabemos más que otros. No parece gran cosa y es fácil caer en ello. Me imagino que casi todos podemos recordar alguna ocasión en la que hablamos mal de otros, aunque no fuera nuestra intención.
¿Qué tiene de malo? No es para tanto.
Para empezar, los chismes pueden destruir amistades. Proverbios 16:28 dice: «El hombre perverso levanta contienda, y el chismoso aparta a los mejores amigos»[5]. Cuando hablamos negativamente de otros, solemos hacerlo con desprecio, perdemos el respeto por la persona. Y cuando sabes que se corren rumores sobre ti, puede dañar seriamente tus relaciones con los demás.
Los chismes también destruyen la confianza. ¿Alguna vez le confiaste algo a un amigo y luego te enteraste que era información pública? De ser así, me imagino que esa fue la última vez que confiaste en ese amigo.
Recuerda que, si alguien te habla de otros, es probable que también hable sobre ti. Una vez me senté a charlar con una amiga y la conversación se centró en asuntos ajenos. Escuché de una persona tras otra, y esta amiga no paraba de revelar información personal de otros. De pronto me puse a pensar qué diría de mí en sus conversaciones con otras personas. De ahí en adelante tuve mucho cuidado con lo que le contaba.
Proverbios 11:13 dice: «El que anda en chismes descubre el secreto; mas el de espíritu fiel lo guarda todo»[6]. Si eres un conocido chismoso, no confiarán en ti mucha información por temor a que lo cuentes a otros.
Los chismes muchas veces no son ciertos, o en el mejor de los casos son interpretaciones erradas de la realidad. La mayoría de la gente no anda divulgando mentiras sobre otros intencionalmente; pero si escuchamos algo interesante de una «fuente fidedigna», pensamos que no puede hacer daño divulgarlo.
Proverbios 15:4 dice: «La perversidad (de la lengua) es quebrantamiento de espíritu». Contar relatos negativos de otros hace daño de muchas maneras diferentes. Daña nuestra propia integridad por andar diciendo cosas un tanto cuestionables. Hace daño a quienes escuchan el rumor porque llegan a conclusiones con falta de información basadas en historias de dudosa procedencia. Y, sobre todo, daña a la persona de la que se está chismorreando, ya que no se puede defender a sí misma a medida que el rumor se propaga a diestra y siniestra.
Cabe aclarar que chismear no es solamente propagar información falsa sobre otros, sino también compartir información certera sobre otros, con detalles que no nos incumben como por ejemplo: por qué fulano rompió con mengano; o que alguien engordó no sé cuántos kilos en las vacaciones, o lo que sea. Ven, ya sea que el relato sea cierto o falso, los chismes hacen daño o son vergonzosos para la persona de la que se está hablando.
Lo bueno es que los chismes se pueden parar. Y tú los puedes detener. Proverbios 26:20 dice: «Sin leña se apaga el fuego, y donde no hay chismoso, cesa la contienda.»
En zonas boscosas, a veces se crean claros para contener los incendios. Los crean para evitar que el fuego se propague a zonas más vastas. Cuando el fuego llega a esos claros no tiene dónde continuar y a la larga se apaga.
Puedes ser el claro donde se terminan los chismes. El fuego se apaga si se queda sin combustible, y un rumor muere si nadie lo sigue propagando. Cuando alguien se te acerque con un chisme, tú puedes decidir no contarle a nadie lo que escuchaste. Marie Story
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A menudo consideramos el chisme como uno de esos pecados «menores». Pero cuando Dios se refirió al chismorreo, lo incluyó en la misma lista que la inmoralidad sexual y el asesinato. ¿Por qué? Porque es nocivo para las relaciones. Los chismes pueden destruir relaciones, familias y congregaciones.
El chisme consiste en referirle una situación a una persona que no es parte de la solución ni del problema. Si somos sinceros con nosotros mismos, veremos que lo que hacemos es hacernos sentir un poco más importantes a expensas de terceros. Nos estamos refiriendo a sus dolores y problemas para hacernos sentir moralmente superiores a ellos. En eso consiste el peligro y el dolor que provoca el chisme. Rick Warren
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El pastor Scott Sauls de Nashville pasó cinco años trabajando con el pastor Tim Keller de la Iglesia Presbiteriana del Redentor en la ciudad de Nueva York. Sauls escribió que hay muchas maneras en las que presenció a Keller dar ejemplo de los Evangelios, pero que una de ellas lo impresionó. Escribió:
De todas las personas que conozco, Tim [Keller] es uno de los mejores ejemplos que he visto de alguien que personifica de manera constante el Evangelio. En ningún momento vi a Tim hablar mal de otra persona frente a ella, por Internet o mediante chismes. En cambio, parecía asumir la bondad en las personas. Decía que el perdón y la ratificación de Jesús nos libera para eso mismo: para «pillar a otros haciendo el bien», en vez de buscar errores que criticar o con los cuales sentirse ofendido. Incluso cuando alguien se equivocaba o cometía errores, Tim respondía con humildad, moderación y contemplación, en vez de dar rienda suelta a la negatividad y a las críticas. Al igual que la gracia de Dios, él cubría los errores y pecados ajenos. En ocasiones cubrió mis desaciertos y pecados. Lo hacía porque esa es la esencia de la gracia, nos recuerda que Jesús es nuestro refugio y que nos protege de la peor versión de nosotros mismos. Dado que Jesús nos protege de lo negativo, deberíamos ser los primeros en restaurar la reputación de otros, en vez de destruirla; en proteger un buen nombre, en vez de insultarlo; en apagar un chisme, en vez de avivarlo; en restaurar relaciones rotas en vez de continuar aplastando a quienes se encuentran por los suelos. Scott Sauls[7]
Publicado en Áncora en enero de 2019.
[1] Proverbios 11:12-13.
[2] Proverbios 16:28.
[3] Proverbios 18:7-8; 21:23.
[4] https://www.gotquestions.org/gossip-Bible.html.
[5] Todos los versículos en este segmento son de la versión Reina-Valera.
[6] Versión Reina-Valera.
[7] Scott Sauls, Befriend (Tyndale, 2016).
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