«Si lo construyes… ellos vendrán»
Anna Perlini
Si lo construyes… ellos vendrán fue un conocido refrán de la película Campo de sueños, filmada en 1989, y que ha motivado a miles de personas a soñar en grande.
La verdad es que ellos ya estaban viniendo, pero nuestra casa empezaba a quedarse pequeña. Las personas a las que me refiero eran jóvenes voluntarios que viajaban para recibir formación y participar de nuestras actividades en la antigua Yugoslavia, donde habíamos alquilado una casa durante varios años. La casa también hacia las veces de oficina y base para nuestras labores humanitarias.
Cierto día, a un amigo que estaba de paso se le ocurrió una idea: «Deberían conseguir una casa más grande. Compren una propiedad y edifiquen una casa más grande y adecuada, en vez de seguir gastando dinero en el alquiler».
Hasta ese momento habíamos considerado alquilar una casa más grande, pero la idea de comprar una propiedad, mucho menos construir una casa, era demasiado arriesgada. Era loca. Estaba fuera de nuestra zona de confort. No sabíamos cómo obtendríamos el dinero, mucho menos como completaríamos la cantidad de papeleo, siendo extranjeros.
Nuestro amigo, un experto en la recaudación de fondos, continuó: «Anímense. Sueñen en grande. Su labor está floreciendo. La necesidad en estas tierras es enorme, y tiene sentido expandirse. Solo empiecen a buscar. Yo los voy a ayudar».
Eso fue hace siete años.
Empezamos a buscar y a recaudar fondos. Europa atravesaba una grave recesión económica y lógicamente no parecía ser el momento más adecuado para llevar a cabo una iniciativa tan grande y costosa. Pero continuamos adelante.
En el año 2010 encontramos la parcela de tierra. Claro que en aquel entonces parecía una jungla. Requirió una gran cantidad de visualización imaginar que se podría edificar algo decente en ese pedazo de tierra irregular, rocoso y desnivelado. Creo que nos sentimos como debió sentirse Miguel Ángel al observar el bloque de mármol del que esculpió la asombrosa estatua de David.
De más está decir que acudimos en muchas ocasiones al Señor en busca de guía y confirmación. Cuando nos disponíamos a iniciar el proceso legal para comprar la tierra, Él nos dijo en profecía: «Esta tierra es fruto del sudor, las lágrimas y las oraciones de muchas personas. Han llegado al reino para un momento como este, así que reclámenla para Mi gloria. Procedan con fe y sabiduría, y Yo aumentaré su unidad. Este es el momento. Los estoy dirigiendo paso a paso. Confíen en Mí. Reconózcanme en todos sus caminos y vean cómo enderezo sus veredas».
Nuestro reducido equipo de voluntarios no tenía experiencia en construcción. Mi esposo, educador y músico de profesión, con casi 60 años, se puso ropa de trabajo y se entregó en corazón y alma a ese nuevo desafío. Hubo amigos que se ofrecieron a ayudar con materiales y mano de obra especializada, y entre todos luchamos día y noche por lo que había dejado de ser solo nuestro sueño y se había convertido también en una aspiración para muchos amigos.
Ese mismo año se niveló el terreno y se pusieron los cimientos. Fue un inicio motivador. Pero el papeleo, la burocracia y las complicaciones técnicas frenaron el progreso, y el año siguiente fue un cúmulo de decepciones frustrantes. En ocasiones nos preguntamos seriamente si estábamos haciendo lo correcto y en qué nos habíamos metido.
Nuevamente el Señor nos levantó el ánimo diciendo:
«Están ayudando a cambiar la vida de muchas personas al permitirles conocer otra perspectiva, un mundo distinto, al motivarlos a contribuir y al darles ideas de formas en que pueden ser una bendición para otros. Al compartir su vida con ustedes por unos días, verlos y presenciar el amor en acción, también tienen ocasión de verme a Mí en ustedes. Su forma de vida es asimismo un testimonio que no requiere de mayor explicación. El hecho de que dedican su vida al servicio a Mí y a los demás es poderoso e induce a la reflexión. Las personas que los visitan se sienten atraídas a ese aspecto de las cosas.
»He puesto un gran llamado en sus manos. Por esa razón he reunido y continuaré reuniendo a más personas para ayudarles materialmente, para ayudarles a completar esta edificación y proveerles ayuda extra en su iniciativa, de manera que pueden ayudar a quienes lo precisan con mayor eficacia. Ha sido un año difícil, pero deben esforzarse por mantener la concentración, porque muchos esperan a ver si hablan en serio. Muchos esperan para involucrarse y participar en su iniciativa. Muchas más vidas cambiarán en el curso de las cosas.»
Ese verano pasaron algunos amigos por aquí y decidieron construirnos un horno de pizza. Uno escribió en nuestro libro de visitas: «Estoy convencido que todo el arduo trabajo, el sudor y las risas no serán en vano, sino que todos son ingredientes necesarios de este nuevo centro, donde muchos se unirán en compañerismo y alegría para ayudar a construir un mundo mejor». Esas palabras renovaron nuestra visión de futuro.
Tras más meses de oración, paciencia y fe inamovible, nos encontrábamos listos para edificar. Todo estaba listo, y las cosas finalmente empezaron a moverse con mayor rapidez.
Nos mudamos en junio del año 2013, tuvimos un verano muy ocupado, y en septiembre celebramos una inauguración sencilla, aunque conmovedora. La casa se llama sencillamente Hogar. Nuestros amigos, los voluntarios que trabajaron interminables horas, las personas que derramaron sudor y lágrimas y los jóvenes que nos visitaron, todos votaron por ese nombre.
Aún nos cuesta encontrarles espacio a todas las personas que nos visitan durante los campamentos de verano y en el transcurso de cada año. Tenemos que construir un piso más y hay mucho por hacer en el terreno aledaño. Pero es un sueño hecho realidad. Ha superado ampliamente nuestras expectativas. Ha sido un hogar para muchas personas, y estamos agradecidos de no habernos dado por vencidos.
Si lo construyes, ellos seguirán viniendo…
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