Remontarse por encima del estrés
Recopilación
«Probablemente los historiadores llamarán a nuestra época la era de la ansiedad. La ansiedad es el resultado natural cuando ciframos nuestras esperanzas en algo que no sea Dios y Su voluntad para nosotros». Cuando Billy Graham escribió esas palabras en 1965, nadie sabía lo ciertas que serían 50 años después.
En el mejor de los casos, la ansiedad nos distrae de nuestra relación con Dios y la verdad de que Él es el Señor de los cielos y la tierra[1]. En el peor de los casos, la ansiedad es una enfermedad paralizante, que se apodera de nuestra mente y hace que nuestros pensamientos se sumerjan en la oscuridad.
Sin embargo, Dios quiere mucho más para nosotros y no que pasemos la vida llenos de temor, preocupación y ansiedad.
La Biblia nos dice en Filipenses 4:6,7 (NBLA): «Por nada estén afanosos; antes bien, en todo, mediante oración y súplica con acción de gracias, sean dadas a conocer sus peticiones delante de Dios. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará sus corazones y sus mentes en Cristo Jesús».
No terminan ahí nuestras instrucciones. En el capítulo se dice a los creyentes en qué deberían concentrarse exactamente. Y no es en el temor, el terrorismo, la enfermedad, la muerte ni el mal.
«Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo digno, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo honorable, si hay alguna virtud o algo que merece elogio, en esto mediten. Lo que también han aprendido y recibido y oído y visto en mí, esto practiquen, y el Dios de paz estará con ustedes»[2].
El primer paso para estar libres de ansiedad es entregar la vida Jesucristo. Una vez que se ha dado ese paso, es importante concentrar los pensamientos en Jesús y en la promesa de que Él prepara un lugar en el Cielo para Sus seguidores[3]. Billy Graham Evangelistic Association[4]
Antídoto contra el estrés
El Señor desea liberarnos de los efectos nocivos del estrés. El estrés mata la alegría. De no esforzarse por detenerlo, acaba con la salud y roba las fuerzas. El estrés es un problema gravísimo. Es culpable de la más profunda infelicidad, de enfermedades y hasta de muertes. Un artículo publicado hace poco asegura que del 75 al 90% de las visitas al médico en países desarrollados están directa o indirectamente relacionadas con el estrés.
La fe es el antídoto del estrés. La fe y la confianza en Dios eliminan automáticamente buena parte del estrés que sentimos. Él lo tiene todo en Sus manos. Sabemos que con Su ayuda todo redundará en nuestro bien.
Un error muy común es equiparar el estrés con el trabajo duro. Otro es considerar inevitable cierta medida de estrés en una vida activa. Pero la verdad es que no tiene por qué ser así. Es posible trabajar con ahínco sin sentir los efectos del estrés, siempre y cuando…
* Se lleve una vida equilibrada. Es importante trabajar cuando es hora de trabajar, relajarse a la hora de relajarse, y sobre todo, mantener sagrado el tiempo que se dedica al Señor. Es inevitable pasar por épocas de mucha actividad y sentir la obligación de recortar un poco los ratos de esparcimiento, pero una vez acaben esas tareas descomunales, conviene volver a la normalidad. No se debe continuar ese ritmo indefinidamente, ni tratar de estirarlo un poquito más. Eso puede convertirse en un hábito poco saludable.
* Se permita al Señor llevar la carga. En otras palabras, debemos esforzarnos por realizar los trabajos que nos pide el Señor, pero manteniendo la perspectiva debida. Nuestra parte no es resolver todos los problemas y hacerlo todo. Encomendémosle todo al Señor, dejemos que Él lleve las cargas más pesadas.
Toda carga que se lleve durante un tiempo prolongado provoca estrés. Pero las circunstancias difíciles no deberían producir estrés. Todavía podemos elegir la forma en que reaccionamos a esas circunstancias. Aprendamos a dejar espiritualmente de lado nuestras cargas.
El equilibrio que te ayudará a evitar sucumbir al estrés es una fe grande y una firme confianza en el Señor, recordar que Él es quien lleva las riendas. Nunca olviden que el momento en que Él señala para actuar es el óptimo. Adoptemos un método que nos permita echar las cargas sobre los fuertes hombros del Señor, en lugar de empeñarnos en llevarlas a cuestas. Se supone que no deberíamos llevar las cargas nosotros mismos.
La victoria absoluta sobre el estrés está fuera del alcance humano. Nuestra reacción natural ante ciertas situaciones es el estrés. No obstante, se puede aprender a superarlo y reemplazarlo por confianza en el Señor. Eso nos da fe y paz. El Señor ha prometido: «Vengan a Mí todos ustedes, los agotados de tanto trabajar, que Yo los haré descansar. Lleven Mi yugo sobre ustedes, y aprendan de Mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallarán descanso para su alma; porque Mi yugo es fácil, y Mi carga es liviana»[5]. María Fontaine
Estrategia contra el estrés
¿Por qué nos estresamos? Tenemos estrés por un sinfín de motivos. Las causas principales de estrés son: el trabajo, la economía, las relaciones, la salud y un exceso de información que proviene de los medios de comunicación. Así pues, ¿cómo enfrentamos el estrés de una manera bíblica? Los cristianos no son inmunes a las dificultades de la vida. Tiende a afectarnos cuando estamos enfermos, agotados, abrumados, cuando hemos asumido demasiadas responsabilidades, en momentos de profunda pena, cuando se pierde el control de nuestra situación, o cuando nuestra red de protección o vida personal se desmorona y las relaciones se derrumban… cuando nuestras necesidades básicas no están satisfechas.
Los seguidores de Cristo creemos que Dios es soberano, que está al mando de nuestra vida y nos ha dado todo lo necesario a fin de que tengamos vida en abundancia. Sin embargo, también necesitamos comprender que cuando el estrés domina nuestra vida, no se debe a que hemos perdido la capacidad de confiar en Dios. Se debe a que no tenemos una estrategia para combatir el estrés. La Biblia nos instruye con múltiples formas de combatir el pecado, y así también necesitamos tener un plan de acción para combatir el estrés. […]
Como en los pasos de AA, el primer paso para combatir el estrés es reconocer que hay un problema. A veces no es fácil reconocerlo y pendemos de un hilo, pero reconocer que tenemos estrés nos libra de sentirnos atrapados. Sin embargo, es necesario que seamos sinceros con nosotros mismos. Ignorar el estrés o intentar abrirse camino en medio del estrés tendrá graves consecuencias negativas que se manifestarán de formas que no esperamos o que no podemos controlar. Hace falta humildad y acudir a Dios. […]
Asimismo, debemos crear el hábito de leer y estudiar la Palabra todos los días. Eso incluye hablar con Dios a diario. Las dos cosas son esenciales para combatir el estrés. Así no solo se conoce la Palabra de Dios, sino que se adquiere la habilidad de emplearla a fin de combatir el estrés. En la Biblia abundan los pasajes que pueden hacer desvanecer el estrés, la preocupación y el temor.
Si no sabes exactamente lo que te causa estrés, hazte estas preguntas:
- ¿Cuáles son las principales fuentes de mi estrés?
- ¿Con qué frecuencia oro sobre lo que me causa estrés?
- ¿Confío en Dios con respecto a mi trabajo, economía, salud, relaciones y futuro?
Esas prácticas contribuirán a volver a calibrar nuestras respuestas espirituales, mentales y emocionales a lo que provoca estrés y que altera el equilibro en nuestra vida.
También podemos dejar que el estrés tenga un efecto positivo en nuestra vida. El primer indicio de estrés puede ser una advertencia de que no nos estamos apoyando en Dios como deberíamos. Recuerda que servimos a un Dios poderoso y que Él de verdad se interesa por los detalles y por los asuntos importantes de nuestra vida cotidiana. Heather Riggleman[6]
Para reducir el estrés, cambia tu manera de pensar
No se puede reducir el estrés en nuestra vida a menos que cambiemos nuestra forma de pensar. Nuestro estrés no proviene del exterior, sino del interior.
La mente es un regalo extraordinario que nos ha dado Dios. Es capaz de almacenar más de 100 billones de pensamientos. Puede encargarse de enormes cantidades de información. De entre toda esa información, Dios nos ha dado la libertad de elegir lo que pensamos.
La Biblia dice: «Por último, hermanos, consideren bien todo lo verdadero, todo lo respetable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo digno de admiración, en fin, todo lo que sea excelente o merezca elogio»[7].
Paul nos recuerda que podemos elegir lo que pensamos y nos anima a pensar en lo correcto. Lo que ponemos en nuestra mente afecta la manera en que vivimos.
En realidad, no sorprende que estemos estresados cuando tomamos en cuenta lo que la mayoría de nosotros pensamos con regularidad. Muchas personas, incluso los cristianos, permiten que cualquier cosa y todo entre en su mente. […] Lo que pensamos afecta la manera en que nos sentimos; la forma en que nos sentimos afecta la manera en que actuamos. Guarda tus pensamientos. Mantén la atención en las cosas correctas.
Filipenses 4:8 nos dice que nos concentremos en todas esas cosas buenas. Pablo quiere decir que necesitamos hacer una elección deliberada. Cambiar el canal en nuestra mente. Solo permite entrar a lo que tiene las características descritas en ese versículo.
¿Qué pasa cuando se hace eso? Se obtiene lo que Dios promete en el versículo anterior: «Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús»[8].
Parece que vale la pena, ¿verdad? Rick Warren[9]
Publicado en Áncora en septiembre de 2021.
[1] Mateo 11:25.
[2] Filipenses 4:8,9 (NBLA, sin cursiva en el original).
[3] Juan 14:2-3.
[4] https://billygraham.org/story/how-to-overcome-fear-anxiety-and-worry.
[5] Mateo 11:28-30 (RVC).
[6] https://www.crosswalk.com/faith/spiritual-life/ways-to-overcome-stress-biblically.html.
[7] Filipenses 4:8 (NVI).
[8] Filipenses 4:7 (NVI).
[9] https://pastorrick.com/change-your-thinking-to-reduce-stress.
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