Refugio en Dios
Dennis Edwards
Un amigo y yo hemos estado hablando de la inquietud que sentimos con la situación actual en el mundo, y los interrogantes que ello genera. Entre ellos, ¿el fin del mundo está cerca? ¿Llegaremos a ver el cumplimiento de las profecías del tiempo del fin? ¿Qué quiere Dios que haga? ¿Mi familia y yo nos encontramos en el lugar que quiere Dios para nosotros? En caso contrario, ¿a dónde deberíamos ir? Desearíamos alzar vuelo como los pájaros y escapar a algún refugio secreto para encontrar paz y quietud en medio de las tormentas de la vida que parecen azotar el mundo.
Cuando nuestra mente empieza a repetir esos pensamientos y nos asalta la preocupación y la ansiedad, lo mejor que podemos hacer es detenernos y buscar a Dios. Buscar a Dios en Su Palabra. Buscar a Dios en canción y alabanza. Buscar a Dios por medio de la oración ferviente. Él ha prometido responder cuando lo buscamos de todo corazón.
El rey David escribió en los Salmos: Mi corazón se estremece dentro de mí; terrores de muerte me han caído encima. Temor y temblor me han sobrevenido, y me cubre el espanto. Dije: ¡Quién me diese alas como de paloma! Volaría y hallaría reposo. Ciertamente huiría lejos y pasaría las noches en el desierto[1].
Pero, ¿qué hizo David en aquella situación que le causaba tanto estrés? ¿Se sentó a rumiar sobre las preocupaciones? No. Buscó refugio en la oración. No obstante, yo clamaré a Dios, y el Señor me salvará. Al anochecer, al amanecer y al mediodía oraré y clamaré; y Él oirá mi voz[2].
El rey David concluye el pasaje con una nota optimista, y nosotros deberíamos hacer lo mismo. Escribió: [Dios] ha rescatado en paz mi alma de la guerra que han desatado en contra de mí […]. Echa tu carga sobre el Señor, y Él te sostendrá. Jamás dejará caído al justo[3].
Dios ha prometido en Su Palabra ser el refugio que anhelamos. El libro de Isaías asegura: Porque has sido fortaleza para el pobre, una fortaleza para el necesitado en su aflicción, protección en la tormenta y sombra en el calor[4].
De manera que, en efecto, podemos encontrar la paz de mente y corazón que buscamos al acudir a Dios. Resulta imprescindible concentrarnos en Él. Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en Ti persevera, porque en Ti ha confiado[5].
El problema es que el enemigo de nuestra alma quiere que miremos los vientos y las olas de la actualidad y olvidemos que Dios está con nosotros. Lucas registró las palabras de Jesús sobre los últimos días:
Entonces habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas. Y en la tierra habrá angustia de las naciones por la confusión ante el rugido del mar y del oleaje. Los hombres se desmayarán a causa del terror y de la expectativa de las cosas que sobrevendrán al mundo habitado[6].
Ese pasaje parece describir el estado actual del mundo, cuando se cierne tanta incertidumbre sobre el mañana. Los suicidios y la violencia doméstica han aumentado de la mano de la ansiedad. ¿Qué se supone que debemos hacer los cristianos? ¿Cómo avanzar? ¿Cómo reaccionar?
Nuevamente, si buscamos una guía en la Palabra de Dios, encontraremos muchos pasajes que ofrecen consejos, consuelo y fortaleza. Repasemos algunos. El primer mandato de Dios a Moisés y Josué al iniciar la conquista de la Tierra Prometida —unos terrenos repletos de gigantes y naciones que superaban en fuerza a los israelitas— fue:
¡Esfuércense y sean valientes! No tengan temor ni se aterroricen de ellos, porque el Señor tu Dios va contigo. Él no te abandonará ni te desamparará[7]. El Señor es quien va delante de ti. Él estará contigo; no te dejará ni te desamparará. ¡No temas ni te atemorices![8]
El Señor les dijo que no se desanimaran, que no desmayaran ni sucumbieran ante el temor, sino que se esforzaran y fueran valientes, porque Él estaría con ellos adonde sea que fueran. Dios sabe que el temor nos incapacita. El temor es el antónimo de la fe y se interpone en nuestra confianza en Dios y en los cuidados que Él nos prodiga.
Porque el temor conlleva castigo, y el que teme no ha sido perfeccionado en el amor[9]. Porque no nos ha dado Dios un espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio[10].
Dios quiere que superemos el temor mediante la fe. Dios anhela dirigirnos. Quiere valerse de nosotros al máximo de nuestra capacidad. Nuestro trabajo es buscarlo con fervor y diligencia para determinar lo que Él quiere que hagamos. Cuando el temor y la preocupación tocan a nuestra puerta, podemos seguir el ejemplo del rey David:
El día en que tengo temor yo en Ti confío. En Dios, cuya palabra alabo, en Dios he confiado. ¡No temeré lo que me pueda hacer ningún mortal![11]
El uso de la alabanza en momentos de ansiedad y tribulación, aunada con la lectura de la Palabra de Dios, nos encamina a la victoria y nos ofrece la claridad de mente y corazón que buscamos. Dios será nuestro refugio. Ten misericordia de mí, oh Dios; ten misericordia de mí porque en Ti ha confiado mi alma. En la sombra de Tus alas me ampararé hasta que pasen las calamidades[12].
No sabemos cuánto tiempo pasará hasta que pasen las calamidades, pero Dios ha prometido que estará con nosotros. Él afirma ser un refugio en la tormenta. Cuando pases por las aguas, Yo estaré contigo; y cuando pases por los ríos, no te inundarán. Cuando andes por el fuego, no te quemarás ni la llama te abrasará. Porque Yo soy el Señor tu Dios, el Santo de Israel, tu Salvador. […] No temas, porque Yo estoy contigo[13].
Cierta noche, los discípulos navegaban con Jesús por el mar de Galilea. Se desató una fuerte tormenta, y la embarcación estaba a punto de ser devorada por las olas y la furia del mar. Los discípulos despertaron a Jesús, quien dormía plácidamente en la popa del barco. Cuando Jesús despertó, ordenó a la tormenta: —¡Calla! ¡Enmudece! Y el viento cesó y se hizo grande bonanza. Y les dijo: —¿Por qué están asustados? ¿Todavía no tienen fe?[14]
Acerquémonos a Dios en absoluta confianza y fe en que Él es capaz de realizar con abundancia todo lo que pedimos o pensamos, según Su poder que actúa en nosotros[15]. Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?[16] Como afirmó el rey David: En Dios he confiado. No temeré[17], porque Él me sustentará con la diestra de Su justicia[18].
[1] Salmo 55:4-7.
[2] Salmo 55:16-17.
[3] Salmo 55: 18, 22.
[4] Isaías 25:4.
[5] Isaías 26:3.
[6] Lucas 21:25-26.
[7] Deuteronomio 31:6.
[8] Deuteronomio 31:8.
[9] 1 Juan 4:18.
[10] 2 Timoteo 1:7.
[11] Salmo 56:3-4.
[12] Salmo 57:1.
[13] Isaías 43:2-3, 5.
[14] Marcos 4:39-40.
[15] Efesios 3:20.
[16] Romanos 8:31.
[17] Salmo 56:11.
[18] V. Isaías 41:10.
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