Reflexiones en Navidad
María Fontaine
Es Nochebuena. Estoy sola por unas dos horas. Peter tenía que atender a unos amigos, así que decidí pasar ese tiempo frente a nuestro pequeño pesebre. Encendí unas velas y hay una lámpara muy pequeña que arroja algo de luz sobre las figuras. Se oye música instrumental de fondo. Son villancicos.
Estoy muy feliz de que Jesús me haya dado la idea de hacerle un festejo de esta manera. Es un gran privilegio dedicar este tiempo a alabarlo por Su amor inexplicable, incomprensible, ilimitado y también por el sacrificio que hizo por nosotros. Y además alabarlo por lo que todo eso ha hecho por nosotros. Asimismo, es una oportunidad de orar por el pueblo de Dios en todo el planeta: algunos celebran en celdas de la cárcel, otros en sus casas y otros más en iglesias. Muchos celebran en una situación de pobreza y hambre; no poseen mucho para compartir unos con otros, pero debido a que tienen a Jesús en su corazón y fe en Dios, ese tiempo es muy, muy especial para ellos.
Saco del establo las figuras de José, María y el Niño Jesús. Las coloco donde pueda ver mejor a Jesús, rodeado de los pastores, de los reyes magos, de las vacas y ovejas.
En un intento por hacer que la escena sea más real para mí, ajusto la iluminación de modo que haya luz bordeada de oscuridad y sombras en diversos sitios. Intento imaginarme cómo habría sido tener para alumbrarse solo una lámpara de aceite que da una luz tenue y tal vez un pequeño fuego para calentarse.
Creo que Jesús está muy feliz cuando dedicamos tiempo a reflexionar en Él. Cuando nos damos un tiempo para prestar atención a lo que Jesús tuvo que renunciar y a lo que hizo por nosotros, el asombro de ello puede quedar grabado en nuestro corazón y motivarnos a alabar a Dios por las muchas formas en que Él nos ha hecho Suyos, en que nos ha renovado y nos ha dado vida.
Junto con nuestros hermanos cristianos celebro algo que algunos arriesgan la vida para conmemorarlo. Al comprender eso me conmuevo por la fe, la convicción y el amor que tienen por Jesús que los obliga a arriesgarlo todo para hacerle ver a Él y a los demás que están agradecidos por el regalo que Jesús les hizo. Para mí es un gran honor ser parte de nuestra familia de fe, que es enorme y mundial. Ellos y yo, a medida que esperamos en adoración y con oración, nos llenamos de Su amor, luz, alegría y paz.
Al encontrarse con Jesús, los reyes magos y pastores estuvieron en la presencia de Dios en la Tierra. Se llenaron de entusiasmo y anhelo de ir y divulgar la noticia a los demás; y podemos sentir Su Espíritu que nos insta a hacer lo mismo a medida que nos renueva, nos rejuvenece y nos reaviva.
Todos los que estuvieron presentes en aquella primera Navidad fueron llevados al lado de nuestro Señor por medio de señales sobrenaturales, enviadas desde el Cielo. Aunque los reyes magos no estuvieron allí al mismo tiempo que los pastores, al incluirlos en el pesebre se crea una representación arquetípica, que resume los sucesos que rodean Su nacimiento. Es un excelente simbolismo de que todos, ricos y pobres, le rinden homenaje al Rey del universo.
Cada uno de ellos, incluidos María y José, optaron por seguir la guía celestial. Para todos fue un camino de fe. Actualmente todavía tenemos que creer, tener fe, en la Palabra que nos ha sido dada. Tenemos que seguir y obedecer, y hablar de nuestro Salvador con alegría y confianza, de modo que otras personas tengan oportunidad de seguir su camino de fe hasta llegar a Su lado espiritualmente.
Ese bebé en el pesebre de Belén fue un niño destinado a llegar a ser el Cordero de Dios, el cordero expiatorio, sin mancha y sin contaminación, para quitar los pecados del mundo[1]. Sería conocido como defensor y guía, heredero de todo, el creador del universo; el resplandor de la gloria de Dios y la representación exacta de Su naturaleza[2].
En Colosenses, Pablo dice que Él es el primogénito de toda creación[3]. Sería revelado como el Dios de toda la Tierra[4]. Dios manifestado en carne[5]; el Señor, el poderoso en batalla[6]; el Todopoderoso que es, que era y que ha de venir; el principio y el fin[7].
El primogénito de María era Dios hecho carne, el mismo ayer, hoy y por los siglos[8]. Fue el Ungido antes de establecer los fundamentos de la Tierra[9]. Llegó a la Tierra como el Pan de vida que bajó del Cielo[10], la Luz verdadera que alumbra a todo ser humano[11]. Sería las fuerzas de los pobres, ayuda para los necesitados y afligidos y un refugio en la tormenta[12]. Sería el único cimiento estable y la piedra angular, nuestro mediador e intercesor[13]. Aquel diminuto bebé, que fue el regalo más valioso que Dios podría darnos, se había humillado a Sí mismo y luego se volvería a humillar por medio de la muerte en la cruz[14].
Jesús vino a traer paz. Vino a traer curación. Vino a traer esperanza. Es nuestro amado, nuestro amigo, nuestro Salvador, nuestro modelo, nuestro maestro y libertador, nuestro refugio y nuestro Dios.
«En estos últimos días, nos ha hablado por medio de Su Hijo. Dios le prometió todo al Hijo como herencia y, mediante el Hijo, creó el universo. El Hijo irradia la gloria de Dios y expresa el carácter mismo de Dios, y sostiene todo con el gran poder de Su palabra. Después de habernos limpiado de nuestros pecados, se sentó en el lugar de honor, a la derecha del majestuoso Dios en el cielo». Hebreos 1:2-3[15]
«Cristo es la imagen visible del Dios invisible. Él ya existía antes de que las cosas fueran creadas y es supremo sobre toda la creación porque, por medio de Él, Dios creó todo lo que existe en los lugares celestiales y en la tierra. Hizo las cosas que podemos ver y las que no podemos ver, tales como tronos, reinos, gobernantes y autoridades del mundo invisible. Todo fue creado por medio de Él y para Él. Él ya existía antes de todas las cosas y mantiene unida toda la creación». Colosenses 1:15-17[16]
«¡Gracias a Dios por este don que es tan maravilloso que no puede describirse con palabras!» 2 Corintios 9:15[17]
¡Que Dios los bendiga a todos! ¡Peter y yo les deseamos una muy feliz Navidad!
Artículo publicado por primera vez en diciembre de 2016. Adaptado y publicado de nuevo en diciembre de 2019.
[1] Juan 1:29; Apocalipsis 5:6, 9; 1 Pedro 1:18–20.
[2] Hebreos 1:2–3.
[3] Colosenses 1:15–17
[4] Isaías 54:5.
[5] Juan 1:14.
[6] Salmo 24:8.
[7] Apocalipsis 1:8.
[8] Hebreos 13:8.
[9] Juan 17:24; 1 Pedro 1:19–20.
[10] Juan 6:51.
[11] Juan 1:9.
[12] Isaías 25:4.
[13] Efesios 2:20; 1 Timoteo 2:5; Hebreos 7:25.
[14] Filipenses 2:8.
[15] NTV.
[16] NTV.
[17] NTV.
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