Recuperar el gozo de tu salvación
Palabras de Jesús
«Hazme sentir de nuevo el gozo de Tu salvación; sostenme con Tu espíritu generoso». Salmo 51:12[1]
Quiero llevarte de vuelta a tus raíces, al principio, a los tiempos del gozo de tu salvación. Quiero que recuerdes lo bueno que era, lo feliz que te sentías solo por pertenecerme a Mí y haberte enamorado de Mí.
¿Te parece que aquella alegría y sencillez no se podrán recuperar, que ha pasado mucho tiempo, que mucho ha ocurrido y que los tiempos y muchas cosas han cambiado? Es verdad que mucho es lo que ha cambiado, y que has crecido y madurado en tu fe y que has enfrentado muchos desafíos por el camino. No obstante, no ha cambiado lo esencial de tu vida a Mi servicio, y Mis promesas para los que me buscan a Mí y Mi reino en primer lugar todavía son tan verdaderas como siempre.
Te quiero tanto. Si estás lista para ser renovada en el gozo de tu salvación, confía en Mí. Extiende la mano y camina conmigo. Escucha la voz de Mi Palabra y te diré lo que falta, y cómo puedes recuperar las alegrías sencillas de la vida que siempre fueron tan importantes para ti. No te prometo que será fácil, pero sí te prometo que valdrá la pena y que no te desilusionarás.
Todo se reduce a lo esencial de poner primero Mi reino en tu vida. Te pido que continúes y me sigas, que estés entre los pescadores de hombres, que seas arcilla blanda en Mis manos, y como aquel que encontró una perla de gran precio y vendió todas sus posesiones para comprarla.
¿Puedes poner en Mis manos todo sueño, aspiración terrena, relación sentimental, posesión personal y tu matrimonio, tus hijos, tu familia y amigos? ¿Estás dispuesta a ser sierva de todos? ¿Me dejarás ocupar el primer lugar en tu corazón, en tu vida, en tu escala de prioridades, en tu economía y en tus planes?
Te amo y deseo lo mejor para ti. Sé qué te dará paz interior y alegría de espíritu. Tu lucha ha sido larga y difícil para correr la carrera y pelear la buena batalla y te pido que descanses, que dejes todas tus cargas y que veas y pruebes Mi bondad. No faltaré a ninguna de las buenas promesas que te he hecho.
Déjame que te devuelva la alegría y el deseo por Mi Palabra y querrás amar a los demás y ser mensajera de Mi salvación. Pide y recibirás. «Les he dicho esto para que tengan Mi alegría y así su alegría sea completa»[2].
Mi cuidado incesante
Te he observado día tras día, semana tras semana, año tras año, y con diligencia has continuado en la buena batalla de la fe.
Permanecer en una relación muy estrecha conmigo y esforzarte por hacer Mi voluntad te ha proporcionado alegría y satisfacción. Ha habido ocasiones en que te has resistido a los desafíos que has enfrentado y te ha parecido que se te exigía demasiado. Sin embargo, con el tiempo te dabas cuenta de que a medida que echabas toda tu ansiedad sobre Mí, al final no resultó ser demasiado para ti, y que la subida no era demasiado empinada. Pusiste tu mano sobre la Mía, aunque sintieras miedo, y procedías adelante, andando por fe.
Con el correr de los años has aprendido que vale la pena confiar en Mí. Por sombrías o desconcertantes que fueran las circunstancias, aunque te pareciera que ibas a perder algo muy querido, en el proceso has aprendido que la manera más segura de conservar tus mayores tesoros era confiármelos a Mí y hacer lo mismo con tus esperanzas y tu futuro.
Estoy orgulloso de ti, pues aunque con el paso de los años te has esforzado y has caído muchas veces, también te has vuelto a levantar, cobrando más fuerzas y percibiendo con mayor agudeza Mi presencia. No te censuro por las batallas que has atravesado ni por las veces en que te rebelaste contra Mi voluntad o intentaste hacer caso omiso de la voz de Mi Espíritu, pues al final todas las veces llegaste a una posición de confianza.
El sentimiento de realización, la satisfacción, la alegría, la provisión y el crecimiento que experimentas cada día son dádivas que provienen de Mi mano. Soy Yo quien concede toda buena dádiva. Soy Yo quien recompensa toda buena obra. Soy el que provee tanto en la abundancia como en la escasez. Si vieras cómo he participado de manera integral en todo aspecto de tu vida y de las bendiciones de que disfrutas, te sorprenderías sobremanera. Jamás he dejado de cuidar de ti, de velar por ti, de guardarte a cada paso, en cada etapa de tu vida.
Feliz y tranquilo
Permíteme que te llene de Mi gozo y Mi paz. Fluyen en tu interior cuando te sientas tranquilamente en Mi presencia y me confías lo más recóndito de tu ser. Estas bendiciones son esenciales para alimentar tu alma. El gozo del Señor es tu fuerza; así pues, no descuides este regalo encantador. Es para todo momento y circunstancia, aunque algunas veces tengas que buscarlo.
También necesitas Mi paz en todo momento. Te la concedo generosamente a medida que confías en Mí. Recuerda que Yo soy el Dios de esperanza. La esperanza que ofrezco no son ilusiones. Es absolutamente segura, aunque se refiera a lo que no se ha llevado a cabo por entero. Es del todo segura, porque Yo mismo la obtuve a través de Mi obra terminada en la cruz.
Esta esperanza es el fundamento del gozo y la paz que encuentras en Mí. No importa lo difícil que sea tu vida en este momento, tienes la completa seguridad de que te espera el deleite infinito en el Cielo, donde he preparado un lugar para ti. Al pensar en esta gloriosa verdad, puedes disfrutar de la esperanza que fluye abundantemente por el poder del Espíritu Santo[3].
Gozo que vendrá
Hay océanos de amor, de compasión, de ternura y comprensión que te hace falta probar o vislumbrar, pues cosas que ojo no vio ni oído oyó ni han subido al corazón del hombre, son las que he preparado para los que me aman[4]. Si alcanzaras a vislumbrar el mundo espiritual que te espera, ¡saltarías de alegría! No cabrías en ti de asombro y te parecería que no te lo mereces, y aún así esperarías con ilusión y gozo inefable todo lo que vendrá.
Mientras tanto, te pido que cultives tu relación conmigo y que te acerques más. Sé que has procurado amarme ante todo y que me sirves como te he pedido, y que lo haces lo mejor que puedes. Sin embargo, con el tiempo las dificultades, el trabajo arduo y los afanes de la vida te han agobiado. Quiero devolverte la plenitud del gozo de tu salvación[5].
Aunque han pasado muchos años desde que me diste tu vida, todavía puedes despertarte cada mañana con una nueva vida, feliz de tener vida y esperar con ilusión el día que tienes por delante. Puedes encontrar un renovado deseo de ser uno de Mis mensajeros ante las almas perdidas y seguir viendo Mis bendiciones que se manifiestan en tu vida. Puedes seguir descubriendo la sencillez y libertad de no estar atado a las cosas de este mundo, a las riquezas humanas pasajeras y al atractivo ilusorio del materialismo.
Esta es la invitación personal que te hago para que cada día sea un nuevo comienzo, no gracias a tu propia resolución o fortaleza de carácter, sino a tu humildad, tu confianza y el amor que me tienes. Líbrate de ese peso y ponlo todo a Mis pies y afirma: «Nada traigo en las manos; solo a Tu cruz me aferro». Y Mi voluntad para ti es que lo pongas todo en Mis manos —todo lo que aprecies—, y que confíes en que me encargaré de todo.
Publicado por primera vez en agosto de 1999, a menos que se indique otra cosa en los párrafos correspondientes. Texto adaptado y publicado de nuevo en diciembre de 2020.
[1] DHH.
[2] Juan 15:11 (NVI).
[3] Sarah Young, Jesus Today (Thomas Nelson, 2012).
[4] 1 Corintios 2:9.
[5] Salmo 51:12.
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