Recordemos las dádivas de Dios
Marianne Paladino
[Remembering God’s Gifts]
Recientemente me sorprendió la cantidad de veces que aparece el concepto de «recordar» en la Biblia, entre 240 y 352 veces, dependiendo de la fuente y la versión que se use. Es uno de los temas centrales de la Palabra de Dios: recordar activamente, remembrar y reflexionar acerca de las obras y las promesas de Dios, de la manera en que se cumplieron en el pasado, recordar Sus instrucciones y cómo se aplican al presente y nos dan ánimo para el futuro. ¿Cuántas veces los antepasados del Antiguo Testamento hicieron altares para recordar los portentos de Dios o sus apariciones? Durante la última cena con Sus discípulos —la comida de Pascua para recordar que Dios había liberado a Su pueblo hacía mucho tiempo—, Él instituyó la única ceremonia oficial que nos enseñó a celebrar, la comunión, y dijo: «Hagan esto en memoria de Mí» (1 Corintios 11:24).
David Horner explica que recordar es una forma de preservar nuestra identidad y propósito como pueblo de Dios. Es también una forma de reconocer la soberanía y fidelidad de Dios y de dar gracias y ofrecer alabanzas a Él por todo lo que ha hecho y continúa haciendo por nosotros. En la Biblia, recordar no es solo un ejercicio mental, sino un llamado a la acción. Es una forma de vivir nuestra fe y de cumplir el propósito de Dios para nuestras vidas. En resumen, recordar en términos bíblicos es una forma de mantener vivas la Palabra y las obras de Dios en nuestro corazón y mente, y de vivir nuestra fe de manera práctica. Olvidar nuestra historia significa olvidar quiénes somos y por qué estamos en este mundo. Con razón recordar es un asunto de gran importancia en las Escrituras. Dios conoce la gravitación de la conciencia humana, que nos lleva inexorablemente a olvidar. El pueblo de Dios siempre está en peligro de olvidar quiénes son y a quién pertenecen1.
El libro de Deuteronomio registra el discurso final de Moisés a los israelitas antes de que entraran a la Tierra Prometida. Hace hincapié en la importancia de recordar activamente lo que habían aprendido y lo que el Señor había hecho para protegerlos todos esos años el desierto: «¡Tengan cuidado! Presten atención y no olviden las cosas que han visto sus ojos ni las aparten de sus corazones mientras vivan. Cuéntenselas a sus hijos y a sus nietos» (Deuteronomio 4:9). «Recuerda que durante cuarenta años el Señor tu Dios te llevó por todo el camino del desierto, para humillarte y ponerte a prueba. Así llegaría a conocer lo que había en tu corazón y vería si cumplirías o no Sus mandamientos. Recuerda al Señor tu Dios porque es Él quien te da el poder para producir esa riqueza; así ha confirmado hoy Su pacto que bajo juramento hizo con tus antepasados» (Deuteronomio 8:2, 18).
En los últimos años he empezado a llevar una especie de Adviento antes de Navidad para recordar el increíble regalo de amor que Dios ofrendó a la humanidad cuando envió a Su propio Hijo al mundo para que viviera con nosotros; y también durante la Cuaresma, para recordar el sacrificio de Jesús por cada uno de nosotros en la cruz en la que murió para que pudiéramos vivir. Son momentos especiales para pensar más a fondo acerca del significado de Su amor por mí y para reflexionar sobre lo que puedo hacer para demostrar mi gratitud.
Algo que enfatizó durante uno de esos momentos fue la importancia de registrar a diario Sus bendiciones y misericordias, de anotar cómo manifiesta Su amor de tantas maneras cada día. Pueden ser manifestaciones sencillas de Su presencia o una oración respondida; puede ser algo extraordinario que ocurrió ese día o una simple alegría que soy propensa a dar por segura. Registrar esos momentos al final de cada día ha sido una de las herramientas más potentes para afrontar los altibajos de la vida con fe y gratitud. Es una forma de presentarme ante Él con acción de gracias (Salmo 100:4), cosa que me ayuda a apreciar más los regalos que no merezco, que podrían pasar desapercibidos. Mi tendencia natural es enfocarme en los problemas que me sobrevienen y por eso no percibo Su abundante misericordia que se renueva cada día (Lamentaciones 3:22–23), las muchas manifestaciones de Su amor, como el aroma de alimentos en el horno, los rayos de un amanecer a través de los árboles, una canción alentadora que alguien dedicó un momento para enviarme, o el rostro sonriente de mi nieto cuando toca a nuestra puerta.
Durante la pandemia leí un libro que me inspiró en relación a estos principios, se llama Un millar de obsequios, de Ann Voskamp. En el libro, Ann se pregunta: «¿Cómo hago para sentir dicha en medio de plazos, deudas, dramas y tareas diarias? ¿Qué características tiene una vida con gratitud cuando tus días son crudos, largos y a veces sombríos? ¿Qué me está brindando Dios aquí y ahora?» Su libro es una inspiradora y práctica guía para una vida dichosa aun en medio de los contratiempos, porque invita a tomar conciencia de las bendiciones que nos concede Dios, y a escribirlas como regalos que recibimos de nuestro cariñoso Padre. A menudo pasan desapercibidos si no dedicamos un momento a buscarlos, saborearlos y anotarlos al final del día; con el fin de maravillarnos por Su bondad y fidelidad, que nos ayuda a darnos cuenta de que estamos acompañados incluso en los momentos más difíciles.
Hace años que hago anotaciones en un diario, escribo mis peticiones de oración, y apunto cuando son respondidas, y también escribo mensajes que recibo en mis momentos de comunión con el Señor. Siempre me alienta repasar las anotaciones de este diario, porque me doy cuenta lo presente que Él ha estado en nuestras vidas, aun en medio de los muchos cambios y vericuetos que hemos afrontado en la última década. Cuando se me presenta una dificultad, repasar mis anotaciones sobre Sus atenciones constantes, las muchas manifestaciones de Su presencia, las promesas cumplidas y la fiel provisión y orientación cuando atravieso territorios desconocidos y situaciones imposibles es una tremenda fuente de consuelo. Me recuerda que la pura verdad es que nunca nos ha dejado ni abandonado, y «aunque mis pecados son cuantiosos, más cuantiosa es Su misericordia», como dijo con elocuencia John Newton.
Después de leer Un millar de obsequios, inicié la disciplina de escribir diez dádivas que recibí en el día. Claro que nos da grandes regalos y obra tremendos milagros de provisión, protección, curación, y responde a peticiones por nuestros seres queridos y amigos, pero esto no sucede todos los días. No obstante, este nuevo hábito me ayuda a prestar atención a la multitud de regalos menos notables que alegran mis días. Sabemos que Él es el Dios que todo lo ve, pero a menudo yo soy la persona que no nota cuán presente está y lo atento que es Él en medio de las circunstancias más adversas. «Den gracias a Dios en toda situación» (1 Tesalonicenses 5:18), no dice por cada situación, sino en toda situación. A Él no le hacen falta mis alabanzas para sentirse mejor, pero prestar atención más intencionalmente a Su bondad me ayuda a mí a sentirme mejor y darme cuenta de que está presente de verdad, siempre fiel, siempre demostrando Su amor y cuidándome.
Con frecuencia, cuando hago un recuento de Sus «dádivas» del día, casi nunca me vienen a la mente más de una o dos (las «dádivas» que anoto deben ser singulares cada día), ¡y me demuestra lo fácil que me resulta olvidar lo bueno y enfocarme en las carencias! Pero cuando las escribo una por una, más y más me vienen a la mente que había olvidado, aunque acababan de ocurrir ese mismo día. Cuando termino de escribir diez, ya me acuerdo de más que puedo agregar. Es un ejercicio muy beneficioso y gratificante que alinea más mi mente con Su Palabra. Me ayuda a contender con mi predisposición natural de preocuparme de tantas cosas. Y se me hace más fácil no conformarme a este mundo, que suele centrarse en lo malo, sino transformarme por medio la renovación de mi entendimiento (Romanos 12:2).
Jesús antecedió el milagro de alimentar a la multitud simplemente dando gracias por dos panes y cinco peces: ¡alguien los había contado y registrado! Al anotar y registrar activamente mis muchas pequeñas (y grandes) bendiciones, Sus regalos diarios para mí, puedo disfrutar de un espíritu de paz y alegría, y noto más Su poder obrando en torno a mí.
1 Parafraseado y citado de https://www.biblica.com/articles/remembering-to-remember-the-stories-of-gods-people/
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