Reconoce tus debilidades
William B. McGrath
«No es deshonroso perder la carrera. Lo deshonroso es no correr por temor a perder»[1].
Las culturas de este mundo enfatizan la importancia de ganar, de ser el mejor en tu deporte, pasatiempo o profesión. El viejo dicho puede sonar trillado, pero muy cierto: «Lo importante no es ganar, sino competir». Cuando uno abraza metas piadosas y verdades eternas, puede que no alcance un lugar prominente en la palestra de este mundo o entre los ganadores de trofeos, ni que se gane el aplauso de celebridades. Seguir a Dios puede ser un camino más solitario, sin embargo, es rico en bendiciones.
Al parecer en la Biblia, la mayoría de los principales personajes, si no todos, sufrieron derrotas, humillaciones o demoras a lo largo de su vida, al mismo tiempo que se mantenían leales a sus metas celestiales. Todos exhibieron algún tipo de flaqueza humana. Cuando somos débiles o incapaces, vemos que Su fortaleza puede obrar en nosotros con mayor facilidad.
En las Escrituras, el apóstol Pablo es quien nos enseña el principio de reconocer nuestras debilidades. Sin duda él tenía muchas fortalezas, pero es evidente que el Señor le dio un aguijón en la carne. Aunque oró tres veces para que el Señor lo sanara o lo librara de aquel aguijón, Dios le dijo: «Bástate Mi gracia; por Mi fortaleza se perfecciona en vuestra debilidad.» Luego Pablo afirma: «Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo»[2]. Pablo no nos dice exactamente qué era ese aguijón en forma de debilidad y probablemente tampoco hablaba mucho acerca de eso, ni iba por ahí menospreciándose delante de los demás, pero sí lo reconocía delante del Señor y aprendió de Él lo importante que era esa humildad en la debilidad.
En el relato de José, que se encuentra en Génesis capítulos 37 al 50, José tiene un sueño en el que tiene una posición predominante entre sus hermanos. Eso probablemente impulsó sus aspiraciones para tener una vida con sentido. Posiblemente también le haría ser un poco orgulloso. Fue por esa época cuando empezó su formación en la vida real; comenzó con una gran caída, una aparente derrota total. Como José, es posible que nosotros también experimentemos el sabor del fracaso y las decepciones, con sueños no cumplidos, mientras que al mismo tiempo procuramos tener aspiraciones piadosas. Como reza el viejo dicho: «Con Dios para subir, hay que bajar».
El rey David es otro ejemplo. Sus graves errores y prolongadas luchas en la vida sirvieron para fortalecer su relación con el Señor y lo llevaron a escribir algunas de las canciones y oraciones más bellas de todos los tiempos. No cabe duda de que sus tribulaciones también purificaron su carácter. Y al final gobernó como un rey muy sabio y temeroso de Dios.
En la Biblia se mencionan con frecuencia las debilidades humanas. Se nos dice que los valientes hombres de fe que aparecen en Hebreos 11 «sacaron fuerzas de debilidad». Como ha dicho Tim Keller: «Con frecuencia Dios se vale de nuestras dificultades para rescatarnos de nuestras flaquezas con el fin de engrandecernos»[3].
Es sabido que Dios se vale de hombres y mujeres considerados débiles, frágiles o insuficientes en cierta forma. Él puede producir gozo y belleza de las cenizas de nuestros sueños rotos. De modo que si en nuestra vida hay aspectos en los que somos débiles, en los que hemos cometido errores o fallado de alguna forma, podemos reconocer esas debilidades, fracasos y errores; y al mismo tiempo, podemos recibir Su perdón por todo ello. En vez de esforzarnos por esconder o disimular nuestras debilidades, nos podemos gloriar en ellas, como Pablo, porque sabemos que Dios las ha permitido y las ha perdonado, y Él sacará algo bueno de ellas. Al permanecer en Él, sumisos y sinceros, podemos confiar en que Dios nos bendecirá y se valdrá de nosotros conforme a Su plan[4].
La vida y escritos de Joni Eareckson Tada —quien quedó paralítica a la edad de 17 años a causa de un accidente al zambullirse— hablan claramente de cómo debe lidiar el cristiano con el sufrimiento, las debilidades y las aflicciones. Ella dice:
[Otras personas] no tienen el cuello roto, algunas tienen el corazón roto, un hogar roto. […] Pensemos en las veces en que el dolor terminó con tu salud mental, dejándote paralizado y sangrante, y tú también te preguntas: «Dios, ¿puede ser esto Tu voluntad?»
Cierta vez, Steve Estes me dijo algo muy sabio: «Mira Joni, si piensas en Jesucristo, verás al hombre más abandonado por Dios que haya existido. Tal vez el Diablo pensó: “Voy a parar en seco al Hijo de Dios. Basta ya de toda esta ridícula charla sobre la redención”». Sin embargo, Dios iba a hacer una jugada que frustraría esa estratagema diabólica y abriría de par en par las puertas del cielo para toda persona que quiera entrar. Dios siempre frustra los planes diabólicos para lograr Sus propios fines y propósitos. […] Dios permite algo que detesta para llevar a cabo aquello que ama. Tanto el cielo como el infierno pueden terminar participando en exactamente lo mismo, pero por diferentes motivos. «Dios hace todas las cosas según el designio de Su voluntad»[5].
Y creo que fue Dorothy Sayers quien dijo: «Él saca de lo malo, cosas buenas para nosotros y gloria para Él.» Dicho de otro modo, Él redime. […] El Dios de la vida es el único que pudo conquistar la muerte, abrazándola, de manera que la muerte ya no tiene victoria; y tampoco el sufrimiento. Cristo le ha dado sentido, no solo para nuestra salvación, sino para nuestra santificación. […] Yo no estoy en medio de algún accidente cósmico divino. No. Es posible remediar mi sufrimiento. No estoy sola en esto […] todo suma para mi salvación y santificación. […] Dios permitirá un cuello roto, un corazón roto, un hogar roto, los cuales harán de perro ovejero que nos conducirá a Jesús, que de otro modo no habría sido así. De manera que podemos abrazar nuestras debilidades, sabiendo que el poder de Dios se manifestará siempre mejor en nuestra debilidad. […] Dios comparte con nosotros Su gozo e intimidad según Sus términos.
Primera de Corintios 12:22 nos dice que los miembros más débiles del cuerpo de Cristo son indispensables. […] Y 1 Pedro 2:21: «Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, para que sigáis Sus pisadas»[6].
[1] De la película The Art of Racing in the Rain.
[2] 2 Corintios 12:9.
[3] Timothy Keller, The Songs of Jesus: A Year of Daily Devotions in the Psalms, 24 de sept. (Nueva York: Penguin, 2015).
[4] 1 Corintios 1:26–31; Isaías 57:15, 61:3.
[5] Efesios 1:11.
[6] Extractos de la charla The Theology of Suffering, de Joni Eareckson Tada (contiene citas de Steve Estes y Dorothy Sayers).
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