¿Quién nos podrá separar
del amor de Cristo?
Palabras de Jesús
Estoy convencido de que nada podrá jamás separarnos del amor de Dios. Ni la muerte ni la vida, ni ángeles ni demonios, ni nuestros temores de hoy ni nuestras preocupaciones de mañana. Ni siquiera los poderes del infierno pueden separarnos del amor de Dios. Ningún poder en las alturas ni en las profundidades, de hecho, nada en toda la creación podrá jamás separarnos del amor de Dios, que está revelado en Cristo Jesús nuestro Señor. Romanos 8:38-39[1]
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Las dificultades, las pruebas, las batallas, las angustias, los sufrimientos y las decepciones se deben a muchas causas, tienen motivos muy variados; pero sea como sea que se originen, independientemente de su causa, pueden tener la plena seguridad de que, en última instancia, todas las cosas ayudarán a bien a los que me aman. Como me aman, puedo convertir incluso esas batallas en bendiciones.
Si vieran como veo Yo —más allá del presente, más allá de este momento, más allá de lo que están sufriendo—, entenderían mejor como es que esa pérdida, ese dolor que sienten ahora en el corazón, esta época en que asaltan tentaciones tan grandes y pruebas tan duras, a la larga se convertirán en bendiciones.
El secreto para comprender esto, la clave, está en las palabras «a la larga». Si creen por fe que Mi mano gobierna su vida y que todas las cosas redundan en bien, con el tiempo llegarán a comprender y ver lo que hoy creen por fe; se traducirá en algo real para ustedes.
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No te preocupes si te sientes distante de Mí. Estoy siempre cerca de ti. Relájate y escucha Mi Espíritu. Deja que te hable al corazón de las cosas que te interesan.
Hagas lo que hagas o dejes de hacer, igual te amo. No hay nada en la Tierra que pueda separarte de Mi amor; ni la vida, ni la muerte, ni ángeles, ni potestades, ni lo presente, ni lo porvenir; ni lo alto, ni lo profundo ni ninguna otra cosa creada. Mi amor por ti es eterno. No es algo pasajero que viene y se va, pan para hoy y hambre para mañana. Mi amor por ti es eterno, perdurable, inmutable, ahora y por siempre.
Lo que sientas es lo de menos; da igual que te sientas cerca de Mí o lejos, o que te parezca que estoy cerca de ti o lejos. Nunca te dejaré ni te desampararé. Yo moro en las alabanzas de Mi pueblo así como lo hago en el corazón contrito y humillado. La verdad es que te amo tanto que he venido a vivir en tu corazón: contigo y dentro de ti.
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Tu fe no faltará si sigues luchando. Sigue alabando, confiando y aguantando mientras tengas vida. Después de la tormenta saldrá el arcoíris. Recibirás un mayor ungimiento, tendrás una mayor comprensión. Cesará tu dolor y amanecerá un día más radiante.
Por tanto, sigue aguantando, confiando y luchando, aun cuando te sientas desfallecer y te parezca que estás completamente vacío y acabado y te consideres inútil. Cuando pienses que tus pecados son muy graves, que eres una calamidad, que eres un caso perdido, resiste esos pensamientos y sigue aferrándote a tu fe y a Mis promesas.
Contigo está Mi poder para sanar y librar. Así pues, ¡sigue luchando! ¡No te rindas! Por oscura que sea la noche, por dura que sea la batalla y por negro que se vea el panorama, ten la certeza de que te amo y de que nunca te dejaré; jamás te abandonaré. ¡La victoria está a la vuelta de la esquina, y vale la pena luchar por ella! ¡Aguanta, y no quedarás desilusionado!
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No te juzgues con suma dureza. Puedo sacar resultados positivos hasta de tus errores. Tu limitada mente tiende a mirar al pasado, con el deseo de deshacer decisiones que ahora lamentas. Es una pérdida de tiempo y energía, solo conduce a la frustración. En vez de estar en una lucha interior al recordar el pasado, entrégame tus errores. Mírame confiadamente, a la espera de que Mi infinita creatividad pueda entretejer las buenas y malas decisiones y convertirlas en un diseño bonito.
Como eres un ser humano, no dejarás de cometer errores. Pensar en que deberías vivir sin equivocarte es un síntoma de orgullo. Tus fracasos pueden ser una fuente de bendición, lo que te mantenga humilde y haga que te identifiques con quienes tengan debilidades. Lo mejor de todo es que el fracaso destaca tu dependencia de Mí. Soy capaz de sacar belleza de la maraña de tus errores. Confía en Mí y pon atención. Verás lo que hago[2].
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Cuando te sientas sin fuerzas para dar un paso más, vuélvete a Mi Palabra. Sostenla ante tus ojos, asimílala, piensa en ella, medita en ella y deja que inunde todo tu ser. En tiempos venideros, Mi Palabra y Mi Espíritu te sustentarán.
No temas el futuro. No te preocupes pensando cómo vas a salir adelante, pues Yo prometo ayudarte y sostenerte. Esto durará solo un breve tiempo, pues no serás tentado más de lo que puedes resistir, y pronto te remontarás con alas de águila. Dentro de poco correrás y no te cansarás, caminarás y no te fatigarás. He aquí que Yo soy el Señor tu Dios, no te defraudaré ni te abandonaré cuando lo necesites.
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Yo he puesto mi esperanza en el Señor; yo espero en el Dios de mi salvación. ¡Mi Dios me escuchará! Miqueas 7:7[3]
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No se sorprendan de estos fuegos de prueba que les sobrevienen, sino alégrense, sabiendo que los he considerado instrumentos útiles a Mí, vasos para honra mediante los cuales deseo verter Mi amor, Mi paz y Mi consuelo.
Pongan los ojos en Mí, el autor y consumador de la fe. No deben fijarse en el ambiente que los rodea ni en las circunstancias, y menos aún en las dificultades y batallas que les ocasionan. Deben mantener la vista fija en Mí, sabiendo que soy el autor y consumador de la fe, creyendo que soy poderoso para hacer todo lo que he prometido. Les he dado muchas y preciosas promesas a las que aferrarse; no solo las que les he hecho a ustedes, sino también las que he comunicado a lo largo de los siglos: Mi Palabra inmutable, que nunca pasa.
Confíen en que Yo los guío y no permitiré que caigan en un hoyo ni que se golpeen el pie en una piedra, pues soy un buen pastor y los amo. Les brindo Mi paz que sobrepasa todo entendimiento.
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Los getsemaníes pueden ser puertas. No son muertes, sino senderos que conducen a nuevos comienzos. Así como cada persona debe presentarse sola ante Mí en el juicio final, hay veces en esta vida en que te presentas solo ante Mí en pruebas, para que hagas balance de la situación, te aferres a Mí y contemples Mi rostro, sin apoyarte en la fe o el amor de otros, sino únicamente en Mi amor.
¡Tengo por ti un gran amor! Grande es la ternura que te manifiesto y grande es Mi compasión por ti. Conozco cada pensamiento tuyo. Percibo cada uno de tus sentimientos y me conmuevo con cada pena, dolor y tribulación de tu corazón, como si fueran Míos.
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He aquí Mi girasol, cuyo rostro mira hacia Mí y recibe el calor de Mi luz y refleja sobre otros Mi amor, Mis rayos solares y Mi calor. Aunque tal vez a tus propios ojos te parece que no eres nada, eres bendecida con los toques de Mi amor, con el fruto de Mi Espíritu.
Aunque no todo es enteramente como te gustaría, todo está en Mis manos. No temas, Mi preciosa flor, pues Yo te protejo. Te rodeo con Mis manos para que nada te haga daño. Los fuertes vientos no te arrasarán, pues Yo te protejo. Vuelve el rostro hacia el sol de Mi amor. Recibe Mi calor y Mi amor, para que puedas reflejarlo sobre los demás, para que reluzcas con Mi amor y lo transmitas a otros.
En tanto que des la cara al sol absorberás la luz. Mientras tengas el rostro vuelto hacia Mí, confíes en Mí en todo momento y sepas que estoy al mando, tendrás paz y contentamiento, aunque a tu alrededor parezca que la situación no está bien. Aunque las circunstancias no sean de tu agrado, si elevas la mirada hacia Mí, tendrás paz, pues Yo soy el dador de paz y te la concedo, Mi girasol.
Artículo publicado por primera vez en 1997, a menos que se indique lo contrario en los párrafos correspondientes. Texto adaptado y publicado de nuevo en junio de 2014. Traducción: Patricia Zapata N. y Antonia López.
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