Perdónense los unos a los otros
Recopilación
…De modo que se toleren unos a otros y se perdonen si alguno tiene queja contra otro. Así como el Señor los perdonó, perdonen también ustedes. Colosenses 3:13[1]
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¿Qué amor más genuino puede haber que perdonar a alguien que consideran que les ha hecho mucho daño? ¿Qué mayor manifestación del Espíritu del Señor puede haber que amar a nuestros enemigos, hacer bien a los que nos perjudican y poner la otra mejilla? Eso es amor. Eso es misericordia. Eso es humildad. Eso es Jesús. Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por otro[2], incluso por su hermano o hermana que le ha hecho daño.
Al procurar la gracia para perdonar, nos acercamos al Señor, y Él nos convertirá en mejores personas a cambio. Es algo grandioso cuando, por la gracia de Dios, nos convertimos en personas que han perdonado a otras, que han superado ese obstáculo, esa piedra de tropiezo, y cuyo corazón se ha agrandado de tal modo que son capaces de sobrellevar una injusticia y perdonar. María Fontaine
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Si perdonan a otros sus ofensas, también los perdonará a ustedes su Padre celestial. Pero si no perdonan a otros sus ofensas, tampoco su Padre les perdonará a ustedes las suyas. Mateo 6:14–15[3]
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El perdón. ¿Te causa mucho dolor oír esa palabra, pensar en ese concepto? Lo comprendo.
A Mí me golpearon, torturaron, ridiculizaron, desnudaron y clavaron a una cruz para que muriera sumido en el dolor y la humillación. Comprendo que no tengas deseo alguno de obsequiar a alguien el perdón cuando no se lo merece en absoluto o cuando a ti mismo se te ha negado.
El perdón es misericordia, no justicia. El perdón nunca se merece, pero solo puedo perdonarte cuando tú perdonas a otro. El perdón es hacer la elección de dejar las cosas en Mis manos, confiando en que Yo haré justicia, y aceptar que todo el mundo hace cosas malas.
¿Qué bien te hace perdonar? Cuando perdonas a alguien, algo ocurre entre tú y Yo. Sustituyo por el perdón los sentimientos de enojo y resentimiento que te carcomen el corazón. Cuando perdonas a alguien, tu corazón se abre y puedo limpiarte y darte paz. Jesús, hablando en profecía
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Sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo. Efesios 4:32[4]
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La edición de 1828 del diccionario Noah Webster dice que perdonar significa «pasar por alto una ofensa y tratar al que la cometió como si fuera inocente». Perdón: «Indulto que se extiende a quien comete una ofensa, por medio del cual se lo considera inocente y se lo trata como tal. Perdonar a los enemigos se considera deber del cristiano».
El perdón es algo que uno hace por su propio bien. Mucha gente considera —y con razón— que el que comete la falta no «merece» ser perdonado. Eso no tiene nada que ver. Es uno el que merece perdonar a esa persona.
¿A cuántas personas no conocemos que viven amargadas y consumidas por el odio porque años atrás alguien —su padre o su madre, un hermano o hermana, primo o prima, amigo, vecino, maestro, abogado, o quien sea— le hizo algo que los lastimó?
La realidad es que la persona que te ofendió te hizo daño en el pasado, sin embargo sigue controlándote en el presente. Seamos prácticos: sin duda no querrás permitir que él o ella controlen e influyan de manera negativa tu futuro, ¿no es cierto?
Te resultará imposible alcanzar todo tu potencial si llevas a cuestas el fardo del odio, la venganza y el resentimiento. Son cargas muy pesadas para cualquiera, y tus posibilidades de alcanzar tu máximo potencial se reducirán a cero si llevas a cuestas semejantes cargas.
Y aun si alcanzaras el éxito en lo profesional, ¿qué tan feliz serías en lo personal? ¿Cuántos amigos has visto que consiguen tener esas personas enojadas o resentidas? ¿Cuántas tienen buenas relaciones con sus parientes y se muestran optimistas, entusiastas e ilusionadas ante lo que les depara el futuro?
La clave es el perdón, y si eres incapaz de perdonar por tu cuenta —les pasa a muchas personas— te recomiendo encarecidamente que busques la ayuda de algún consejero para que te ayude a abrirte paso en medio del laberinto, y puedas así llegar por fin al punto en que logres perdonar.
El día que lo hagas será el día en que te convertirás en una persona más feliz, saludable y segura. Zig Ziglar
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Nunca tocarás verdaderamente el océano del amor de Dios hasta que perdones y ames a tus enemigos. Corrie ten Boom
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Siempre me han sido de gran consuelo en tiempos de necesidad el Salmo 23 y el Padrenuestro, saber que el Señor no me desamparará ni me abandonará, ni me dejará huérfano. Y siempre me llega muy hondo la parte que dice: «Perdónanos nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que pecan contra nosotros»; y cuando Jesús dice que sabemos que «si nosotros no perdonamos a los demás sus ofensas, tampoco nuestro Padre que está en los cielos nos perdonará a nosotros».
Por eso debemos pedirle con toda humildad que nos ayude a tener misericordia de los demás, sabiendo que nosotros también tenemos muchos pecados por los cuales ser perdonados. Recordar continuamente lo pecadores que somos y los errores que muchas veces cometemos nos ayuda sobremanera a conservar la humildad y a evitar ese espíritu de orgullo santurrón que nos hace condenar y criticar a los demás.
Es bueno recordar siempre que todos somos pecadores, que todos cometemos errores y que debemos «perdonarnos unos a otros como Dios también nos perdonó a nosotros en Cristo». David Brandt Berg
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Alguien te hirió… a lo mejor ayer, quizás hace toda una vida, y no consigues olvidarlo. El dolor te caló muy hondo y sigue doliendo hasta el día de hoy.
No estás solo. Todos nos abrimos paso a tientas en un mundo en el cual incluso personas bienintencionadas se hieren unas a otras. Cuando nos entregamos de lleno a relaciones profundas a menudo nos exponemos al dolor.
El perdón es algo que Dios inventó para que podamos reconciliarnos con un mundo en el cual, a pesar de sus buenas intenciones, las personas son injustas unas con otras y se lastiman unas a otras profundamente. Él empezó por perdonarnos a nosotros. Y ahora nos invita a todos nosotros a que nos perdonemos unos a otros. Lewis B. Smedes
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La práctica del perdón es nuestra mayor contribución a la sanidad del mundo. Marianne Williamson
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Perdonar es un acto de la voluntad, y la voluntad es capaz de funcionar bien a pesar de la temperatura del corazón. Corrie ten Boom
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Estar dispuestos a perdonar es señal de madurez espiritual y emocional. Es una de las grandes virtudes a la que todos deberíamos aspirar. Imagínense un mundo lleno de personas dispuestas tanto a pedir disculpas como a aceptar una disculpa. ¿Acaso existe algún problema que no pueda resolverse entre personas que tengan la humildad y la grandeza interior como para hacer cualquiera de esas dos cosas —o las dos— de ser necesario? Gordon B. Hinckley
Publicado en Áncora en marzo de 2014. Traducción: Irene Quiti Vera y Antonia López.
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