¿Para qué te preocupas? Echa tu ansiedad sobre el Señor
Recopilación
[Why Worry?! Cast Your Cares on the Lord!]
En situaciones estresantes, con cuentas pendientes por pagar, niños que se están peleando en la habitación y noticias que transmiten imágenes de guerras, es difícil conservar la esperanza y tener paciencia. Es casi inevitable preocuparnos. Pero, ¿qué beneficios nos brinda andar con el ceño fruncido? Piensa en esta cita: «La preocupación es como una buena mecedora, te mantiene ocupado, pero no te lleva a ningún sitio».
Otra forma de pensar en la inutilidad de la preocupación es imaginar a alguien que lleva consigo una maleta de trastos viejos que no utiliza. Si se queja de que le duele espalda, ¿no le sugerirías que soltara la maleta?
Sin embargo, solemos hacer lo mismo, nos sentimos turbados, agotados y desorientados. Nos aferramos a nuestra carga porque pensamos que si la dejamos de lado podría ocurrir algo malo. Pero la solución es muy fácil. Si sencillamente soltamos la carga —confiamos en el Señor— de pronto nos sentimos aliviados.
Escuchamos el mismo mensaje del mismo Señor cuando le dice a Sus discípulos: «No se preocupen por su vida, qué comerán; ni por su cuerpo, cómo se vestirán. La vida tiene más valor que la comida y el cuerpo más que la ropa. Fíjense en los cuervos: no siembran ni cosechan, ni tienen almacén ni granero; sin embargo, Dios los alimenta. [...] Fíjense cómo crecen los lirios. No trabajan ni hilan; sin embargo, les digo que ni siquiera Salomón, con todo su esplendor, se vestía como uno de ellos.» (Lucas 12:22–24; Lucas 12:27.) […]
La preocupación no puede cambiar nuestro pasado ni nuestro futuro, pero puede arruinar el presente. Cuando nos obsesionamos con el pasado o el futuro, nos falta motivación para progresar ahora. […] Pero podemos hacer un esfuerzo por encontrar satisfacción con lo que tenemos y centrarnos en ser amables y cariñosos en lugar de buscar esas cualidades en otra persona. En segundo lugar, podemos esforzarnos para sacarle el mayor provecho a nuestra situación actual, buscar oportunidades que nos permitan usar nuestros talentos y comunicarnos con los demás. Y por último, podemos confiar en que el Señor sacará el mejor provecho de cada situación, creyendo que es verdad lo que Él dice en Su Palabra. […]
La vida se compara a menudo con un recorrido. Podemos arrastrar los pies y deprimirnos en el camino que estamos tomando, pero la ansiedad y la impaciencia no cambian el ritmo o la ruta. En cambio, podemos disfrutar de los paisajes, confiando en que la dirección del flujo de la Divina Providencia nos orientará hacia una vista aún más hermosa. No desperdicies el día de hoy preocupándote. Echa tu carga sobre el Señor. Observa las flores o escucha el trinar de los pájaros, y recuerda que el Señor nos cuida a cada uno de nosotros todo el tiempo. David Roth1
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Mi amiga Lucy llamó hace poco preocupada. Estaba esperando con ilusión hacer un viaje para conocer a su primer nieto, pero la preocupación por el COVID la inquietaba.
¿Y si contraía el virus y se lo contagiaba a su hija y a su nieto? ¿Y si se enfermaba y no podía volver a casa? ¿Qué pasaría si...? […]
Y así sucesivamente… caída libre hacia el abismo de las preocupaciones. Si pasa esto, después ocurrirá aquello, etc.
Los seres humanos pueden visualizar días, incluso años hacia el futuro y considerar «lo que podría pasar». El problema es que imaginarlo no lo vuelve una realidad. Preocuparse no ayuda. Queremos creer que preocuparnos nos ayuda a resolver las dificultades anticipándonos a ellas, pero no es así, porque la preocupación no resuelve las cosas.
Anticipar todos los resultados imaginables no nos acerca a una solución. La preocupación nunca resolvió un problema.
No podemos controlar el futuro, por lo tanto, no podemos elegir la mejor respuesta a lo desconocido. Quedarnos despiertos y preocuparnos por una serie de posibles problemas es, en el mejor de los casos, una pérdida de tiempo y energía, y en el peor de los casos, la ansiedad más bien puede consumir la energía necesaria para responder adecuadamente cuando llega el momento.
Con frecuencia, en medio de la noche entretenemos pensamientos de situaciones catastróficas. Un posible problema genera otro problema posible, y hacen que la mente gire en círculos vertiginosos en lugar de llevarnos a soluciones.
Un estudio reciente demostró que muchas de nuestras calamidades imaginadas nunca se hacen realidad. Se les pidió a los participantes que escribieran sus preocupaciones durante un período de tiempo prolongado, y más tarde debían identificar cuáles de las desgracias imaginadas no habían sucedido. El resultado arrojó que el 85% de lo que preocupaba a los sujetos de la investigación nunca sucedió, y del 15% que sí sucedió, el 79% de los sujetos descubrió que podía manejar la dificultad mejor de lo esperado, o que la dificultad les enseñó una lección valiosa. Esto significa que el 97% de lo que te preocupa podrían ser tan solo percepciones erróneas exageradas con las que tu mente temerosa te castiga.
[La mayoría de los retos] son solo baches en el camino: inconvenientes, no divertidos, pero solo obstáculos. Preocuparse nunca (jamás) solucionó nada. Así que deja de centrarte en los obstáculos del camino. Más bien, transita la vida, levanta la mirada y disfruta del presente en este momento. No permitas que las inquietudes se apropien de tus pensamientos. Amy Dee2
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Si pudiéramos clasificar una actividad como el pasatiempo global, la preocupación podría encabezar la lista. Probablemente nos sorprendería a todos descubrir la gran cantidad de tiempo que hemos desperdiciado preocupándonos.
Así es. Desperdiciado. Casi siempre, la preocupación es una emoción desperdiciada. En gran parte la ansiedad se nutre de un futuro imaginario. Nos preocupamos por situaciones que no han sucedido y quizás nunca sucedan.
Una de las lecciones difíciles que he tenido que aprender en la vida es que preocuparme más, inquietarme con más empeño o preocuparme mejor que los demás no me lleva a ninguna parte. Es así de fácil, la preocupación no es productiva. No produce nada bueno. De hecho, a menudo conduce a más preocupaciones, inquietudes más intensas, y detiene el progreso. […]
Yo me volví experta en la preocupación. Me preocupaba día y noche. […] Casi todas las razones de mis preocupaciones eran imaginarias. Me inquietaban situaciones que no habían sucedido ni sucederían jamás. […]
No era que no me estuviera preocupando lo suficiente, o lo suficientemente bien. Yo era una preocupada de calibre olímpico. Era que preocuparse no cambia nada.
Aprendí algo que utilizo hasta el día de hoy. En lugar de preocuparme sin causa, pienso en qué medidas puedo tomar. ¿Hay algo que pueda hacer para cambiar lo que me está preocupando? De ser así, tengo un plan. De lo contrario, no debería inquietarme.
¿Qué preocupaciones puedes dejar de lado hoy? Annie Grace
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J. Arthur Rank, un ejecutivo inglés, decidió que reuniría todas sus preocupaciones en un día cada semana. Eligió los miércoles. Cuando sucedía algo que le causaba ansiedad y afectaba a su úlcera, lo escribía y lo ponía en su caja de preocupaciones y lo olvidaba hasta el siguiente miércoles. Lo interesante era que al miércoles siguiente, cuando abría su caja de preocupaciones, descubría que la mayoría de las cosas que lo habían perturbado durante los últimos seis días ya estaban resueltas. Preocuparse hubiera sido en vano. Autor anónimo3
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Esta es una de las maravillas del amor de Dios: el saber que Él nos ama nos da la seguridad de que todo marchará bien en nuestra vida y de que Él cuidará de nosotros. En eso consiste la fe. Si tenemos fe en Su amor, no tendremos preocupaciones ni temores. «El amor perfecto expulsa todo temor» (1 Juan 4:18). Acoger el amor de Dios en nuestro corazón es como encender la luz en una habitación: la oscuridad se desvanece.
A partir de ahí no tendrás que preocuparte. Sabrás que tu Padre celestial te quiere, y que tú, tu familia, tus hijos, tu futuro y tu salud están en Sus manos. «Ni un pajarillo cae a tierra sin que lo sepa vuestro Padre. No temáis, pues; ¡más valéis vosotros que muchos pajarillos!» (Mateo 6:25-34; Lucas 12:6,7.) Dios cuida de los Suyos.
Los dos principales motivos de angustia y temor de la mayoría de las personas son el pasado y el futuro: albergamos remordimiento por el pasado y temores frente al futuro. Pero la Biblia aconseja que no hagamos ni lo uno ni lo otro. Dice: «Olvida ciertamente lo que queda atrás», y: «No te inquietes por el día de mañana» (Filipenses 3:13; Mateo 6:34). En cuanto al presente, promete: «Dios guardará en completa paz a aquellos cuyos pensamientos perseveran en Él, porque en Él han confiado» (Isaías 26:3).
Jesús dice: «Venid a Mí todos los que estáis trabajados y cargados, y Yo os haré descansar» (Mateo 11:28). La tranquilidad, la confianza en el Señor, es señal de fe, y verás cómo ésta aumenta y se fortalece si lees la Palabra de Dios (Romanos 10:17). Así que lee la Biblia, en particular los Evangelios, y deja que Sus maravillosas palabras alejen tus temores y preocupaciones y te infundan fe y confianza.
Si entregas tu vida al Señor sin reservas y te esfuerzas por servirle y ayudar a los demás, comprobarás que Él hará todo lo que pueda por ti. No sólo resolverá todos tus problemas y te dará cuanto necesites, sino que, si le complaces, ¡hasta te concederá todos tus deseos! Ha prometido hacerlo (Salmo 37:4). De esa manera, tus preocupaciones y problemas pasarán a ser Suyos, y podrás «encomendarle tus caminos, echando toda tu ansiedad sobre Él, porque Él tiene cuidado de ti» (Salmo 37:5; 1 Pedro 5:7). La Familia Internacional
Publicado en Áncora en julio de 2024.
1 https://newchurch.org/explore/dealing-with-crisis-and-grief/live-with-less-anxiety-and-more-joy/
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