Palabras para meditar, 2ª parte
Palabras de Jesús
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Te pido que confíes, como un niño confía en sus padres y un bebé en su madre. Quiero que confíes en que sé lo que te conviene. Aunque te dé la impresión de que todo sale mal, no quiero que lo resistas ni que endurezcas el corazón, sino que sepas por fe que sea cual sea el resultado, o lo que recibas o no recibas, o en qué parará todo, podrás decir al final: «El Señor es bueno y lo hace todo bien».
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La razón de ser de la vida no es llegar al destino; es el viaje. No pienses, pues, que tienes que apurarte por llegar al destino. El destino es lo de menos; lo que importa es el viaje, a qué dedicas el tiempo y lo que aprendas y experimentes por el camino. El viaje es también lo que te permite encontrarme y aprender de Mí. En eso consiste la vida, y si no te tomas el tiempo para conocerme, pasarás por alto el sentido de todo el viaje.
Así que no vivas a la carrera ni descuides el tiempo que te corresponde pasar conmigo. Saca el máximo provecho a tu viaje pasando tiempo conmigo, amándome, buscándome y descubriéndome. Antes de que te des cuenta habrás llegado a la última estación y estaré allí esperándote.
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No hay belleza tan llamativa como la Mía, poder tan grande como el Mío, sentimientos tan estimulantes como los Míos, palabras tan ciertas como las Mías, estabilidad tan resistente como la Mía, protección tan confiable como la Mía, obsequios tan valiosos como los Míos y amor tan perdurable como el Mío.
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No hay sacrificio que hagas, por difícil que sea, por mucho que te quebrante el corazón o muchas lágrimas que derrames, que Yo no te vaya a compensar sobradamente. Aun antes de que hagas un sacrificio por Mí, ya tengo planeada una generosa recompensa que lo superará de lejos. Tus sacrificios son obsequios costosos y sentidos, y para los que hacen esos costosos sacrificios están reservados los dones espirituales más singulares.
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El amor que te tengo no puede medirse, contenerse, explicarse, comprenderse, compararse ni verse. Acéptalo simplemente como lo que es: el amor más puro y auténtico que habrás de conocer.
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Sal por un rato de la caja de agitación de tu vida y sitúate bajo el reflector de Mi Espíritu. Deja que Mi amor, paz, misericordia, paciencia, consuelo, sabiduría, renovación y ungimiento resplandezcan sobre ti. Tu espíritu quedará envuelto en un aura de Mi fortaleza y poder que te será muy útil cuando salgas de Mi templo de la meditación para seguir sirviéndome.
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Yo no soy temor; soy paz. No soy preocupación; soy fe. No soy estrés; soy confianza.
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No te limites a orar; ¡vive y respira la oración! Deja que fluya a través de ti de un modo tan natural y automático como el latido de tu corazón o la respiración de tus pulmones.
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Yo recuerdo cada sacrificio que has hecho por Mí, por tus seres queridos y por Mi servicio, cada uno sin excepción. Los recuerdo todos, y un día te los recordaré uno por uno y te premiaré en consecuencia. Así que no pienses, ni por un instante, que no aprecio tus abnegados sacrificios, solo porque te parece que nadie se da cuenta de ellos en la Tierra. Yo te observo, Mis ángeles llevan una constancia exacta y ningún ojo humano ha visto las recompensas tan grandes y hermosas que te tengo reservadas, amada esposa.
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Has trabajado arduamente cosechando en los campos. Te duelen las manos y los pies. Tienes el cuerpo agotado y te mereces un tiempo de descanso. Relaja la mente, el cuerpo y el espíritu. Deja que Mi amor se deslice sobre ti como un aceite que alivia. Deja que la paz y la quietud arropen todas las inquietudes y las preocupaciones de tu trabajo. Siempre tendrás contigo el servicio que me prestas, así que déjalo de lado y dedica un rato a amarme y apreciarme, a relajarte sin más y disfrutar de Mí y de Mi creación.
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A veces la preocupación y el estrés de tu trabajo son como esos enormes nudos musculares que en ocasiones se te forman en la espalda y los hombros. Sientes tensión y dolor y no hay nada mejor que pedir a alguien que deshaga el nudo con un masaje. Eso es lo que quiero hacer ahora mental y espiritualmente. No te muevas, cierra los ojos y deja que Mi amor y Mi Espíritu te masajeen y se lleven lentamente el estrés y la presión mientras escuchas las palabras de amor que te dirijo.
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Cuando eches tus ansiedades sobre Mí, no olvides echarlas todas sin excepción, ¿de acuerdo? Es muy fácil guardarse unas pocas preocupaciones, pero esfuérzate por no hacerlo. Dámelas todas. Todas sin falta. Deja que Yo lleve la carga, y sentirás tal ligereza que podrías flotar por el aire como una esponjosa nube, libre de preocupaciones.
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¿Verdad que es estupendo tomarse un buen vaso de limonada fría en un día caluroso de trabajo al aire libre? Es de lo más refrescante e infunde energías para seguir. Eso es lo que necesitas a veces; un vaso frío de reposo en Mí en el trabajo del día. Si comienzas a sentir presión, si empiezas a preocuparte e inquietarte, haz una pausa por unos minutos, recibe Mis refrescantes palabras de amor y gozo, y te renovarás.
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Aunque no tuvieras otra cosa que la vida que llevas ahora por Mí, sería una vida que vale la pena y que me agrada. Sin embargo, te espera mucho más. Todas las experiencias que tienes y lo que haces te conducen hacia algo y edifican algo que te sorprenderá, te apasionará y hará que te alegres de cada momento en que obedeciste, escuchaste, practicaste, te sometiste y me diste la mejor parte de tu vida y tu corazón.
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Me encanta confortar tu alma y pastorearte en lugares de delicados pastos y junto a aguas de reposo. No podemos recorrer siempre senderos pedregosos y caminos cuesta arriba. De lo contrario te cansarías demasiado y caerías por el camino. Por eso, si te parece que siempre andas por el desierto o que a cada rato te toca abrirte paso por caminos pedregosos, te digo que te esperan delicados pastos y aguas de reposo, siempre y cuando acudas a Mí. Si a lo largo de tu vida y tu trabajo te pido que recorras caminos secos y polvorientos, ten la certeza de que en el plano espiritual y en la quietud de la dimensión espiritual confortaré tu alma y la llevaré de vuelta a las tierras de la belleza.
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¡Lo estás haciendo! Estás corriendo la carrera. Corres por Mí con valentía y fuerzas. Te has despojado de los pesos que te asediaban y corres a gran velocidad y con ganas, con los ojos en Mí. A veces sudas, y otras sientes dolor, pero nada puede disminuir tu ardiente deseo de llegar a la meta por Mí. Brillas intensamente mientras prosigues hacia la meta por Mí. Sigue adelante, sigue corriendo. Estoy contigo, Mi amor, te ayudo. ¡Sigue corriendo!
Artículo publicado por primera vez en octubre de 2006. Pasajes seleccionados y publicados de nuevo en marzo de 2019. Leído por Gabriel García Valdivieso.
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