No te preocupes, ¡sé feliz!
Recopilación
[Don’t Worry, Be Happy!]
Soy buena para algunas cosas: sé limpiar, organizar, delegar y planear como un jefe. Puedo cocinar lo suficientemente bien como para que me paguen por ello, y puedo escribir bastante bien. Pero tengo una habilidad que todavía no he sabido vender y, cuando lo haga, estoy bastante segura de que me hará rica. Me sé preocupar con tal habilidad y creatividad que estoy convencida que eso tiene algún valor.
¿Saben de alguien que quiera agregar a su equipo a una «preocupona» profesional? Me puedo imaginar todos los posibles peores resultados y situaciones que puede enfrentar una empresa o un individuo. Me puedo preocupar por cosas que son posibilidades reales, y también por situaciones que son tan descabelladas que ni siquiera han hecho todavía películas al respecto. Me encantaría aprovechar esta habilidad que tengo, porque ahora es más un impedimento. Me priva de disfrutar de paz y tranquilidad y me hace desperdiciar mucho mi tiempo y energía.
La Palabra de Dios dice: «No se preocupen por el mañana, el cual tendrá sus propios afanes. Cada día tiene ya sus problemas» (Mateo 6:34). Otro pasaje dice: «No se preocupen por nada» (Filipenses 4:6). Estas instrucciones entran en conflicto con mis preocupaciones. ¿Cómo podría preocuparme sin sentirme mal cuando la Biblia dice tan claramente que no me debo preocupar?
Si soy franca, hay veces —muchas veces— que la preocupación me priva por completo de la alegría en mi vida. He llorado por tragedias que nunca ocurrieron. Me he indignado por dificultades que nunca se hicieron realidad. Me he estresado por problemas que nunca ocurrieron. Estoy segura que podría repetir con Mark Twain: «Soy una persona mayor y he sabido de muchos problemas, la mayoría de los cuales nunca ocurrieron».
No les estoy contando todo esto con la única intención de convencerlos de que estoy chiflada. Se lo cuento para que puedan aprender de mi necedad. Caray, estoy aprendiendo de mi necedad. A veces me siento como una tonta cuando, tras una noche en vela llorando, preocupándome y estresándome, me despierto en la mañana y tengo una vida libre de tragedias.
Lo bueno es que he vivido este ciclo tantas veces que he comenzado a darme cuenta de lo inútil e improductivo que es. No puedo afirmar que ya estoy cerca de superar el mal hábito de preocuparme, pero estoy empezando a pensar que tal vez debería… ¡dejar de preocuparme!
Pero la verdad es que es muy difícil no preocuparme. La vida es muy alocada e impredecible. ¿Están de acuerdo? Tomando en cuenta todos los reveses de la vida, ¿cómo hace uno para no preocuparse?
Este es un poemita que leí una vez (en realidad, lo he leído tantas veces que me lo sé de memoria):
No me he de preocupar del mañana,
es cosa de mi Salvador.
Si me trae mucha angustia y pesares,
Él me ayudará con Su amor.
No me he de preocupar del mañana,
no me debo sobrecargar,
Su gracia y Su fuerza me apoyan,
para qué me voy a preocupar1.
Qué buen consejo, ¿verdad? Mis preocupaciones, las de ustedes, no contribuyen en nada a nuestro futuro. Nunca he resuelto un problema preocupándome. Con mi preocupación, lo único que he logrado es despojarme de fuerzas para el presente. Me imagino que ese será el caso con ustedes también cuando se preocupan.
No puedo afirmar que he desarrollado una gran técnica de meditación que ha eliminado mis preocupaciones. No sé de ninguna cosa en particular que me quite la necesidad de preocuparme o estresarme por todo. Pero seleccioné estos dos consejos de Dale Carnegie2 que me están ayudando:
Pregúntate qué podría ser lo peor que podría ocurrir y haz las paces con esa posibilidad.
Esto nos puede generar algo de temor, pero he descubierto que es una de las mejores maneras de dejar de preocuparnos. Como dice Dale: «Una vez que aceptas lo peor que te podría pasar, no tienes nada que perder y todo que ganar. Es el comienzo de la libertad». Esta técnica me ha ayudado en gran medida, pues puedo orar para tener la gracia y la confianza en que Dios nunca me ha fallado, y que nunca me fallará… ¡ni siquiera si sucediera lo «peor»!
Haz lo que sí puedes hacer para mejorar la situación.
A veces sí hay algo que puedo hacer, como hacer una llamada, enviar un correo, escribir algo que necesito recordar o que debo hacer, y sobre todo encomendar al Señor todo lo que me preocupa.
Cuando más me preocupo es en la noche. A veces levantarme y hacer algo es mejor que quedarme acostada. (Es más fácil lidiar con la preocupación durante el día, ya que estoy muy ocupada.)
Cuando llevo a la práctica estos pasos me libero sorprendentemente de la preocupación, o al menos la mantengo bajo control.
Es probable que mis preocupaciones sean diferentes a las tuyas. Pero sin importar los temas, la preocupación es una pérdida de tiempo para ti y para mí. Es algo que quiero desarraigar de mi vida y probablemente sea algo de lo que tú también te quieras deshacer. ¿Por qué preocuparnos y estresarnos si podemos confiar en el Señor y ser felices?
Por muy difícil y mala que sea una situación, siempre hay algo que podemos agradecer y que hace que valga la pena vivir. Creo firmemente que esa es una verdad que nunca cambiará.
Si te puedes deshacer del hábito de preocuparte, ahorrarás mucho tiempo y energía. Y es tiempo y energía que puedes utilizar para construir tu futuro o trabajar en lo que realmente vale la pena.
Y para terminar, añado las palabras de una canción muy conocida de Bobby McFerrin: No te preocupes, sé feliz3. Mara Hodler4
*
En Mateo 6:31,32 leemos: «Así que no se preocupen diciendo: “¿Qué comeremos?”, o “¿Qué beberemos?” o “¿Con qué nos vestiremos?” Los paganos andan tras todas estas cosas, pero su Padre celestial sabe que ustedes las necesitan».
En gran medida, la adicción al trabajo tiene sus raíces en la preocupación. Tienes que poner tu seguridad en algo que no te puedan quitar. Confía en que Dios conoce tus necesidades y puede proveer para ti.
Un cristiano, después de muchos años de esforzarse, por fin dijo: «Dios, voy a darte mi empresa. Ahora eres el director general. Estás a cargo de mi carrera: de los pagos, las ganancias, los ascensos. Ahora es tu empresa y Tú la diriges».
Al día siguiente, el almacén de su empresa se quemó por completo. Lo vieron de pie, sonriendo, afuera del almacén. Señaló: «Anoche entregué mi empresa a Dios. Si Él quiere quemarla, es asunto Suyo».
El empresario tenía una nueva perspectiva: «¡Dios se puede encargar de eso! Así de rápido como lo incendió, puede volver a levantarlo». Eso se llama confianza.
Jesús dijo en Mateo 11:28, 30: «Vengan a Mí todos los que están cansados y llevan cargas pesadas, y Yo les daré descanso. […] Mi yugo es fácil de llevar y la carga que les doy es liviana».
Jesús vino a darte un estilo de vida que es fácil y ligero. Si llevas una carga que es pesada y excesiva, entonces no es la de Dios.
Tal vez llevas tanto tiempo con ese estilo de vida, que no conoces otro. Estás muerto de cansancio, pero te parece que no puedes detenerte. Dios te dice: «Confía en Mí. Cuidaré de ti. Cambia tu presión [preocupación] por Mi paz». Rick Warren5
*
En gran parte, la preocupación es una cuestión de pensar en algo en el momento equivocado. He puesto en tu cerebro la extraordinaria capacidad de observar tus propios pensamientos. Así pues, es posible examinar tus pensamientos y tomar decisiones sobre ellos.
A fin de evitar que se desperdicie energía mental y emocional, es muy importante elegir el momento oportuno. Si piensas en ciertas cosas en el momento equivocado —por ejemplo, cuando estás acostado en la cama—, es muy fácil comenzar a preocuparte por ellas. Por eso es útil supervisar tus pensamientos. En lugar de esperar hasta que tengas una gran preocupación, puedes interrumpir los pensamientos negativos, de ansiedad, y cambiar el tema.
Deseo que disciplines tu mente a fin de minimizar la preocupación y maximizar la adoración. Eso requiere de mucho esfuerzo constante; pero descubrirás que es un camino a la libertad. Cuando te des cuenta de que estás pensando en algo en el momento equivocado —un pensamiento inquietante, negativo, en un momento en el que no puedes hacer nada al respecto—, actúa rápidamente. Di para ti mismo: «¡Ahora no!», y piensa en otra cosa. La mejor dirección para tus pensamientos es hacia Mí. Acércate a Mí al expresar tu confianza en Mí, tu amor por Mí. Eso es adoración.
Esfuérzate por vivir más plenamente en el presente, niégate a preocuparte por el mañana. Esforzarse supone dedicar un gran esfuerzo y energía a algo; por lo general, incluye una lucha. Debes hacer un esfuerzo continuo si quieres vivir en Mi presencia en el tiempo presente. Te insto a hacer que Yo sea lo que más busques en tu vida cotidiana.
Es esencial que resistas la tentación de preocuparte. Vives en un mundo caído, lleno de pecado y dificultades, nunca te quedarás sin cosas que pueden provocar ansiedad. Sin embargo, recuerda que cada día tiene ya sus problemas. Calibro cuidadosamente la cantidad de dificultad que encontrarás en un día determinado. Sé exactamente cuánto puedes soportar con Mi ayuda. Siempre estoy cerca, listo para fortalecerte, animarte y consolarte.
Ir en pos de una relación cercana conmigo es la mejor manera de vivir en el presente. Cuando vaguen tus pensamientos, no dejes de traerlos de vuelta a Mí. Regresa a Mí con regocijo, amado. Me deleitaré en ti y me alegraré por ti con cantos. Jesús6
Publicado en Áncora en marzo de 2024.
1 Tomorrow, de D. W. Whittle.
4 Adaptado de Solo1cosa, textos cristianos para la formación del carácter de los jóvenes.
6 Sarah Young, Jesus Today (Thomas Nelson, 2012).
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