¡No entres en pánico! ¡Confía en el Señor!
Recopilación
Los cristianos no son inmunes a las dificultades: a los problemas familiares, los miedos, la incertidumbre, demasiado que hacer, necesidades económicas y mucho más. No es que tener fe nos evite tener que enfrentar dificultades; sin embargo, conocemos al Señor, y podemos aprovechar Sus promesas, ponerlas a prueba y comprobar su eficacia. Ese conocimiento —que mi fe me ayuda en épocas de tribulación— me da la convicción para poner a actuar mi fe y dedicar mi vida a servir a los demás y a ayudarlos a que encuentren también Su amor y soluciones.
Entonces, ¿qué cosas me ayudan durante las épocas difíciles?
En primer lugar, sé que el carácter a menudo se forja en la adversidad. El abecé del crecimiento espiritual: La Adversidad Beneficia al Carácter. Es parte de la vida; es una de las leyes de Dios. Quienes realizaron portentos para Dios y la humanidad enfrentaron dificultades, impedimentos y toda clase de obstáculos. Al combatir para vencer, se volvieron fuertes. Todos lo hemos experimentado, la adversidad no es placentera, pero sé que una vez que haya pasado, habré ganado sabiduría, paciencia, comprensión, experiencia, y me habré vuelto una persona mejor preparada para el futuro.
Cuando reflexiono sobre las ventajas de la adversidad, sé que no es solo un período desperdiciado de dolor sin sentido. Pensemos en el caso de José, es solo uno de los muchos millones en la historia cuyo carácter y aptitudes se formaron en el horno de las pruebas. Alguien lo expresó de esta manera: «Si José no hubiera sido prisionero en Egipto, nunca habría sido gobernador en ese país. Las cadenas de hierro que le rodearon los pies fueron el preludio de las cadenas de oro alrededor del cuello»[1].
Un proverbio africano dice: «Los marineros hábiles no llegan a serlo al navegar por mares tranquilos». Algo más que hago y que me ayuda a seguir es orar para que el Señor me dé más fe. En las Escrituras se encuentran ejemplos de oraciones para tener fe; y estoy segura de que Dios siempre responde al alma sedienta: «E inmediatamente el padre del muchacho clamó y dijo: Creo; ayuda mi incredulidad» (Marcos 9:24).
Y en otra ocasión: «Dijeron los apóstoles al Señor: Auméntanos la fe» (Lucas 17:5). Otra cosa que hago es recordar experiencias anteriores, que Jesús nunca me ha fallado; eso siempre me aumenta la fe, porque hay muchísimas. En todos los casos, Él me ha sacado de la tormenta para llevarme a un lugar tranquilo en el momento que le ha parecido mejor. Sé que por muy sombrías que sean las circunstancias, Dios es capaz de obrar milagros. No está limitado por las circunstancias. Otra cosa que me ayuda mucho: Me esfuerzo al máximo para creer que todo mejorará. Procuro mirar más allá de las difíciles circunstancias presentes porque sé que eso complace al Señor. Estoy segura de que si tengo fe en que todo saldrá bien, y que Jesús me sacará adelante y hará que todo mejore, entonces lo hará, porque me honra por tener confianza en Él.
Eso es lo que me ayuda cuando me está costando mantenerme a flote y entro en pánico porque creo que me voy a ahogar.
Cuando incorporo a mi vida diaria esos principios y prácticas que edifican la fe —incluso si es reflexión u oración—, activan mi fe y hacen que la fe pase de ser algo teórico a algo vivo. María Fontaine
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Una fe sólida no es la que siempre disfruta de la luz y no conoce las tinieblas, sino la fe que persevera a pesar de que Dios parece estar en silencio, y esa fe obtiene su recompensa con certeza y seguridad. Father Andrew (1869–1946)
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A veces lo que enfrentas parece imposible de superar. Es posible que se te acaben los recursos. Que no tengas más opciones o esperanza.
La verdad es que la mayoría de nosotros no tenemos ni idea de cómo desempeñarnos en situaciones imposibles.
Pero podemos aprender a superar situaciones difíciles si recordamos la vida de Daniel.
En Daniel 2, el rey Nabucodonosor había recurrido a sus astrólogos con una necesidad imperante de que le interpretaran un sueño. Como no lo pudieron hacer, los iba a matar. Después mandó a buscar a Daniel. Daniel no entró en pánico. Más bien, adoró a Dios.
Ese es un excelente ejemplo de cómo debemos responder ante lo imposible en nuestros ministerios. No es lo natural. Habrá muchas personas en tu iglesia que recomendarán todo tipo de acciones diferentes cuando tu iglesia se enfrenta a lo imposible.
Pero adorar a Dios en medio de una imposibilidad es la mejor respuesta.
La adoración es mucho más que solo música. Hay miles de maneras de adorar. Cada vez que diriges tu atención a Dios, lo estás adorando. Cuando expresas tu amor a Dios, lo estás adorando. No tienes que estar en la iglesia para adorar.
Cuando adoras a Dios, no centras tu atención en el problema sino en Dios.
La Biblia dice de Daniel: «Durante la noche, el misterio fue revelado a Daniel en visión. Entonces alabó al Dios del cielo». Este pasaje muestra cómo adorar a Dios en medio de una crisis (Daniel 2:19–23). Específicamente, Daniel hizo tres cosas:
- Alabó a Dios por lo que es.
- Honró a Dios por lo que hace.
- Agradeció a Dios su ayuda.
Eso es adorar. Haz eso y dejarás de concentrarte en ti y en tus problemas y te fijarás en Dios.
Y siempre deberíamos concentrarnos en Él. Pastors.com
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Hace algunos años, cuando nuestros hijos eran pequeños, mi marido y yo fuimos de Europa a Sudamérica —nuestro nuevo destino de trabajo— en un carguero. A causa de largas demoras que se produjeron en el embarque de la carga, tuvimos que zarpar en pleno invierno mediterráneo, más o menos en la misma época del año en que el apóstol Pablo naufragó cerca de las costas de Malta (Hechos, capítulo 27; 28:1). Rogamos a Dios que no fuéramos a correr la misma suerte.
A los dos días de zarpar se desató un temporal. Aunque el barco estaba muy cargado y navegaba bastante hundido, los vientos de fuerza 12 lo zarandeaban con violencia. A los niños les pareció de lo más divertido, pero a los demás nos costaba guardar la compostura. Hasta los avezados tripulantes estaban mareados.
Escuchamos informes por radio que daban cuenta de que ya se habían hundido dos naves. ¿Había llegado nuestro fin? Desde luego, yo no pensaba aceptarlo sin oponer resistencia. No había nada que pudiera hacer en el plano físico; pero lo que sí podía hacer era orar. ¡Y eso hice, con mayor intensidad que nunca! «Jesús, ¡te ruego que nos ayudes! —imploré—. ¡Eres nuestra única esperanza! ¡Calma la tempestad! Concede al capitán el tino, la fe y el valor que le harán falta para sacarnos airosos de esto.»
«Ve al puente». Reconocí la voz enseguida. Era Jesús. «El capitán también está rezando. Ora con él e infúndele fe».
Al ponerme de pie, Jesús me dio fuerzas para llegar hasta el puente. El capitán estaba solo, y efectivamente rezando con toda el alma. Hicimos vigilia juntos hasta que pasamos al sur de Sicilia, donde nos refugiamos de la tormenta. La nave y la carga habían sufrido algunos daños, pero nadie estaba lastimado. Dios había respondido a nuestras oraciones.
El Señor me recordó aquella experiencia después de una época difícil que pasamos recientemente. Me ayudó a sacar de ella una importante enseñanza: Debo capear las tempestades de la vida sin miedo, tomar las riendas de la situación, subir al puente de mando y asirme firmemente de la mano del Capitán. Jesús es nuestro Timonel. Pronto estaremos juntos en aguas serenas. Rezar requiere fe, y para actuar conforme a esa fe hay que tener agallas. La fe unida a la acción obtiene resultados.
La naturaleza humana nos lleva a resistirnos a las dificultades, a procurar esquivarlas con la esperanza de que desaparezcan; pero no es eso lo que hacen los triunfadores. No te dejes hundir por las borrascas de la vida. ¡Levántate y lucha! Aunque los avatares de la existencia te asusten a veces, tienes la victoria garantizada. Muy pronto la podrás saborear. Vale la pena luchar por alcanzarla. Anne Spring
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«En su angustia clamaron al Señor y Él los sacó de sus aflicciones. Cambió la tempestad en suave brisa: se sosegaron las olas del mar. Ante esa calma se alegraron y Dios los llevó al puerto anhelado». Salmo 107:28–30
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Yo estoy a tu lado, soy un refugio en épocas de crisis. Cuido a los que confían en Mí. Aunque habitas en un mundo lleno de dificultades, te aseguro que estoy plenamente, ¡100 por ciento a tu lado! Soy Luz, y en Mí no hay tinieblas. Encuentra en Mí la perfección que anhelaste toda tu vida.
Debido a los quebrantamientos de esta vida, siempre necesitas un refugio, pero en especial en épocas de crisis. Cuando estás sufriendo, anhelo protegerte en Mi presencia poderosa y amorosa. Por eso, acude a Mí en tiempos difíciles, y comprobarás que soy fiel.
Muchos de Mis hijos no reciben Mi ayuda durante los momentos difíciles porque no confían plenamente en Mí. Cuando azota la adversidad, arremeten contra Mí o se centran tanto en sus problemas que se olvidan de que estoy a su lado. Un elemento esencial de la confianza en Mí es recordar Mi promesa de que estoy con ustedes todos los días. Confía en Mí, hijo Mío, y Yo te cuidaré. Jesús[2]
Publicado en Áncora en noviembre de 2023.
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