Momentos a solas
William B. McGrath
Dos libros que me parecen tener una visión excepcional sobre los relatos bíblicos del Nuevo Testamento son «El viento del Espíritu» y «Vida y enseñanzas de Jesucristo», de James Stewart. Al abrir una Biblia y leer las historias, fácilmente paso por alto muchos de los principios importantes y las lecciones de vida que allí se plasman. Aunque he leído la Biblia durante años, se me puede pasar por alto algo que es importante notar. Pero esa clarividencia ha sido notada y escrita por otros. Me sorprendo y quedo alegremente atónito cuando un autor de alguno de esos libros me muestra una nueva visión de los relatos bíblicos. Habiendo leído el relato tantas veces, a menudo pienso: ¿Cómo se me pasó esto por alto?
En su libro «El Jesús que nunca conocí», Philip Yancey comentó: «Un erudito de la Universidad de Chicago estima que se ha escrito más sobre Jesús en los últimos veinte años que en los anteriores diecinueve siglos». Los libros y escritos que tenemos ahora son muchísimos, y varían en enfoque, calidad y estilo, dependiendo del carácter del autor. Muchos de los escritos que más me han conmovido han sido escritos por autores de antecedentes inusuales, personas que no se consideran especiales, pero que son (o fueron) hombres y mujeres de Dios que son una gran bendición para muchos. Llevaron a la práctica escuchar la voz viva de Su Palabra, y disfrutaron de sus «momentos a solas». Desde el primer siglo hasta la actualidad, estos hombres y mujeres han contribuido al vasto tesoro espiritual que está disponible para todos.
En mi sala de lectura tengo mis libros favoritos de muchas de estas personas. Valoro los libros físicos más que una biblioteca electrónica. Sin embargo, aunque tengo una gran cantidad de material de calidad para elegir, todavía a veces siento que a mis momentos a solas les falta algo. Me preguntaba qué estaba haciendo mal. Entonces un día tomé un pequeño libro de bolsillo que había encontrado en una librería cristiana, The Believer's Daily Renewal (La renovación diaria del creyente), de Andrew Murray. Mi renovación estaba un poco estancada últimamente, así que ese libro me llegó en el momento justo. Aunque el libro fue escrito hace más de un siglo, las palabras tenían vida y eran refrescantes, y los consejos que contenía me ayudaron mucho.
Andrew Murray me ayudó a darme cuenta de que parte de mi problema era que había caído en la trampa de percibir la Palabra de Dios de tal modo que no esperaba que Dios me hablara a través de ella. Me es fácil leer la Palabra por obligación, por cumplir mi deber, como una rutina.
El siguiente es un versículo clave sobre nuestros momentos en silencio del que habla el libro: «Cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público»[1]. Ese versículo me dice que el Padre está presente, en mi lugar secreto donde concentro mi atención en Él, donde sea que esté. Establecer una conexión renovada con Él es más importante que la cantidad de tiempo que paso leyendo o cuán cuidadosamente rezo por todos y por todo. Además, mi disposición es importante, tener la humildad de tratar de escucharlo, y eso implica estar dispuesto a seguir sus instrucciones. Y debo acordarme de confiar y no tener miedo de lo que me pueda llegar a decir. Quiero recordar que lo que tiene que decirme, lo que quiere transmitirme, es lo más destacado y la parte más importante de mis momentos a solas en el aposento. Muchas veces solo quiere garantizarme Su amor.
La oración y el estudio de la Biblia son importantes, pero no deben eclipsar la experiencia de la comunión con Dios y de tener un intercambio con Él; la entrega de mi amor, vida y corazón; y el recibir de Él Su amor, vida y corazón. Experimentar eso es realmente especial. Sin haber entrado en esa comunión con Él, incluso si he leído algunos buenos libros y orado por muchas situaciones, todavía siento que me falta algo. Pero una vez que he experimentado esa comunión con Él, estoy profundamente seguro de que todo estará bien. Puedo relajarme y no preocuparme, durante todos los sucesos del día.
Andrew Murray menciona estos versículos para darnos un punto de partida sobre cómo acercarnos a la presencia de Dios en nuestros momentos de quietud: «Él dirige en la justicia a los humildes, y les enseña Su camino»[2]. «¿Qué hombre es el que teme al Señor? Será instruido en el mejor de los caminos»[3]. «Les aseguro que a menos que ustedes cambien y se vuelvan como niños, no entrarán en el reino de los cielos»[4]. «Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque habiendo escondido estas cosas de los sabios e instruidos, se las has revelado a los que son como niños»[5]. Quiero cultivar este hábito de receptividad infantil y ser educable. Quiero estar listo y dispuesto a confesar mi dependencia de Dios para todo.
«Y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público»[6]. Si estoy disfrutando de un rato en el aposento de alta calidad, sé que me va a recompensar. Él va a dirigir mi vida en la dirección que ha planeado. Y me recompensará al permitirme ser más como Él, en mis pensamientos y comportamiento; y eso es lo que quiero, eso es lo que traerá paz a mi corazón.
Los momentos de calidad en el aposento hacen cristianos sanos. Tal vez a algunos no les guste la idea de la dependencia infantil y ser educable. Pero Jesús nos enseñó a tenerla, por lo que debe de ser importante. En mi caso, fue la clave para mejorar mi conexión con Él. Si lo piensas, parece que esa dependencia es lo que se necesita para traernos la paz que Él prometió, ya que nos libra de tener que llevar todas las cargas de la vida por nuestra cuenta[7].
Cuando Dios habla, las altas montañas tiemblan;
cuando Dios habla, las fuertes olas ruedan;
cuando Dios habla, mi corazón se dispone a escuchar,
y mi alma halla respuestas.
Cuando Dios habla, los ángeles lo obedecen.
Cuando Dios habla, la naturaleza se agita.
Cuando Dios habla, los corazones recios se ablandan,
porque no existe voz más linda.
Cuando Dios habla, a mí me toca responder.
Cuando Dios habla, se calma la tempestad,
Cuando Dios habla, yo sigo fiel Sus pasos,
y tomado de Su mano, hago Su voluntad.
Habla a mi corazón,
esa es mi oración diaria;
Dios de salvación y Señor de la creación,
háblame hoy; esa es mi plegaria.
Carlton C. Buck
[1] Mateo 6:6 (RV 1960).
[2] Salmo 25:9.
[3] Salmo 25:12.
[4] Mateo 18:3.
[5] Mateo 11:25, Lucas 10:21.
[6] Mateo 6:6 (RV 1960).
[7] Algunas de las opiniones expresadas se basan en The Inner Chamber and the Inner Life (El aposento interior y la vida interior), de Andrew Murray, 1905 (publicado de nuevo como The Believer’s Daily Renewal [La renovación diaria del creyente], 1981).
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