Mientras dura la tempestad
Palabras de Jesús
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¿Recuerdan cuando calmé las aguas?[1] Mis discípulos habían entrado en pánico y pensaban que iban a morir. Pero cuando pusieron los ojos en Mí para que los ayudara, en lugar de fijarse en las circunstancias, Yo los rescaté a pesar de las olas y la tormenta.
Lo mismo ocurre con ustedes. Hay muchas olas y hasta es posible que vean tormentas que se avecinan en el horizonte de su vida, pero si ponen los ojos en Mí y en las promesas de Mi amor y que cuidaré de ustedes, en las promesas de Mi sabiduría para guiarlos, encontrarán las respuestas que necesitan. Esas preocupaciones acerca del futuro son como olas que golpean contra ustedes y su pequeño barquito. La situación que los rodea es como una tormenta amenazadora. A veces les da la impresión de que van a hundirse.
Si me piden que calme la tormenta, lo haré. De lo contrario les mostraré cómo capearla. Lo haré tal como lo he hecho durante todos estos años en que han confiado fielmente en Mí. Recuerden que Yo estoy en el barco con ustedes.
*
La travesía de tu vida se puede comparar a un barco que navega en alta mar. A veces el mar está tranquilo, brilla el sol y el cielo es azul; pero con frecuencia hay vientos con intensidad de tormenta, con potentes olas y furiosos cielos oscuros. Son como las dificultades y desafíos de tu vida.
A veces, cuando nubes oscuras empiezan a formarse en el horizonte, quisieras que tu barco pudiera estar atracado en puerto, en alguna bahía segura y protegida. Pero Yo no hice tu barco para la bahía protegida; ¡lo hice para enfrentar tormentas! Lo construí para que resistiera las tormentas y el azote de las olas, mientras enfrentes el viento en vez de intentar huir y esconderte de él. Y cuanto más enfrentes las tormentas, confíes en Mí y dejes que Yo dirija tu barco, serás más experimentado y estarás más preparado para enfrentar las tormentas y desafíos de la vida.
Durante las tormentas de la vida, es posible que el viento sople con gran intensidad y que las olas parezcan tan altas que a veces pienses que el barco va a zozobrar. Pero mientras tanto, en muchos casos, descubres que eres impulsado hacia adelante, mucho más lejos y más rápido que si estuvieras en un mar tranquilo, plácido y sin brisa.
Así pues, afronta con valentía la tormenta. Valora la paz que te doy en medio de la tempestad. Llegarán las tormentas, pero ten la certeza de que Yo tengo el poder de decir: «Calla, enmudece» cuando sea necesario, y lo que es más importante, el poder de llevarte con seguridad durante cada tormenta, de modo que al salir del otro lado estés mucho más lejos en tu emocionante viaje alrededor del planeta, en el que exploras nuevas tierras y llevas Mi luz a los puntos más recónditos del mundo.
*
Durante una tormenta, es fácil preocuparse de mantener la embarcación estable y a flote. Es comprensible. Sin embargo, nunca pierdas de vista el hecho de que Yo estoy al timón. La clave es verme en todo, hasta en el viento y las olas, y luego, con espíritu de fe, confiar en que Yo te llevaré sano y salvo al puerto de la victoria, como siempre lo hice.
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Pase lo que pase, siempre contarás con Mi amor incondicional. Ese amor te acompañará en toda circunstancia. Será una luz en la oscuridad, una brújula cuando pierdas el norte, un ancla para que no te arrastren las aguas en la tempestad, y un manto que te abrigue y te conforte en el frío y la soledad.
Valora Mi amor incondicional. Ten presente que no tienes que pagar nada por él, pues te lo concede libremente alguien que te ama con pasión.
*
Criatura Mía, Yo soy el Señor, el que no cambia. Las personas y las circunstancias en tu vida cambian continuamente, lo que crea corrientes subterráneas de ansiedad. Cuando la ansiedad amenace con abrumarte, acude a Mí y alábame porque te sostengo muy cerca de Mí. Cuando te rodeen las olas de la vida, aférrate a Mí, al que nunca cambia. Yo soy Jesucristo, el mismo ayer, hoy y siempre. Alábame continuamente, en particular durante tiempos tumultuosos. Cuando te atrevas a alabarme, fortaleceré tu confianza en Mí como tu roca. Yo soy tu refugio y fortaleza, tu constante ayuda, incluso en época de transición. Yo soy tu seguridad. Mi presencia te acompaña en cada temporada de cambio. No tengas temor del mañana; Yo ya estoy allí. Amorosamente te llamaré a nuevas aventuras. El cambio en tu vida no sucede por casualidad. Nada puede frustrar los planes que tengo para ti, planes para bien y no para mal. En medio de un mundo cambiante, Yo soy constante y nunca cambio[2].
*
Fuiste fortaleza para el pobre, fortaleza para el necesitado en su aflicción, refugio contra la tormenta, sombra contra el calor. Isaías 25:4 (RVR1995)
Publicado en Áncora en agosto de 2019. Leído por Gabriel García Valdivieso.
[1] V. Marcos 4:37–41.
[2] Becky Harling, The 30-Day Praise Challenge (David C. Cook, 2013). En este pasaje se hace referencia a Hebreos 13:8,15; Salmo 46:1,7; Job 42:2; Jeremías 29:11.
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