Mi Redentor es fiel y verdadero
Steve Hearts
La sucesión de problemas y dificultades —en ocasiones— parece no detenerse. Esta mañana desperté abrumado y con una sensación de angustia. Los desafíos económicos, los asuntos familiares sin resolver, la incertidumbre sobre nuestra vivienda; todo parecía sobrecogedor. Me sentía como si atravesara un túnel largo y oscuro. Me pregunté: «¿Cuándo terminará todo esto? ¿Qué nos espera?»
Era preciso detenerse a alabar al Señor e incrementar la fe, por lo que escuché la canción Mi Redentor es fiel y verdadero, de Steven Curtis Chapman.
El recuerdo del camino que he recorrido
evidencia las veces que Él me ha llevado.
Si hay algo que la vida me ha enseñado
es que Mi Redentor es fiel y verdadero.
Mi Redentor es fiel y verdadero.
Él hará todo lo que ha prometido.
Sus misericordias siempre se renuevan.
Mi Redentor es fiel y verdadero.
En ese momento empecé a recordar las numerosas ocasiones en las que Dios había demostrado Su fidelidad a pesar de la incertidumbre que en el momento sentía.
Recuerdo que hace unos años, nuestra cuenta de electricidad estaba por las nubes. No teníamos idea de la manera en que podríamos costearla. Sencillamente no teníamos el dinero. Le presentamos la situación al Señor y nos recordamos mutuamente que Él se encuentra al control de todo. Tan solo dos días después recibí un correo electrónico de una de las fieles patrocinadoras de nuestra labor misionera. Había recibido un reembolso de impuestos y deseaba obsequiarnos ese dinero. Gracias a su donativo pagamos la cuenta.
Cuando tenía 11 años, mi familia y yo nos embarcamos en un viaje de misión de California a Texas. Poco antes de regresar a nuestro hogar, mi hermano sufrió un serio accidente en la mano con una sierra eléctrica. Precisaba cirugía de inmediato. Pero nuestro seguro médico no nos cubría en Texas. Tampoco contábamos con los medios para viajar a California. De más está decir que oramos con enorme fervor. Gracias a las contribuciones económicas de familiares y amigos, mi padre y mi hermano viajaron en avión a California. La intervención quirúrgica fue un éxito.
Durante nuestra estadía en los Estados Unidos nos robaron tres vehículos en un espacio de varios años. En cada ocasión, la policía no ofreció mayores esperanzas de recuperarlos. Sin embargo, como testimonio del poder de la oración y la maravillosa fidelidad del Señor, todos los vehículos fueron recuperados solo días después del hurto.
La canción sonaba mientras recordaba todos aquellos milagros. Entonces el Señor me preguntó:
—¿Acaso te fallé en alguna de esas ocasiones?
—No, Señor. Nunca lo hiciste.
—Entonces, ¿por qué crees que te fallaré en esta ocasión, hombre de poca fe? —Sus palabras no expresaban condescendencia, sino que resultaban de lo más tranquilizantes.
Salta a la vista que olvidaba la fidelidad, el amor y los cuidados divinos. Ello explica el motivo por el que desperté en un estado de ánimo alterado. El Señor me enseñó que el recuerdo constante del amor y la fidelidad que Él me había demostrado en ocasiones anteriores incrementarían mi fe a la hora de sortear futuros obstáculos.
La incredulidad de los hijos de Israel fue la consecuencia del desacierto de no recordar el amor y los cuidados que Dios les prodigaba. «No traían a la memoria Su poder, ni el día en que Él los libró de la angustia»[1].
El pasado siempre me parece bastante negativo. Pero gracias a la experiencia de esta mañana, ello está a punto de cambiar. En los momentos de incertidumbre y ansiedad, me esforzaré por recordar la fidelidad de Dios para conmigo. Procuraré recordar que Mi Redentor es fiel y verdadero.
Traducción: Sam de la Vega y Antonia López.
[1] Salmos 78:42 (RVC).
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