Mantente firme ante el sufrimiento
Steve Hearts
Desde que renové mi compromiso personal con Jesús hace unos diez años, el Espíritu Santo me ha ayudado a descubrir innumerables nuevos tesoros en la Palabra de Dios, haciendo que incluso los versos más conocidos adquieran un nuevo significado. Uno de esos versículos es 2 Timoteo 2:3 (NTV): «Soporta el sufrimiento junto conmigo como un buen soldado de Cristo Jesús.»
Durante mucho tiempo, pensé que «soportar el sufrimiento» significaba resignarme a las circunstancias y resistir aunque me costara la vida. Tal interpretación hacía que este versículo me pareciera más una orden cruel que un desafío motivador y alentador. Por lo tanto, no podía obtener ningún consuelo o inspiración del mismo.
Pero mi opinión sobre este versículo cambió drásticamente cuando leí Hebreos 11:27 en la Nueva Versión Internacional (NVI) por primera vez. Siempre había conocido esta escritura en la versión RVR1960, que habla acerca de Moisés: «Se sostuvo como viendo el invisible». Sin embargo, la NVI lo expresa de esta manera: «Se mantuvo firme como si estuviera viendo el invisible.»
La expresión «se mantuvo firme» me llamó la atención, y le dio nueva vida a este pasaje. Me ayudó a entender lo que el Espíritu Santo estaba tratando de decirme. Soportar el sufrimiento no tiene que ser mero fatalismo y resignación. Se puede interpretar como una determinación de mantenerse firme ante lo que sea que estemos enfrentando, ya que fijamos nuestros ojos en nuestro constante amigo y compañero que ha prometido estar con nosotros hasta el final[1]. Este tipo de perspectiva puede ayudar a aliviar nuestro sufrimiento y motivarnos a permanecer firmes hasta que obtengamos la victoria.
Esta perseverancia fue lo que le permitió mantenerse firme a Jacob y trabajar para Labán durante 14 años a fin de tomar a Raquel como su esposa. También le permitió no dejar de luchar con el ángel hasta que fue bendecido[2].
Volviendo a Moisés, su perseverancia fue lo que lo ayudó a mantenerse firme los 40 años que pasó en el desierto cuidando ovejas, seguidos de todas las dificultades y desafíos de la misión que Dios le dio para liberar a los hebreos.
David también demostró la misma perseverancia al esperar varios años para que se cumpliera la palabra que Samuel habló sobre él de que reinaría en lugar de Saúl. Aunque la Biblia no nos dice exactamente cuántos años duró aquel período de espera, se calcula que duró entre 15 y 22 años. Durante gran parte de ese tiempo, parece que hizo poco más que huir de Saúl. Aun así, se mantuvo firme y perseveró a través de todas esas dificultades, hasta que se cumplió la promesa de Dios. En los momentos en que se pone a prueba mi paciencia debido a retrasos aparentes en el cumplimiento de las promesas de Dios para mí me ayuda mucho recordar este ejemplo.
En Hebreos 12:2 se evidencia que Jesús también obtuvo la firmeza necesaria al perseverar y mirar hacia adelante. «El cual por el gozo puesto delante de Él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios»[3].
Todos enfrentamos situaciones y circunstancias diferentes. Y soportarlas no quiere decir que tengamos que sufrirlas sin alegría alguna. Si perseveramos en la fe y creemos en las promesas de Dios, y Su presencia inagotable en nuestras vidas, seremos consolados y motivados para continuar, y así obtener las victorias que ha planeado para nosotros, tanto en esta vida como en la vida venidera.
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