Los planes de Dios para bien
Recopilación
Los planes de Dios tal vez no siempre nos alegran, ¡pero son buenos! Sus planes no siempre nos pueden parecer agradables, ¡pero son perfectos! Pablo describe la voluntad de Dios como «agradable y perfecta» (Romanos 12:2). Cuando la consideramos buena y reconocemos que es perfecta, descubrimos que es agradable. A veces los planes de Dios han causado a Su pueblo dolor y sufrimiento, porque la gente estuvo dispuesta a que Dios se valiese de ella para que se cumpliera Su voluntad.
El propio Señor Jesús sufrió agonía al llevar a cabo inexorablemente la voluntad de Su Padre sin tener en cuenta Su propia comodidad. En Getsemaní, poco antes de Su crucifixión, le dijo a Sus discípulos: «Es tal la angustia que me invade, que me siento morir» (Mateo 26:38), y luego oró: «Padre Mío, si es posible, no me hagas beber este trago amargo. Pero no sea lo que Yo quiero, sino lo que quieres Tú» (Mateo 26:39).
Debemos ser honestos y realistas. La obediencia tiene un precio. Nos lleva al frente de batalla contra Satanás y sus secuaces, y no estamos exentos del peligro, las lágrimas o el dolor. Pero más allá del sufrimiento inmediato, más allá de las preguntas sin respuesta, más allá del dolor de la batalla, a través de esas experiencias, hay algo bueno que Dios está logrando, y es perfecto, y cuando vemos todo el panorama, no cabe duda de que es agradable. […]
Job, con todo lo que sufrió en el Antiguo Testamento, no tenía idea de lo que Dios estaba permitiendo que ocurriera con su experiencia, y aunque dijo que no podía ver a Dios en nada en esos momentos, [...] declaró al principio de su caleidoscopio de problemas: «Si de Dios sabemos recibir lo bueno, ¿no sabremos recibir también lo malo?» (Job 2:10). La obra final de Dios es buena y su efecto final es bueno.
Tenemos que ver la obra de Dios en un lienzo más amplio que el que tiene que ver con la comodidad y bienestar propios. Lo que hace Dios en mi vida personal puede que sea para bien de otra persona y principalmente para el bien de Dios. Y eso también es bueno para nosotros, claro, cuando nuestro principal interés es comenzar a vivir para el beneficio de Dios y los demás.
Quiero ser realista. La entrega a Dios no está colmada de comodidades. El cristiano no está exento de dificultades. Más bien, está equipado para enfrentarlas. Puede transitar por la vida sabiendo que nada le ocurre sin el permiso de Dios, y que vive no para sentirse cómodo y a gusto sino para ser de utilidad y eficiente en los propósitos generales de Dios. Las dificultades, los contratiempos y las lágrimas no constituyen el final del relato, porque Dios está elaborando algo bueno, algo perfecto y agradable. Charles Price[1]
Certeros, fieles y verdaderos
Dios tiene un propósito y un plan para ti. Sus planes son certeros, verdaderos y fieles. Eso no significa que no tendrás problemas o pruebas en la vida, pero tienes un futuro eterno espiritual con Cristo. El plan de Dios para ti es prosperar y madurar espiritualmente en Cristo en la misma situación en la que estás ahora. [...]
Muchos se centran en el versículo 11 [en Jeremías 29]: «Porque Yo conozco los planes que tengo para ustedes —afirma el Señor—, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza». Y piensan que a Dios no le importa cuando se presenta algún problema. Cuando la realidad es todo lo contrario. Muchas veces no podemos entender lo que Dios está haciendo.
Este versículo no pretende darte la idea de que el Señor evitará que enfrentes pruebas o que tengas dificultades en el futuro. No es un versículo que insinúe que no estarás sujeto a daños físicos, enfermedad, problemas en las relaciones personales, despidos laborales o un sinnúmero de circunstancias que podrían jugar en tu contra en esta vida. Más bien, habla de bendiciones espirituales y planes de Dios que son mayores que cualquier bendición física y futuro aquí en la tierra. Habla de una esperanza y un futuro que el pueblo de Dios (el cristiano) puede tener en Cristo.
No intentes forzar tus planes o apresurar el plan o el programa de Dios. En las escrituras, el deseo de Dios es la redención de toda la humanidad. Es que el pueblo de Dios comulgue y disfrute la vida eterna con Él. El plan de Dios para ti es el mismo; prosperar y madurar espiritualmente en Cristo. Su plan de darte esperanza y un futuro no ha cambiado nunca. Tu esperanza y tu futuro están con Jesús. La esperanza y el futuro de toda la creación están en Jesús.
Dios te ha dado a conocer el misterio de la salvación, el que Él propuso en Cristo. Tienes una esperanza y un futuro en Jesús. Una esperanza y un futuro de vida eterna con Él en la gloria. Una esperanza y un futuro que supera lo que conoces o entiendes.
No pongas tu esperanza en esta vida. No pongas tu esperanza en lo que pueden hacer tus manos. La situación en la que te encuentras no durará para siempre. Pon tus ojos en el Señor, el origen de tu esperanza y socorro. […]
Tienes una esperanza y un futuro en Cristo. [...] Sin importar los errores que hayas cometido o las dificultades que se te presenten, Dios tiene un plan para ti. Pase lo que pase, Dios está al control y Él seguirá llevándote de vuelta al plan para tu vida. Richard Rogers[2].
Esperanza ante las desilusiones
En una de las épocas más desalentadoras y difíciles del antiguo Israel, Dios les dijo: «Los planes que tengo para ustedes [son] planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza» (Jeremías 29:11).
La nación de Israel, a la que Dios había entregado la Tierra Prometida, y a la que Dios le dijo que era Su pueblo y donde estableció Su templo en el que habitaba y donde sus habitantes podían rendirle culto, fue derrotada por el reino de Babilonia. La nación de Israel fue despojada de esa tierra, el templo fue destruido, y la mayoría de sus habitantes fueron obligados a establecerse en Babilonia. Parecía que las promesas de Dios les habían sido quitadas debido a sus pecados. Ya no poseían la Tierra Prometida. Se quedaron sin templo; y no sabían cómo adorar ni cómo hallar perdón por sus pecados sin el templo. Tenían una lucha interna, preguntándose si Dios aún los amaba. ¿Seguían siendo Su pueblo? Sus sueños, su fe y su esperanza quedaron completamente destruidos.
Durante esa derrota y desilusión, el profeta Jeremías les escribió una carta y la envió a Babilonia; les comunicó lo que Dios tenía que decirles en esos momentos cuando su fe estaba en crisis. Les dijo que siguieran adelante con su vida, que construyeran casas, plantaran jardines, se casaran, tuvieran hijos y que en el momento que Dios juzgara conveniente, los libraría de aquella situación, que Él traería un cambio que constituiría una mejora. No les prometió que sucedería ese día, pero sí les prometió que ocurriría. «Yo sé los planes que tengo para ustedes —dice el Señor—. Son planes para lo bueno y no para lo malo, para darles un futuro y una esperanza. En esos días, cuando oren, los escucharé. Si me buscan de todo corazón, podrán encontrarme» (Jeremías 29:11–13).
Los sueños y esperanzas destruidos no son destinos finales. Dios dice que tiene planes para ti, planes para lo bueno y no para lo malo. Una versión de la Biblia traduce así ese versículo: «Yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice el Señor, pensamientos de paz y no de mal, para daros el fin que esperáis» (Jeremías 29:11).
Dios no nos abandona en nuestra época de desencanto. En cambio, está presente. Tiene buenos pensamientos de nosotros. Tiene planes para nuestro futuro. Quiere que continuemos con nuestra vida y no nos rindamos, que tengamos esperanza para el futuro, incluso si hoy la situación parece terrible. La clave es acudir al Señor, saber que Él nos ama y cuida de nosotros, que nos llevará hacia el futuro. No se supone que dejemos de vivir, que renunciemos a la esperanza, sino que más bien sigamos adelante con fe y confianza. Dios sanará. La situación cambiará. La vida seguirá y hay esperanza para el futuro.
Conviene recordar que hay veces en que algo parece como una gran derrota, una pérdida terrible y permanente, lo que te hace pensar que no puedes recuperarte, pero a menudo hay algo más en la situación de lo que salta a la vista. A veces Dios obra de manera muy misteriosa, de forma que no podemos comprender.
Mucho depende de cómo reaccionamos ante las desilusiones. ¿Nos ponemos a la altura de las circunstancias y luchamos? ¿Confiamos a fin de ver lo bueno y las bendiciones de un Dios que nos ama? ¿O nos quedamos sintiendo lástima de nosotros mismos y nos quejamos? En Una vida con propósito, Rick Warren habló de que en épocas de tribulación, deberíamos orar menos pidiendo consuelo; ya saben, oraciones que dicen: «Señor, ayúdame a sentirme bien», y que deberíamos tener más oraciones que pidan: «ayúdame a amoldarme». En otras palabras: «Jesús, te pido que aproveches esto para que sea más como Tú».
No siempre vemos todo lo que Dios ve. Es muy posible que lo que pasa es que Él responde nuestras oraciones de maneras que aún no comprendemos. No pierdas la fe. Dios no fallará; cumplirá Su palabra. Su plan tal vez sea distinto de lo que esperábamos, pero Él lo hace todo bien. Tal vez no veas la respuesta por un tiempo, pero de todas maneras no debemos perder la fe ni la confianza en Dios, ni darnos por vencidos. Los planes de Dios para quienes lo aman y lo siguen son para bien y no para mal.
Recuerda: Dios te ama. Está de tu lado. Quiere lo mejor para ti. Nadie es más poderoso que Dios; y nadie te ama más que Dios. Peter Amsterdam
Publicado en Áncora en agosto de 2023.
[1] Charles Price, Christ for Real (Marshalls, 1985).
[2] https://agfaithchapel.org/sermons-messages/going-through-something-difficult-gods-plan-for-you-is-great.
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